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Campo de Galdames a cielo abierto

La asociación local lleva más de 100 animales a la segunda feria ganadera en la antigua zona minera de Atxuriaga

Campo de Galdames a cielo abiertoE.C.

Con los últimos rayos de sol del verano, el entorno es idílico. Un parque “en los terrenos ocupados por la balsa y los restos de las minas Tardía y Berango en el que se han creado lagos que conforman un amplio espacio y se han plantado numerosos ejemplares de roble americano, arce real y fresno”, detalla el Ayuntamiento de Galdames.

El área recreativa de Atxuriaga, cuyo paisaje exhibe las cicatrices de la extracción del mineral, albergó ayer la segunda feria ganadera organizada por la asociación local AGAMUGA y el propio Consistorio. Un punto de encuentro para vecinos y familias del municipio y alrededores, así como para los numerosos senderistas y ciclistas que transitaron por la vía verde Montes de Hierro. Muy cerca se encuentra el centro de interpretación del trazado, en la antigua estación de La Aceña.

Más de 100 animales, “entre vacas, cabras, burros, ovejas, caballos, bueyes, un mulo” conformaron la muestra que “tras el éxito de la primera edición en 2024” regresó con la intención de “dar visibilidad al sector y la unión entre los ganaderos de Galdames”, explicó Javier Llano, uno de los “alrededor de 40 componentes” de la agrupación, “10 de los cuales son mujeres”.

A las 9.00, una hora antes de la apertura oficial, ya perfilaban los últimos detalles en el área del aparcamiento, que “por su amplitud y ubicación permite una buena distribución del recinto”, señalaron la alcaldesa, Raquel Larruskain, y la concejala de Cultura, Fiestas, Comunicación, Memoria histórica y Barrios, Nagore Orella. Muchos ganaderos se desplazaron hasta allí “andando y otros en carros, traerlos a todos por carretera hace bonito”, contó Javier Llano, rememorando la herencia más rural de la localidad.

Más de 100 animales, “entre vacas, cabras, burros, ovejas, caballos, bueyes, un mulo” conformaron la muestra

A día de hoy, en Galdames existe ganado “sobre todo vacuno y caballar, mientras que ovejas y vacas quedan pocas”. “Casi todo lo que producimos lo vendemos; los caballos marchan mucho para Iruña, Zaragoza... y el vacuno en gran medida al ferial de Torrelavega”.

Vivir en exclusiva del campo parece una utopía. “Ya no es posible teniendo muchos animales”, lamenta. Entre Javier y su hermano “cuidamos unas 90 vacas, 40 caballos de monte, una veintena de cabras, mi hijo tiene también cabras enanas, un par de burros, un poni…”.

Sus hijos encarnan el relevo generacional que, en su caso, ve factible porque “a los dos les gusta bastante, en especial al mayor, de 10 años”. Para Javi, el campo representa “desconexión y relajación” después de su jornada laboral y se encarga de los animales “sin hacer planes por anticipado, ya que siempre surgen más cosas añadidas”.

Dos txosnas y varios stands con representación encartada, por ejemplo, en forma de quesos de Karrantza y Güeñes y de Galdames en particular –con el pan de horno de leña Saratxaga y los arándanos de Bizkai Berries– ofrecieron la oportunidad de degustar productos de la comarca hasta uno de los actos estrella de la jornada junto con los paseos infantiles a caballo.

Pastoreo con perros

A mediodía tomó el área recreativa de Atxuriaga una exhibición de pastoreo con perros de la mano de Bizkaiko Artzain Txakurren Elkartea.

Con intención de “hacer algo más original” que pusiera a prueba la habilidad de los canes, pastores vascos, para conducir a dos rebaños integrados por 15 ovejas latxas cara rubia cada uno, prepararon “un recorrido a completar en 12 minutos en lugar de dos de siete” a través de setos, un embudo estrecho y “un camino con banderas para que crucen entre ellas”, indicó José Ramón García-Diego, matizando que “el tiempo computa en caso de empate”.

Natural de Sodupe, dio sus primeros pasos en el pastoreo con perros “a los 20 años y tengo 50” aún recorriendo campeonatos. Recientemente cosechó un segundo premio en un concurso en Catalunya. Su experiencia le dice que “a los cuatro o cinco meses de vida” los cachorros ya emiten señales de su destreza en el pastoreo. Lo que llama “el instinto; es decir, la inclinación natural a perseguir a las ovejas”.

Un talento que se perfecciona “entrenando”. Aprenden comandos como “izquierda, derecha, lleva y túmbate”. Que las ovejas escapen o pasen fuera de las áreas delimitadas penaliza y “tres mordiscos del perro” para meterlas en vereda significa expulsión. Aunque cada maestrillo tiene su librillo. “Ha venido un chico que les ordena a los perros: ¡háblalas!, se comunica con ellos casi como amigos” y otra joven promesa de 15 años demostró sus aptitudes en Galdames.