En el libro ¿Dónde está Patxi en Bilbao? ¿Dónde está Patxi en Bilbao?, que DEIA pone a disposición de sus lectores, Patxi se esconde entre la multitud congregada frente al Arriaga o entre los aficionados en San Mamés. Las citas multitudinarias que tradicionalmente reúnen a miles de bilbainos son los lugares favoritos de Patxi, el personaje creado por Tomás Ondarra, que ahora tendría muy difícil pasar desapercibido entre el gentío porque la pandemia nos ha dejado temporalmente sin esos acontecimientos y situaciones.

Las 20 láminas en las que el lector debe buscar a Patxi están llenas de gente, ¿cree que nos pueden producir añoranza de esas citas populares actualmente vetadas?

—Pues sí, la verdad es que es así porque el libro refleja lo que somos los bilbainos en distintas épocas del año en las que hay acontecimientos multitudinarios. Ahora la pena es que eso no se puede hacer, no estamos viendo escenas como Santo Tomás, la afición del Athletic, la subida al Pagasarri… desgraciadamente este año eso no lo hemos tenido.

¿El libro servirá para recordar?

—Sobre todo para que no se nos olvide todo lo que hacíamos. Ojalá que pronto podamos recuperar todas esas cosas que no estamos haciendo. Creo que si siempre nos hemos juntado mucha gente, cuando podamos volver a reunirnos todos esos acontecimientos van a ser todavía más masivos, con más ilusión y con más ganas de disfrutar.

Hemos acumulado ganas de acontecimientos populares.

—Así es, ha sido tremendo y creo que aún nos queda un poco de miedo, pero también tenemos muchas ganas de poder estar tranquilos y de que Bilbao se pueda llenar de gente, en verano, en Semana Santa, en Navidades, viendo al Athletic…

Durante el confinamiento usted echó la vista atrás y dibujó la historia del Athletic, ¿es porque ese es su ‘lugar seguro’, su imagen refugio en los malos momentos?

—En el diario que he hecho del confinamiento la página de la izquierda era la narración diaria de lo que vivía, de lo que me estaba ocurriendo a mí, y la página de la derecha era la página de confort, de alegría, de recordatorio de lo que no podíamos vivir en esos momentos. La página de la izquierda cuando nació era dura, la de la derecha me daba más alegrías.

¿Se plantea reflejar lo que vivimos? ¿En sus nuevos trabajos se verá esta nueva realidad?

—Tengo un nuevo proyecto, que ojalá salga de aquí a un año, en el que he empezado a trabajar. Y digo que ojalá salga porque está vinculado a la confianza en que dentro de un año estemos todos o la mayoría vacunados, a que en la calle haya una sensación distinta, con menos miedo, que el virus ya no nos afecte a todos. Estoy haciendo una cosa que va a representar esa alegría recuperada. Es un riesgo, porque si dentro de unos meses estamos en estas mismas circunstancias no lo podré presentar. Si en un año esto no se ha corregido creo que vamos a estar todavía más asustados que ahora. Pero si todo va bien, si todo va como pensamos, si se cumple eso de que la gente va a tener más ganas de salir a la calle, de acudir a las citas multitudinarias, lo presentaré. Estoy haciendo algo de Bilbao para toda la gente, muy divertido, muy anecdótico, con cosas que ya sabemos de Bilbao y cosas que he reflejado en otras obras pero con un toque muy distinto y muy alegre. Muy bilbaino. Para eso necesito que todos estemos alegres, en disposición de reírnos y de disfrutar de lo que voy a hacer.

¿Se corre el riesgo de perder la esencia del bilbainismo a fuerza de no ejercerlo?

—Creo que el sentimiento del bilbaino y la bilbaina, el sentimiento que tenemos de ser de aquí refleja el sentir de la ciudad. Si eso cambia la ciudad también cambiaría y no creo que eso vaya a ocurrir. Ojalá que Bilbao como ciudad salga más fuerte y los bilbainos también.

¿Tiene alguna escena favorita entre las que componen el libro?

—Todas, pero hay dos escenas a las que tengo más cariño. Una es la del Arriaga en Aste Nagusia, porque creo que refleja el deseo que todos tenemos de que llegue el día del Txupinazo. Y la otra, como soy muy rojiblanco, es la de la afición del Athletic llegando por Pozas a San Mamés.

En la portada, además de a Patxi, se puede buscar e identificar a muchos personajes conocidos de la sociedad bilbaina.

—Puse a Patxi y según se iban haciendo las pruebas del libro iba poniendo gente, y dije puestos a dibujar gente voy a poner personas conocidas. Me fui liando hasta que el editor me dijo que parara. Ahí están mis hijos, mis aitas, mis amigos… un recorrido de gente popular de Bilbao y muchos amigos.

¿Los que no están se han quejado?

—Sí. Alguno ya me lo ha echado en cara.

¿Su bilbainismo nació al vivir lejos de Bilbao o es de siempre?

—Yo siempre he sido muy bilbaino por culpa de mis aitas y mi familia. Pero es verdad que cuando estuve viviendo en Argentina echaba muchísimo de menos Bilbao. Allí empecé a bocetar el primer libro, De Bilbao de toda la vida, viendo las cosas que no había en Argentina y en Bilbao sí, muchas veces sin darnos cuenta de que no existen en otros sitios. Después de tres años en Argentina volví a Madrid, edité el primer libro y adquirí un compromiso conmigo mismo de que cada dos años intentaría hacer algo sobre Bilbao, ya fuera una exposición, un libro, cómics… Y ahí empecé.

“Estoy haciendo algo sobre Bilbao para todos, muy divertido, muy anecdótico, con un toque distinto”