Gorliz - Resulta que Berena Gaubeka tuvo que hacer la confirmación como María de la O porque el cura -el Padre Morcillo- dijo que “ese nombre no era cristiano”, tal y como rememora ella misma. “Te voy a poner María de la O”, le espetó el susodicho. “¡Qué vergüenza, eso sí que fue una vergüenza!”, asegura hoy Berena aún incrédula. Este episodio y otros muchos vividos por un total de 16 mujeres de Gorliz han servido para trenzar el pasado de la localidad, para componer pedazos de su historia y para dar más valor a las mujeres. Todos los testimonios han sido recopilados por Amaia Herrero y han quedado plasmados para siempre en las letras de un libro.

“Algunas de ellas me decían: Pero, ¿qué te voy a contar yo, si no he hecho nada importante? Pero, realmente eso no es así”, comenta Amaia. Y es que esas vivencias normales son el retrato de una época y reflejan el papel destacado de las mujeres, ensombrecido en aquel presente -y en presentes sucesivos...-. “Desgraciadamente, la historia nos la han contado desde el punto de vista del hombre”, considera la autora de la publicación. Así que desde ahora Gorliz puede presumir de 16 narradoras extraordinarias de ese día a día ordinario. Amaia Barkin, Ana Rodríguez Peula, Antonia Amundarain, Begoña Gaubeka, Carmen Lakoza, Evangelina Alonso, María Begoña Guinea, Mari Bego Ruiz, María Dolores Onzain, María Elena Arrieta, Mertxe Garmendia, Mertxe y Miren Garai Onaindi, Olatz Bilbao, Pilar Lasa y la propia Berena Gaubeka han participado en este libro, en el que hablan sobre la infancia, los juegos, la ropa, la familia, la escuela, la juventud, la primera comunión, el euskera... “Yo soy de las que dejé el trabajo al casarme. Estaba en el sanatorio de Gorliz y luego me fui con mi marido de carnicera. ¡Fíjate qué cambio!”, admite Mertxe Garai Onaindi, que junto a su hermana Miren y a Berena ensalzan a sus madres. “Somos hijas de marinos. Hemos vivido con nuestras madres, sobre todo. Trabajaron como burras, porque luego lo nuestro ha sido mucho mejor. Tuvieron que sacar todo adelante, ahorrar, cuidar de los hijos, hacer las tareas de casa...”, trasladan a este periódico.

Estas tres mujeres llevan caminando por la vida juntas desde siempre. “Éramos vecinas, así que nos conocemos desde que nacimos. A día de hoy tenemos mucha relación y, más que como vecinas, nos queremos como hermanas. No es igual que en las capitales: en los barrios, en los pueblos, somos familias. En las capitales no conoces ni a la de tu escalera... En cambio, aquí es muy distinto. Si te hace falta sal, vas a pedirle a tu vecina con toda tranquilidad. Es lo bonito”, opina Miren. Su hermana tiene bien grabado cómo, cuando eran pequeñas, “no había ni carreteras en Uresaranse, donde vivíamos. Y no teníamos ni agua en casa; había que ir a la fuente que teníamos cerquita”.

Diferentes temas El libro recoge multitud de situaciones y anécdotas que recuperan que “el primer coche que hubo en Gorliz fue el del alcalde”, que había una tienda que era “como un Corte Inglés pequeño”, que qué es eso de que los hombres trabajaran en las labores del hogar o se encargaran del cuidado de los hijos: “Los chicos, en casa, nada de nada”; “Disfrutaban de los niños pero nada más: no han dado un biberón ni cambiado un pañal en su vida”... Y también aglutina recuerdos para viajar a la etapa escolar, donde se jugaba “a campo quemao” y donde en las aulas había “crucifijos y retratos de Franco y Primo de Rivera”. Y para transportarse a la juventud, cuando las chicas empezaban a salir con los chicos: “Que no te viera nadie de la manita con el novio”.

Estos son solo algunos ejemplos de “un precioso y emotivo proyecto”, como asegura la concejala gorliztarra Itxaso Martín.