Bilbao - La cifras avalan que el conocimiento del euskera ha ido creciendo en los últimos años entre la población de Bilbao. Y pese a que el principal reto sigue siendo el aumento de su uso, no cabe duda de que cada vez se escucha más en las calles. Aunque en este sentido los progresos que se perciben en las encuestas sociolingüísticas suelen ser tímidos, aquellos que conocieron los tiempos en los que la pervivencia del idioma peligraba observan motivos para estar satisfechos. Eso sí, no hay que bajar la guardia. Como no lo hacen los hablantes que permiten que los porcentajes engorden, ni las administraciones públicas como el Ayuntamiento de Bilbao que impulsan políticas enfocadas a la promoción del euskera.

Mertxe Mugika, coordinadora general de AEK, asegura que “sin duda alguna” ha aumentado el uso del euskera en Bilbao. “Es un fenómeno que ha ocurrido a medida que han aumentado todas las expresiones culturales en euskera”, considera, por su parte, Erramun Osa, vicesecretario de Euskaltzaindia. Aunque añade que “otra cosa es decir que el uso ha aumentado tanto como el conocimiento”. Un hecho, que se explica con “la capacidad relativa de los hablantes, las redes de relaciones, las oportunidades reales que hay de hablar en euskera...”. También apoya el aumento del uso Igone Etxebarria, subdirectora de Labayru: “Por una parte, la impresión es que se usa más; por otra parte, que ese uso se ha hecho más evidente, tiene más visibilidad. Y no solo el uso, también la percepción y la actitud de quien no lo usa, en general es más receptivo que en el pasado”.

El escritor Xabier Monasterio, miembro de la asociación Zenbat Gara, señala que la salud del euskera partía de “una situación de dejación total por razones históricas después de un montón de prohibiciones”, motivo por el que estuvo “totalmente arrinconado y menospreciado”. Por eso considera que “partiendo de una situación tan baja se ha mejorado, porque ha habido un esfuerzo muy grande a nivel social y por parte de las instituciones”. Sin embargo, los agentes culturales que consagran su cometido al impulso de la lengua vasca tienen claro que esto no es la Arcadia feliz. “Muchas veces pienso que un turista que llega a Bilbao se puede marchar sin tener ningún contacto con el euskera”, explica Mertxe Mugica. A lo que Erramun Osa añade que “hay actitudes que frenan el uso del euskera y dificultades para ganar espacios, sobre todo en el laboral, en el comercial, en los servicio... Ello complica que el uso sea más amplio”.

Logros y retos ¿Y cuáles son las causas para que el uso sea mayor? Igone Etxebarria enumera varias razones como “el mayor conocimiento por efecto de la escolarización generalizada en modelo D; la mayor conciencia de los euskaldunes; la naturalización y capacitación para hablar de cualquier tema en euskera; la posibilidad de convivir diferentes variantes dentro del euskera...”. En todo ello se percibe la mano invisible de las administraciones como reconoce la subdirectora de Labayru. “Hay muchas actividades que se hacen como iniciativa propia de las instituciones, y otras muchas que son iniciativa de diferentes entidades pero están también impulsadas por la administración pública”, señala Etxebarria. De ahí se derivan algunos de los logros. “El esfuerzo tiene sus recompensa, la apuesta es clara y creo que eso lo percibe la ciudadanía”, afirma la coordinadora de AEK.

En ese sentido, el Ayuntamiento de Bilbao ha emprendido varias iniciativas que han dado sus frutos. Muestra de ello son iniciativas como Berbagunea o Euskaraldia, donde colabora la entidad local, o campañas de sensibilización como Eman Giltza o campañas de matriculación como Nahi dudalako. También insisten en la promoción del uso a través de programas como Harrapazank, destinados a los jóvenes, o Ikusi eta Ikasi, para los niños. El impulso en el ámbito empresarial se percibe a través del programa Biribilko, dirigido a comerciantes que desean aprender o mejorar el euskera. Y además cuenta con una partida de subvenciones para el aprendizaje, enfocada en padres y madres, monitores y entrenadores, así como receptores de la RGI, que se combinan con ayudas que ofrecen otras instituciones.

Y es que es en este punto donde está una de las asignaturas pendientes. Monasterio lo resume afirmando que saber euskera es un derecho y que, por lo tanto, “hay que reclamar la gratuidad y universalización de la enseñanza en euskera”. En esa misma línea, Mertxe Mugika asegura algo que, por evidente que parezca, es necesario entender: “Para utilizar el euskara, hay que saberlo. Hoy en día hay mucha gente que lo desconoce, por lo tanto es necesario que el conocimiento del euskara sea universal. Después de esa premisa, creo que el reto está en una política lingüística trasversal, que tome en cuenta todos los ámbitos de la sociedad, no solamente el campo de la educación”.

Entre los retos a superar para que el uso vaya en aumento, Igone Etxebarria cita la obligación de “hacer de la lengua algo práctico, sin connotaciones sociales o políticas, vincularla a experiencias positivas, válida para situaciones tanto formales como informales, como puerta hacia un mundo al que de otra forma no se puede acceder”. Por su parte, para que el uso gane más espacio, Osa apela a la responsabilidad individual: “Todos podemos hacer algo para que euskera tenga más presencia en la esfera pública bilbaina. Es importante ganar Bilbao para el euskera, por la importancia que ha tenido históricamente en la castellanización y por la aportación que puede realizar en la reeuskaldunización”. Y añade: “El idioma es un acontecimiento social más que personal, los hablantes necesitan redes sociales y espacios de uso, si no no tendrán con quién hablar”.