Barakaldo -Eran las 20.00 horas cuando en la Herriko Plaza, en pleno corazón de Barakaldo, se escuchó un ruido que antecedió a un estallido. El txupin de los Karmenak había estallado y, con él, las miles de personas allí congregadas sintieron una explosión de alegría. La fiesta había dado comienzo, Jolín y Deabru ya se habían convertido, un año más, en los reyes de Barakaldo, los mandamases de estas fiestas que se prolongarán hasta el próximo domingo.

El inicio oficial de los Karmenak llegó pasadas las 20.00 horas, pero, de facto, las celebraciones habían comenzado desde primera hora de la tarde. Las cuadrillas ya calentaban motores de cara a vivir un momento que, pese a repetirse año tras año, es tremendamente especial, pero este año más si cabe. La kalejira previa al txupinazo fue todo un canto a la historia de Barakaldo. Como novedad de este año, los participantes en el desfile volvieron, durante una hora, al año 1900. Así, panaderos, serenos, herreros y demás personajes de aquella época tomaron las calles de la localidad fabril. Jolín y Deabru, las mascotas festivas, llevaron la batuta de un pasacalles que mostró la diversidad y el crisol de colectivos existentes en la localidad fabril. La estampa del desfile era tremendamente curiosa. Por un lado, los participantes en la comitiva evocaban con su vestimenta aquellos comienzos del siglo XX que tanto influyeron para configurar el Barakaldo actual y, por el otro, en el público brillaban con luz propia los teléfonos móviles con los que quienes quisieron ver el desfile grababan y fotografiaban lo que acontecía. Dibujaba la frontera entre la tradición y la modernidad el cordón que había trazado la Policía Local a lo largo de todo el recorrido para que las cuadrillas, Deabru y Jolín pudiesen moverse con fluidez hacia la Herriko Plaza.

El ritmo y el buen rollo que desprendía la kalejira se contagiaban y la diversión se iba calentando poco a poco, a fuego lento. Según se aproximaba la caravana festiva al centro del municipio, la temperatura se incrementaba y ya cuando el desfile llegó a la Herriko Plaza encabezado por Jolín y Deabru el termómetro ambiental se disparó. Los barakaldarras tenían muchas ganas de que llegasen sus fiestas, de anudarse el pañuelo al cuello y salir a las calles de su ciudad a disfrutar con las más de 300 actividades que el Consistorio ha programado para estos Karmenak. Jolín y Deabru llegaron al punto de la Herriko Plaza desde el que se lanzaría el txupin festivo. Allí les esperaban los representantes de Ongi Etorri Errefuxiatuak que ejercieron de txupineros y los miembros de la Plataforma de Jubilados, Jubiladas y Pensionistas de Barakaldo que fueron los encargados de leer el pregón. En él, como no podía ser de otra forma, estuvo muy presente la reivindicación de unas pensiones dignas, porque las fiestas también son tiempo de promover que, durante el resto del año, la vida de la ciudadanía sea mejor. Y entonces, llegó el mágico momento. Se encendió el txupin, este tomó vuelo hacia el cielo fabril y estalló mientras miles de personas gritaban, saltaban? En definitiva, se divertían, que en eso consiste la fiesta, en divertirse y compartir momentos con los demás con el respeto y la tolerancia como bases inamovibles. Desde el estallido del txupin, la fiesta tomó un ritmo endiablado y los barakaldarras ya han podido disfrutar de su primera noche festiva, que tuvo como protagonista a la artista Lola Indigo, quien reunió en su concierto a miles de personas en la Herriko Plaza. Barakaldo ya se ha anudado al cuello el pañuelo de fiestas y no se lo quitará hasta el próximo domingo cuando la vida cotidiana vuelva, mientras tanto, Jolín y Deabru serán los reyes de esta ciudad que ya está de fiesta.