BILBAO - Aste Nagusia ha iniciado la cuenta atrás. A falta de dos meses para que Marijaia inaugure nueve días de fiesta ya se han iniciado los preparativos. Lo primero fue la convocatoria para la selección del cartel anunciador de las fiestas, cuyo ganador se dio a conocer la semana pasada. Pero, seguido, se ha abierto el plazo para la presentación de solicitudes para terrazas, barras interiores y megafonía. La próxima semana concluye el tiempo para la petición de licencias. En la pasada edición se concedieron 133 permisos.

La fiesta se vive en todos los espacios de la ciudad pero, no cabe duda de que uno de los más cotizados está en la calle, así que las terrazas se diría que son un elemento festivo indispensable. A través de un anunciado publicitado en prensa se ha comunicado a los interesados de las habituales terrazas de hostelería que, desde el pasado 3 de junio y hasta el próximo día 28 se ha abierto el plazo improrrogable para realizar las solicitudes.

El año pasado hubo que ampliarlo debido a que no llegó a conocimiento de los interesados, según explican desde el Ayuntamiento de Bilbao, pero en esta ocasión no quieren retrasar más la organización de este espacio.

Según se ha explicitado desde el Área de Urbanismo, aquellas que estuvieron instaladas en Aste Nagusia de 2018 podrán cursar la solicitud por registro aportando los datos de la terraza y sin que se produzcan modificaciones con respecto a los que se concedieron el pasado año.

Las nuevas solicitudes deben aportar además de la licencia de apertura el mobiliario que quieren instalar en la terraza e indicar que se trata de una petición o un cambio con respecto a la pasada edición.

Aunque en el centro es donde más peticiones se solicitan, lo cierto es que las terrazas se ubican en cualquier punto de la villa ya que las fiestas extienden su alegría por toda la ciudad. De hecho, el Ayuntamiento estudia las dimensiones que se solicitan antes de conceder la autorización, pero en principio no existe una limitación en cuanto al número de concesiones. Lo que sí se hace desde el Área es analizar el tipo de mobiliario para que reúnan las condiciones idóneas.

Las habituales carpas serán visibles en diferentes puntos de la capital vizcaina a mediados de agosto. Sin duda, repetirán las que son ya incondicionales de Aste Nagusia y que se ubican principalmente en los locales del Ensanche.

En la pasada edición, el Consistorio no quiso reducir el número de plazas de estacionamientos hasta 48 horas antes del comienzo de las fiestas. Por este motivo, los trabajos para instalar las diferentes estructuras que ampliarán los recintos festivos ya sea en la acera o en las plazas de aparcamiento, se efectuaron a contrarreloj. En esta nueva edición tampoco parece que se vayan a adelantar las fechas.

Los restauradores de la capital vizcaina ven en las jornadas festivas un gran negocio y refuerzan sus servicios durante la semana más larga del año.

Un clásico en fiestas es la terraza del restaurante Bermeo, perteneciente al Hotel Ercilla, que lleva más de veinte años colocando una carpa en el gran espacio ubicado frente a su entrada. En el interior del espacio a cubierto incorporan una barra para servir consumiciones y el resto es un restaurante, donde ofrecen comidas y cenas durante Aste Nagusia. Aparte del menú habitual del restaurante ofrece la posibilidad de comer en la carpa, al aire libre.

Las terrazas además se ha convertido en lugar de encuentro por el que pasan durante los nueve días las mujeres y hombres que dan alma a la fiesta.

La calle García Rivero es otra de la arterias donde los veladores surgen siempre a mediados de agosto. Uno de los establecimientos que nunca falla es el asador Indusi. El local hostelero lleva cinco años situando una terraza en las plazas de aparcamiento que están ubicadas frente al local y, según afirman, “aunque exige mucho papeleo por parte del Ayuntamiento, resulta rentable”. El restaurante Al lío, ubicado en la misma calle, inaugurado el año pasado, también aprovechó para instalar un velador por primera vez la pasada edición. A estas se suman las terrazas de los propios hoteles pero que no necesitan pedir autorización porque son fijas a lo largo de todo el año.

Pero cierto es que nunca llueve a gusto de todos. Y si para los hosteleros las terrazas suponen un plus en la fiesta lo mismo que para la ciudadanía a la que gusta disfrutar en la calle; vecinos y trabajadores no piensan lo mismo.

Hay que tener en cuenta que en muchos casos el espacio que ocupan las terrazas lo toman prestado a las plazas de aparcamiento lo que implica que para aquellos que se dirigen en coche al centro suponga un obstáculo. Muchos trabajadores de comercios se ven afectados por esta circunstancia. Y como durante Aste Nagusia el número de personas que se acercan hasta Bilbao aumenta ostensiblemente, “afecta mucho más”, dicen. El año pasado esto se vio agudizado. Al no haber OTA durante agosto, la rotación de vehículos estacionados en el centro de la villa fue menor a lo habitual. Así, en muchos casos las opciones de aparcamiento resultaron escasas durante las fiestas. A esto se suma el ruido que es el otro gran caballo de batalla que amenaza a las terrazas de Bilbao.