BILBAO. Elegante, de discurso hábil, prudente, juicioso, virtuoso y agudo a la par... Así pasará a la memoria colectiva bilbaina César Pelli, fallecido el viernes. Artífice de la última gran transformación del botxo, la de Abandoibarra, el arquitecto argentino tenía 92 años y hasta hacía bien poco todavía soñaba con nuevos proyectos: un centro cívico en su Tucumán natal. Él, conquistador de los cielos de medio mundo con arquitecturas intrépidas, se despedía en silencio rodeado de su familia y de las condolencias de cientos de ciudades en las que el Señor de los Rascacielos ha dejado su particular firma, encañonando siempre al infinito.

Especializado en arquitectura vertical, el proyectista argentino es el responsable del rompedor diseño de la Torre Iberdrola, de 165 metros de altura y octavo rascacielos más alto del Estado. Un edificio acristalado de formas arriesgadas que redefinió el skyline de la capital vizcaina y que, como sus construcciones en otros lugares del planeta, se ha convertido en una auténtica obra de arte llena de vida en pleno corazón de la ciudad. Ayer mismo, el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, ponía en valor el “gran legado” de César Pelli, el “autor de parte de la transformación de nuestra ciudad”. En su cuenta de Twitter, Aburto hablaba por boca de toda la villa y escribía que “Bilbao se siente hoy triste por el fallecimiento del arquitecto argentino César Pelli”.

Estas muestras de condolencia se solapaban con las alabanzas que este VIP de la arquitectura mundial, deja en herencia para siempre en el botxo. En este sentido, la sociedad interinstitucional Bilbao Ría 2000 mostró su pesar por la muerte de Pelli y no dudó en agradecer “su enorme contribución” a la construcción de “un nuevo Bilbao, hoy ejemplo de transformación urbana”. Ahí está, por ejemplo, el centro de negocios en forma de triángulo isósceles curvado que corona Abandoibarra que lleva impreso el ADN más industrial e internacional de este afamado y respetado proyectista.

Más allá de este portentoso rascacielos desde el que en días luminosos y limpios se puede ver hasta El Abra, Pelli es el artesano del Master Plan de Abandoibarra, el vademecum que definió los usos y espacios futuros de este otro gran estirón de la villa. Él sabía que esta zona iba a significar mucho para Bilbao, “una de las ciudades más humanas, civilizada y hermosamente caminable”. Así se refería el arquitecto argentino al botxo en 2003 en las páginas de DEIA. “Ya era hermosa antes del Guggenheim”, apostillaba en su última visita oficial a la villa, en 2016, para recoger un galardón a su impecable trayectoria entregado por la delegación vizcaina del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro.

Desde Bilbao Ría 2000 insistían en destacar la calidad profesional y humana de Pelli: “Un gigante profesional y humano protagonista de la transformación urbanística” de la capital vizcaina. La sociedad pública recordó que la vinculación de Pelli con Bilbao se inició en 1993 cuando “de la mano de su esposa Diana Balmori (fallecida en 2014) y del bilbaino Eugenio Aguinaga”, ganó el Concurso Internacional de ideas convocado por el Ayuntamiento de Bilbao para la reordenación urbanística de Abandoibarra.

Pelli siempre creyó en el potencial que albergaba el proyecto de transformación urbana de Bilbao, “especialmente en los momentos anteriores al despegue, con una visión anticipada de lo que después fue una realidad”, agregaban desde la sociedad pública poco después de conocer la noticia del fallecimiento de este arquitecto de talla mundial que, allá en 2003, escribía en las páginas de este periódico que: “Quizás en algún momento de mi vida tenga que dejar de trabajar, pero mi trabajo me gusta demasiado”.