BILBAO - Karen Brunel estudia un máster de Desarrollo en Cooperación Internacional en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Procedente de Chile, comparte alojamiento con un joven catalán en un piso de Viviendas Municipales en la calle Cortes, en Bilbao La Vieja. A cambio de una renta sinbólica de 55 euros más gastos de agua y luz ofrece sus conocimientos para ayudar a gente del barrio con problemas. Como ella, otros 45 estudiantes integran este año el programa Jóvenes Solidarios del Ayuntamiento de Bilbao. “El objetivo es doble: se facilita la estancia de jóvenes extranjeros y cambia la visión de los barrios con peor imagen de Bilbao”, explica el concejal de Vivienda, Jon Bilbao.

La prueba de que el programa es un éxito lo personaliza la chilena Karen Brunel. Esta ingeniera bioinformática llegó a Bilbao el pasado septiembre, por lo que aún se está familiarizando con la gente del barrio. “Es verdad que los compañeros me alertaron de que la vivienda que me habían asignado estaba en un barrio peligroso, pero me parece que la gente de aquí exagera mucho la situación”. Karen ha comprobado que, en cambio, los estudiantes de otras partes del mundo consideran que Bilbao La Vieja es un barrio muy interesante.

Antes de formalizar la matrícula del máster que pretende realizar, buscó desde Chile programas de becas a los que pudiera acogerse y se encontró con el programa Jóvenes Solidarios. “Me encantó esta iniciativa, no solo porque me permite compartir piso por una renta impensable en cualquier otro sitio, sino porque además encaja perfectamente con lo que quiero estudiar en este máster de Cooperación”.

Esta razón, así como el hecho de que le gustaba la idiosincrasia de Bilbao, fue lo que le hizo descartar Madrid, que era la otra ciudad donde se impartía este mismo posgrado. La pasada semana Karen se reunió con los responsables del proyecto para conocer qué tipo de trabajos tiene que realizar que reviertan en la vecindad. A través de Cáritas, la chilena colaborará con la asociación sin ánimo de lucro para la inserción social y laboral Hargindegi. “Como aquí las mujeres realizan muchos talleres, yo voy a cuidar a los niños. Además a los adultos les enseñaré castellano”.

Cuatro horas a la semana Karen empieza mañana su colaboración con el barrio, aunque ya hace unas semanas empezó a cumplir el objetivo del programa. Para familiarizarse con los vecinos, compra en las tiendas de San Francisco donde ya empiezan a conocerla, como Mohamed, del comercio La Baraka. “Me encanta la economía local”, señala la estudiante chilena dispuesta a integrarse.

Su compañero catalán realizará un máster en Agroecología y su trabajo de colaboración se vehiculizará a través de la asociación Nevipen, que trabaja para la integración del pueblo gitano.

Los estudiantes deberán trabajar cuatro horas a la semana en los proyectos que les sean asignados. Además conocerán realidades de Bilbao como la de la calles Cortes y San Francisco, en este caso, mal vistas entre la ciudadanía local. Otros jóvenes que también forman parte de este proyecto vivirán en Otxarkoaga y, en su caso, será con las asociaciones de este barrio con las que realizarán las tareas solidarias y contribuirán a mejorar la imagen de las diferentes zonas.

“Esa será precisamente la contrapartida más importante”, coinciden tanto Itziar de la Fuente, directora de la oficina de Relaciones Internacionales de la Universidad de Deusto, como Xabier Murelaga, director de la residencia de Estudiantes Unamuno.

Karen y su compañero de piso son dos casos del programa, pero en los diez años que atesora el programa Jóvenes Solidarios ha habido otros muchos. Más de 350 jóvenes con una edad media de 26 años han participado en esta iniciativa. En esta ocasión cuarenta estudiantes de posgrados en la UPV/EHU y cinco de la Universidad de Deusto son los que tienen plaza en los veinte pisos que Viviendas Municipales destina a la iniciativa.

Las universidades también valoran de manera muy positiva este proyecto. “Las características del programa Jóvenes Solidarios están muy alineadas con los fundamentos de la Universidad de Deusto. Estamos contentos de que los jóvenes puedan acceder a un alojamiento asequible y que este beneficio revierta en la sociedad”, señaló Itziar de La Fuente. Por este motivo, no tiene ninguna duda de que seguirán aportando estudiantes para este tipo de proyectos.

Desde la UPV/EHU el compromiso es compartido. “Queremos que tengan formación académica pero también personal”, apuntó Xabier Murelaga, quien puso en valor la salida que se da a un problema que tienen los estudiantes en Bilbao, donde los pocos pisos de alquiler que hay tienen unos precios muy altos.

El programa trata de juntar a estudiantes de diferentes países, aunque con inquietudes similares, lo que facilita su convivencia. En sí mismo el proyecto ya es una experiencia enriquecedora, explican.

En el barrio también agradecen que los estudiantes se impliquen en lavar la imagen. “No es un barrio malo. Aquí no hay esos asesinatos que se oyen en otros sitios. Yo vivo en San Francisco desde hace cuarenta años y nunca me han robado”, asegura Ana, una vecina de toda la vida que recibe a Karen. “Es lo que nos hace falta, gente que viva aquí y vea desde dentro la realidad de Bilbao La Vieja”.

Javier Rojo, responsable de la oficina municipal de Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala colabora para asignar a los jóvenes las diferentes asociaciones con las que podrán colaborar.

Los trabajos que pueden realizar son muy diferentes: desde ayudar a los niños de comunidades extranjeras, labores de guardería, enseñar castellano a adultos, inserción laboral y social.