Trapagaran - Oliva Inoriza Etxebarria natural de Barakaldo, aunque desde hace unos años reside en el barrio de Ugarte en Trapagaran, tiene un carácter afable y una paciencia infinita. Cualidades que le facilitan sobremanera tanto su trabajo como dependienta en una tienda de chucherías -donde debe lidiar a diario con los locos bajitos que cantaba Serrat- como en el cultivo de su afición por el fieltrado de lana con aguja o Felting Needle. La técnica que le permite relajarse y explorar nuevas vías expresivas para su gran pasión, el dibujo, modelando creaciones en tres dimensiones. “A mí desde pequeña siempre me gustó pintar y la verdad es que no se me da nada mal. Sobre todo, en el dibujo de animales especialmente perros y gatos. Ahora con esta manualidad puedo trasladar esos dibujos o fotografías fuera del papel”, comenta Oliva, que cuenta con la complicidad de su adolescente hija Alexandra a la hora de componer las bases para sus figuras.

Esta manualidad es poco conocida aún por estos pagos, pero manitas de medio mundo, desde el Estados Unidos donde dio sus primeros pasos, hasta el norte de Europa a Japón o China -donde hace furor- vienen cultivando este arte desde hace más de treinta años. Esta técnica nació en los ochenta cuando a Eleanor Stanwood, una artista norteamericana que trabajaba la fibra, se le ocurrió darle un uso alternativo a las agujas industriales con las que las maquinas fabrican el fieltro comercial y empezó a esculpir la lana de sus propias ovejas con formas tridimensionales. Otros pioneros de esta técnica son Ayala Talpai de EEUU y Birgitte Krag Hansen quienes con sus trabajos y sus libros esparcieron la técnica, que pronto se propagó.

Realismo “A mí me cautivó a partir de descubrirlo en Internet a través de una página de Facebook de una artista japonesa llamada Hinali que hace un trabajos que a mi me parecieron y aún me parecen imposibles por el alto grado de realismo que logra en sus trabajos”, señala Oliva Inoriza que inicialmente quería elaborar un búho con esta técnica. “Pedí presupuesto, pero me pedían una barbaridad. Poco después, salió un anunció de una tienda on line de empresas chinas que ofrecían un kit de iniciación al Felting. Lo pedí, encontré las agujas y las lanas -que es lo más difícil- y ahí empezó todo”, recuerda esta mujer que en apenas un año de práctica ha realizado unas sesenta figuras sobre todo de perros, gatos, pottokas o conejos pero también figuras de gremlins, dragones y otros seres fantásticos.

“Me encanta probar. Al principio los gatos no me salían, pero a base de hacer chufas y viendo tutoriales se va aprendiendo”, reseña Oliva, quien considera que el secreto “reside en la dedicación. Hay que dejar muchas horas picando y picando la lana para ir sacando capas e ir modelando las figuras”, señala esta oriunda de Galdames que ahora administra un grupo de Facebook con casi 700 seguidores que comparten su misma afición. “Allí exponemos nuestras dudas técnicas y comentamos nuestros trabajos. Es un grupo privado en el que hay unas cuarenta personas de Euskadi, de Madrid, de Cartagena y de Sudamérica”, detalla Inoriza, que hasta el momento no contempla la posibilidad de vender sus piezas “Lo hago por diversión pura y dura porque a mí me relaja de una manera increíble. La mayoría los regalo a familiares y amigos. A veces colaboro con piezas para que la asociación animalista Lagunak pueda obtener fondos”, destaca.