Barakaldo - Myriam Márquez es la coordinadora de la lanzadera de empleo de Ezkerraldea. Ella es la encargada de hacer el difícil proceso de selección de los candidatos que quieren formar parte de este programa que ya ha puesto en marcha su quinta edición y al que las personas desempleadas, según Márquez, acuden “necesitando autoestima y empoderamiento en materia de empleo”.

El papel de las lanzaderas de empleo es importante, más si cabe tras la crisis económica.

-Nosotros lo que hacemos es ayudar a las personas a que se empoderen en materia de empleo. Les facilitamos nuevas herramientas para ser más competitivos si cabe a nivel laboral, les damos una visión más poliédrica del ámbito laboral, potenciamos la polivalencia, que quienes salgan de las lanzaderas de empleo puedan ofrecer respuestas a los distintos retos que se les planteen en un mundo tan cambiante como el actual.

¿Qué es lo que más necesitan quienes llegan a esta lanzadera?

-Necesitan autoestima, autoconocerse, creer en sus posibilidades y quitarse miedos. Muchas personas llegan aquí con miedo y sumidos en el desasosiego. Ese miedo les paraliza y les penaliza a la hora de buscar un empleo. Todo ello además les sume en una dinámica complicada y aquí una de las partes importantes del trabajo que se hace es hacerles ver que no son los únicos que se encuentran en esta situación y que se puede salir de ella, revertirla.

Porque el desempleo pasa, en muchas ocasiones, de ser un estado, un momento personal a ser una cuestión que nos marque socialmente.

-Así es. El desempleo también nos puede llegar a desarraigar de la sociedad porque perdemos el qué somos, porque en la sociedad actual cuando te preguntan quién eres lo primero que dices es tu profesión.

A pesar de los estragos de la crisis, sigue habiendo clichés en torno al desempleo.

-Los hay por diversas cuestiones y una de ellas es que se concibe el desempleo como un parón, un tiempo muerto en nuestras vidas. No es un parón, puede ser un periodo para formarse, seguir aprendiendo, reinventarse? Es como estar en una sala de espera, aunque, evidentemente, puedes llegar a desesperarte en ella si estás mucho tiempo aguardando es ansiado empleo. Dentro de la formación es muy importante trabajar cuestiones como la forma de preparar una entrevista de trabajo, el aprender a hablar de nosotros mismos? Son cuestiones que no se aprenden en nuestra formación académica, que en algunos casos no estamos acostumbrados a realizar, pero que son realmente muy valiosas a la hora de encontrar un nuevo empleo.

¿Cómo llegan a conocer los usuarios estas lanzaderas?

-En su mayoría conocen nuestras lanzaderas de empleo porque les ha llegado el tríptico en forma de cohete a sus buzones. Otros porque lo ven por redes sociales? Pero el boca a oído es nuestra mejor publicidad.

¿Cuántas personas han pasado en estos cuatro años por esta lanzadera?

-Podemos decir que en estas cinco ediciones de la lanzadera -la quinta edición acaba de empezar- han pasado por aquí cerca de 125 personas. Personas con perfiles profesionales, académicos y personales muy diversos de entre 23 y 58 años. Gente de aquí, de fuera, con estudios básicos o doctores en alguna disciplina, jóvenes y más mayores? El abanico es amplísimo.

¿Cómo se crean unas dinámicas que sirvan para perfiles tan diversos?

-Cada edición de la lanzadera es diferente, hacemos un programa ad hoc para cada grupo pero, eso sí, siempre sustentado en una misma base. Cada año eliges a personas distintas y, por lo tanto, el equipo cuenta con unas circunstancias diferentes y hay que adaptar las dinámicas a sus necesidades. Pero la base es clara: dotar de herramientas a estas personas, que ganen en autoestima y se autoconozcan.

Supongo que será muy complicado elegir a las 20 o 25 personas que formen parte de la lanzadera.

-Es un proceso durísimo. Como profesional me cuesta muchísimo elegir entre unas personas y otras porque cada persona tiene su historia detrás, tiene la necesidad de encontrar un empleo, pero solo se puede elegir a unos pocos. Este año han sido 275 personas, pero no son un número, cada uno tiene su historia, su problemática y es muy difícil escoger. Esos días, si te digo la verdad, llego echa polvo a casa.