UN pequeño Indiana Jones vizcaino. Ahí es nada. Ese es Markel Cidon Uria. ¡Tiene un increíble olfato arqueológico de 6 añitos! El mismo niño que hace dos años encontró una bala de cañón del siglo XV en la ría de Plentzia, ha protagonizado otro hallazgo histórico en la misma zona: un proyectil de mosquete, una de las armas más usadas por los piratas y corsarios entre los siglos XVI y XVIII. Este derioztarra parece tener encauzado su futuro desenterrando el pasado. Un gran fichaje para el Museo Plasentia de Butrón, donde se exhiben los dos tesoros rescatados por las manos de Markel.

Un niño halla una bala de cañón del siglo XV en la ría de Plentzia. Así se titulaba un artículo que publicaba este periódico el 7 de abril de 2021. Un suceso apasionado, envuelto en cuentos de piratas, aventuras y luchas en alta mar, según la animada mente voladora e inquieta de un niño de 4 años. “Los mares pueden ser rudos, pero yo soy el capitán. No importan las dificultades, siempre sobresaldré”. “¿Héroes? ¡No! Somos piratas!”. Markel, que jugando en la ribera de la ría de Plentzia con su excavadora, imaginando mil y una hazañas, atisbó una bola de piedra que resultó tener siglos de peso. La historia se repite. ¡Markel lo ha vuelto a hacer! Ya con 6 años, localizó recientemente también a orillas de la ría de Plentzia otro proyectil datado entre los siglos XVI y XVIII, en esta ocasión se trataba de una bala de mosquete, “otro nuevo hallazgo que evidencia las contiendas navales y batallas que se produjeron en la villa con piratas y corsarios al frente”, traslada su padre, Jon. “Estas balas, también denominadas pelotas, eran proyectiles esféricos de plomo con un calibre generalmente de onza y media de bala, que disparaban los primitivos mosquetes”, añade el aita, aficionado a la historia y conocedor de las armas de época, que intenta “transmitir” a su hijo “el valor” de las huellas pretéritas y “que le pique el gusanillo”. Ha conseguido algo más. Sin duda.

La estampa volvía a ser la misma, la de tantos otros días de juegos en la ría, como la de aquel abril de 2021: Markel estaba en la orilla, desenterrando objetos que traía la marea: madera a la deriva, boyas… Pero esta vez se dirigió a su padre con una pequeña bola pesada: “Mira, aita, lo que he encontrado”. Jon enseguida intuyó de qué se podía tratar y le dijo a su hijo: “Markel, creo que esto es lo que disparaban los piratas hace muchos años con sus escopetas”. Otra vez, la imaginación del niño empezó a volar: corsarios, batallas, espadas, cañones, mosquetes… Las primeras palabras de Markel fueron: “Vamos, aita, rápido, tenemos que llevarla al museo”. Y así lo hicieron. Aunque primero, al igual que con la pieza anterior, acudieron a un arqueólogo a verificar que efectivamente se trataba de un proyectil de mosquete de entre los siglos XVI y XVIII. Después, sí, fue donada al museo Plasentia de Butrón de Plentzia para su conservación y exposición al público. Este espacio, que celebra su 25 aniversario este año, cuenta con una colección de más de 1.450 piezas que han sido halladas, donadas o cedidas.

Según recuerda el padre del incipiente arqueólogo, “Pablo Amores recoge en su libro que entre 1500 y 1800 hubo muchos piratas y corsarios en Plentzia”. Así que “¿quién sabe si la munición encontrada por Markel perteneció a famosos piratas como Juan de Plasencia, corsarios como Santiago de Larrazabal y Juan Díaz Ingles, o fue de la defensa capitaneada por el alcalde de Plentzia, que se enfrentó a unos corsarios franceses que apresaron un barco plentziarra y en la cual se registraron dos o tres disparos de mosquete a principios de 1700? O ¿quizás fue parte del armamento usado en el barco corsario La famosa Plenciana, con veinte tripulantes a bordo, creado para defender la bahía y el tráfico marítimo por vecinos de la villa?”, se pregunta Jon. “Los peligrosos mosquetes largos utilizados por los francotiradores eran muy eficaces, para abatir a la tripulación, especialmente al timonel, desde largas distancias”, apunta. ¡Qué maravillosa historia para Markel!