Atípico fin de semana de carnavales y de San Valentín; después de casi tres semanas cerrados los restaurantes de Bilbao ya se han puesto manos a la obra para acoger a los clientes y lo hacen a medio gas.

Las restricciones de aforos y movilidad todavía vigentes, unido al miedo que todavía existe entre la ciudadanía desluce inevitablemente estas fechas y no invita a celebrarlo demasiado. Sin embargo y a pesar de que la gente sigue siendo reticente a meterse en espacios cerrados, se nota que hay ganas de salir y el teléfono empieza a sonar en restaurantes como el Zarate o el Yandiola de Bilbao para llenarse de nombres el libro de reservas.

"Se nota que a la gente le apetece salir, pero es cierto que con todo lo que está sucediendo muchos todavía siguen teniendo desconfianza en encerrarse en un espacio cerrado", apunta Ricardo Pérez, chef del restaurante Yandiola, ubicado en el Azkuna Zentroa.

Aunque el miedo es libre y a veces complicado de controlar, Sergio Zarate, responsable del restaurante Zarate lo tiene claro y lanza un mensaje contundente: "Es más seguro comer en un restaurante que viajar en metro". Es clave continuar siendo responsables, mantener las distancias de seguridad y las medidas de higiene para frenar la pandemia. "Nosotros en el restaurante no hemos bajado la guardia en ningún momento y no solo vamos a mantener la calidad en la comidad sino también todas las medidas de seguridad necesarias para evitar contagios. A pesar de todo, cada vez que los contagios suben no se les ocurre otra cosa que cerrar la hostelería", apunta Ricardo Pérez.

LA MAQUINARIA, EN MARCHA

Lo cierto es que con la apertura de la hostelería tras la sentencia del TSJPV los restaurante ya han puesto en marcha toda la maquinaría para comenzar a llenar sus salas con clientes cara al fin de semana. Un proceso que según relatan los propietarios de los locales no es una tarea nada fácil, ya que de un día para otro hay que realizar pedidos, llenar las neveras, elaborar salsas y recuperar a los empleados del Erte. "Es agotador", lanza con un hilo de voz Sergio Zarate.

La pandemia ha azotado duramente al sector y en lo que respecta a los restaurantes están sufriendo una agonía que hace mella entre sus responsables. Con cierres constantes y con una caída en picado del turismo estos negocios cargan con una mochila demasiado pesada de llevar. "Estamos metidos en una montaña rusa; hoy abrimos, mañana cerramos y mientras tanto hay que seguir pagando todo y asumiendo gastos sin ingresos", apunta Zarate. De hecho, en plena pandemia y con el negocio cerrado, Sergio decidió reinventarse y puso en marcha un negocio para de pescado fresco para llevar preparado en la cocina del Zarate. "Por más que lo intentas y lo sigues intentado es muy difícil mantenerse con la que nos está cayendo a todos", se lamenta Sergio.

Aunque consideran que la apertura es una noticia positiva, temen que el conflicto que se ha generado por la decisión judicial vuelva a derivar en otro cierre. "Llevamos así meses. No es lo mismo abrir un bar pequeño que poner en marcha un restaurante. Las decisiones se toman de un día a otro y trabajamos con producto fresco que hay que comprar, preparar, sacar a los empleados del Erte", recuerda Pérez.

RESERVAS DEL FIN DE SEMANA

El Zarate ya tiene completo el fin de semana y en el Yandiola no deja de sonar el teléfono de clientes que quieren celebrar San Valetín degustando sus suculentos platos. Sin embargo, la reducción en el aforo complica mantener en pie un negocio de estas características. "De noche no podemos dar cenas y al medio día solo al 25%. Las cuentas no dan para mantener abierto un negocio de estas características. Si esto no cambia no sé que va a suceder", sentencia Zarate.

Pese a todo y sin visos de que la pandemia mejore en las próximas semanas, tanto Sergio como Ricardo aseguran que no queda más remedio que seguir y para este fin ya han diseñado menús especiales con productos de calidad, primando además la atención hacia sus clientes e intensificando todas las medidas anticovid. Los dos reconocidos cocineros animan a que la gente acuda con responsabilidad a comer a restaurantes porque la seguridad está garantizada. Lo que tienen claro es que la pandemia podrá mercar su ánimo, pero no la calidad de lo que se deguste en la mesa de ambos restaurantes: "Si algo tenemos claro es que la calidad no va a bajar. Si no fuera así lo tenemos claro: no abriríamos", coinciden ambos.