Getxo, su presente y su pasado, puede ser descubierto de múltiples formas. Una de esas vías para saber más sobre el municipio son las visitas guiadas teatralizadas, que mañana mismo vivirán una nueva escena, en este caso, con la propuesta Juana Bizcarra-ruta desde Zugazarte hasta Las Arenas. Este recorrido, que partirá a las 11.30 horas y se extenderá hasta las 12.45 horas, se centra en Juana Bizcarra y sus compañeras, quienes se encargaban de cuidar a los hijos de las familias burguesas, e incluso, en ocasiones, hasta los amamantaban.Juana era una de esas añas (nombre con el que se les denominaba a las nodrizas, amas de cría o ayas en Euskadi) que tenían como tarea pasear a los niños por la zona de Zugatzarte y Ondategi, un barrio construido entre 1916 y 1935. Estas calles fueron escenario de sus almidonados delantales blancos y de las risas y juegos de sus pequeños, que acudían a ellas como si de sus madres se tratara. Así que este paseo acompasado con dosis teatrales sirve para acompañar a Juana en su ruta y conocer también otros oficios tradicionales que el aumento de población trajo consigo. Los asistentes a esta visita podrán seguir sus pasos y aprender también más sobre las casas del paseo de Zugatzarte.

El itinerario ensalza, por lo tanto, la figura de esta mujer que llegó a Getxo, procedente de Abadiño, en 1926 para ejercer como aña. Como la mayoría de las niñeras de la zona, Juana vestía de uniforme. Era habitual verla pasear por la avenida Zugatzarte y Ondategi ataviada con largos vestidos, de color blanco o en azul marino, cubiertos por un impecable delantal blanco, pelo recogido en moño -a veces con tocados- y pendientes grandes. Otro complemento muy descriptivo eran los carritos de bebé de gran tamaño de fabricación inglesa.

Este trabajo se consideraba bien remunerado en comparación con otros sectores similares y se valoraba que hablaran euskera y supieran escribir, como era el caso de Juana. A cambio, las añas debían renunciar a su familia por un tiempo (Juana, en concreto, era soltera) ya que la dedicación era de 24 horas al día, los siete días de la semana. Juana cobraba 50 pesetas (30 céntimos de euros) al mes; un sueldo un 40% superior a sus compañeras, que ocupaban el puesto de sirvientas. Con 44 años, Juana era la persona con más edad de las cuatro (cinco en época estival) que conformaban el servicio de esta familia en la que vivían un matrimonio y un niño. Trabajó para ellos durante 24 meses.