Greta Thunberg acapara el protagonismo activista mientras los líderes políticos y otros agentes trasladan buenas palabras. Pero las acciones para paliar la crisis climática no se limitan a las intervenciones de los participantes en la cumbre de Madrid o a las palabras de la adolescente sueca, sino que requieren de un compromiso global como el que representan los 24 jóvenes de doce países que asistieron la semana pasada a las jornadas Erasmus + que acogió el hotel rural Amalurra de Artzentales. Promovidas por la comunidad que gestiona el establecimiento y la iniciativa europea Yes to sustainability y respaldada por el Gobierno vasco, reunieron a “líderes con edades comprendidas entre los 20 y los 40 años que trabajan con jóvenes o lideran ellos mismos movimientos juveniles implicados con el fomento de estilos de vida más sostenibles”, explica Susana Balet desde la organización encartada del encuentro.

El programa que abordaron persigue “apoyarles en su desarrollo del liderazgo, así como dotarles de herramientas y tecnología” para aplicar lo aprendido en sus grupos. La ucraniana Anastasia Volkova dirige una ecoaldea, “asentamientos con un modo de vida sostenible en cuanto a la gestión de luz, agua o productos energéticos y ecológicos”. Además, es representante de la asociación nacional de permacultura, una corriente que apuesta por retroceder a los orígenes en los cultivos y el cuidado de la naturaleza. Regresa de su experiencia en Artzentales “con más conocimientos en cuanto a la organización de grupos” que le gustaría poner en práctica en la red nacional de ecoaldeas ucranianas, a la que también pertenece.

“Hay que actuar” El psicólogo holandés Pepijn Verbrugge ha aprendido “lo que implica y cómo se construye una comunidad, qué significa el liderazgo y cómo usarlo para inspirar a otras personas”. “Debemos enseñar a los políticos que hay que actuar en el sentido de despertar las conciencias para vivir de diferente manera”, asegura el joven de 25 años que tiene previsto continuar su viaje hacia la Cumbre del Clima de Madrid. Al finalizar sus estudios de Psicología trabajó con personas diagnosticadas de autismo. Pero “un año más tarde comencé a preocuparme por el cambio climático y sus consecuencias”. Decidió pasar a la acción impartiendo clases sobre hábitos sostenibles a escolares de Primaria y Secundaria antes de convertirse en activista de la causa del clima.

Es posible que vuelva a Enkarterri el próximo año, porque en Amalurra se muestran muy satisfechos del balance de la formación. “Constituye un ejemplo de cómo en Euskadi se da cobertura a iniciativas europeas que incluso, se materializan aquí”, celebra Susana Balet.