"Me daba pena abandonar los viñedos tras ver cómo habían trabajado mis padres para tener la bodega”, cuenta Oihane Ojanguren que en “2019” dejó su anterior trabajo y comenzó a gestionar el txakoli Erdikoetxe, que cuenta con viñedos en Lezama, donde se ubica la bodega, y Galdakao, donde tiene una casa rural. Ese legado que habían creados sus aitas durante 40 años fue el punto de inicio de una labor que Oihane Ojanguren ha visto cómo ha cambiado. “No tiene nada que ver el txakoli de hace 40 años con el de ahora. El producto ha cambiado y mejorado mucho”, afirma la productora. 

En sus viñas cultiva cuatro variedades de uva: “hondarribi zuri, hondarrabi zerratia, gros manseng y hondarrabi beltza”. Con esos productos, bajo el sello de Erdikoetxe, que forma parte de Bizkaiko Txakolina, ofrecen a los clientes tres txakolis: “blanco, rosado y tinto”. Todo ello tras un proceso “muy largo ya que nosotros comenzamos en septiembre con la recogida de la uva y hasta diciembre más o menos estamos haciendo trabajos de filtraciones, entre otros aspectos. A inicio de año, podamos y hay que embotellar… Para lograr un buen producto hay que trabajar todo el año”. Tras un 2024 para olvidar, “el peor año que he conocido”, confía en que esta campaña sea mejor para la producción de txakoli. “Estamos mirando todo el día al tiempo”, afirma. 

Recepción “La relación con Bizkaiko Txakolina es muy estrecha. Hay un grupo que siempre está dispuesto a ayudar”, destaca Oihane Ojanguren que pone en valor este vino referente en el Territorio Histórico: “Nuestro txakoli está listo para competir con los vinos que hay tanto en el mercado estatal como internacional”. Aunque eso sí, falta por dar a conocer que además del txakoli blanco también hay rosado y tinto.

Y esa percepción la recibe de primera mano a través de las personas que se alojan en su casa rural. “Están dispuestos a probar nuestro txakoli que es un producto local. Cuando te dicen que les gusta mucho nuestro vino, te das cuenta que trabajar elaborando txakoli merece la pena”.