Visibilizar la labor de las mujeres anónimas de la comarca a través de las vivencias de su día a día y de los oficios y tareas que han ido desempeñado, pero que de cara a la sociedad han quedado relegadas a un segundo plano y no han tenido el valor y reconocimiento merecidos. Es el objetivo de la muestra Emakumeok incorporada a la exposición permanente del Museo Etnográfico de Orozko como una deuda histórica a saldar y para seguir avanzando de manera efectiva “hacia el camino de la igualdad entre hombres y mujeres”, afirmó Idoia Camacho, la concejala de Igualdad del Consistorio local, durante el acto de inauguración de la iniciativa en el que también estuvo presente el alcalde, Pedromari Intxaurraga, la responsable del museo, Nerea del Campo Rodríguez, y el guía turístico Iker Atxa.El recorrido arranca en la planta baja con el panel de presentación Visibilizando a las mujeres en la historia y continúa en la primera con los dedicados a las temáticas Amores imposibles,Custodia del más allá, Matanza del cerdo y Dentro y fuera de la casa. Y es que, hasta hace no muchas décadas, los enlaces se pactaban, en muchas ocasiones, sin el consentimiento de las jóvenes y con muchachos que ni siquiera conocían. En ese controlado contexto, las romerías de montaña se convertían en el entorno más adecuado para conocer a chicos, “sobre todo, durante el camino de trayecto a su lugar de celebración”, incidió Nerea del Campo.

Otra de las tareas asignadas a las mujeres era la de organizar la vigilia tras el fallecimiento de un familiar, activar el riguroso luto y acudir a todas las misas que se oficiaban en su recuerdo. En un proceso tan importante como la txarriboda, “los hombres se encargaban del sacrificio del animal, pero prácticamente el resto lo hacían las mujeres”, explicó Iker Atxa, mientras que en el ámbito doméstico, además de asumir los sacrificados quehaceres de un ama de casa, también eran campesinas, ganaderas o artesanas. “La casa era como una empresa de la que dependía el sustento de toda la familia y del trabajo de la mujer. Además, los sobrantes se vendían en el mercado más cercano, y eran ellas las que acudían”, indicó el guía.

En la segunda planta del museo, perfectamente integrados en el resto de la exposición dedicada a los pobladores de las tierras altas del Gorbea, se han ubicado otros tres paneles: Mujeres, castañas y nieve, Matronas, frailas y beatas, y Una vida para una boda. Quienes se detengan a ver sus imágenes y leer sus textos -en euskera y castellano- descubrirán el papel que jugaron las mujeres como apañadoras de castañas o Maribanes Atxa (Bilbao) y la orozkoarra Antonia de Olarte a la hora de cerrar en 1632 un contrato para la explotación de las neveras naturales. Y también conocerán las características del oficio de matrona, quiénes cuidaban de las ermitas y todo lo que rodeaba al ritual del matrimonio como era la gran dote o arreo.