Son horas y horas de seguimiento de los traficantes; no pocas veces se prolongan meses e incluso años. En ocasiones hay que llegar a pausarlas durante un tiempo porque el camello se ha percatado del rastreo al que está sometido por parte de la Policía.

Detrás de operaciones como la que el pasado 27 de marzo permitió incautar más de cien kilos de droga y desarticular un grupo criminal organizado -que concluyó con trece personas detenidas y siete investigadas- hay meses de trabajo a pie de calle, que muchas veces arranca con el aviso de un ciudadano alertando, por ejemplo, de que en un establecimiento se trafica con sustancias.

No es raro que surjan ramificaciones internacionales -dejando a un lado la marihuana, todas las sustancias que se consumen en Bizkaia llegan desde el exterior- y toda la droga que se incauta, salvo una pequeña parte que Sanidad guarda por si alguna de las partes pide nuevos análisis, tiene el mismo destino: una incineradora en la que se destruye.

Hasta que llega el día en el que se llevan a cabo entradas y registros en pabellones y viviendas es necesaria una ardua investigación, en la que cada detalle puede llegar a ser determinante para dirigir la indagación en una u otra dirección.

El jefe del Grupo de Drogas de la Ertzain-etxea de Bilbao, Hermelo Molero, confiesa que no hay ninguna igual que otra aunque reconoce que todas tienen similitudes “en el aspecto de cómo trabajamos”.

Distribución de la droga

En la mayoría de las ocasiones, la droga se distribuye de forma jerárquica. “Hay una persona que tiene más capacidad y va distribuyendo a otros”, afirma. Por este motivo, lo normal es arrancar en la parte más baja de la pirámide e ir avanzando en ella.

En primer lugar recopilan información sobre el presunto tráfico de drogas y, una vez la tienen, la analizan, trabajan y contrastan hasta que ven si todo tiene sentido o no.

Si lo tiene, el modus operandi es el de hacer vigilancias y seguimientos sobre esa persona o personas. Empiezan a cubrir citas de esa persona, con quién se junta, si lo hace con otras personas del ámbito delincuencial... y si detectan indicios razonables de que pueden estar ante un delito de tráfico de drogas, judicializan el caso.

Judicialización del caso

Cuando se llega a este punto quiere decir que toda la información recopilada tiene sentido y la Ertzaintza necesita “herramientas que solo te puede dar el juzgado”, apunta Molero, quien remarca que “cuando vamos a una fase judicial es porque policialmente tenemos muchos indicios”. De no ser así, siguen trabajando en los casos antes de derivarlos a los juzgados para no saturarlos.

De hecho, que una investigación judicial sobrepase los seis meses -se considera una investigación especial- “genera unas dificultades para el juzgado”. Por este motivo, la Ertzaintza únicamente acude al juez cuando la investigación está “muy canalizada” y tienen a los individuos “muy controlados”. No obstante, a medida que se avanza, se puede ir ampliando en plena fase judicial. Realizan intervenciones telefónicas, balizamientos de vehículos o lo que corresponda.

Fase final

La investigación continúa su curso intentando implicar a más personas y cuando el caso está maduro y consideran que tienen indicios sólidos del delito “se decide intervenir”. Junto con el juez de instrucción se prepara la denominada fase final. “Puede ser que ya tengamos información de que se va a hacer un trasvase de droga, una entrega, un intercambio y elijamos ese momento para intervenir y de ahí arrancar ya todo el resto de detenciones”, expone el jefe del Grupo de Drogas de la Ertzain-etxea de Bilbao. Una vez finalizadas las detenciones y los registros, se presenta al juzgado un atestado -droga, dinero o cualquier evidencia- con el que se evalúa si hay pruebas suficientes para que los arrestados ingresen en prisión, dejarles bajo fianza o en libertad.

Es de esta manera como se pone fin a una investigación policial contra el tráfico de drogas. No obstante, las evidencias que han recogido -telefonía, anotaciones, etcétera- pueden ser útiles como nuevas líneas que pueden servir a la Ertzaintza para abrir una futura investigación desvinculada de la que ya han concluido o, por otro lado, para intentar llegar a otras personas que no conocían o de las que no tenían suficientes indicios.

¿Cómo se destruye la droga?

Es una Policía que no ha intervenido en la investigación la que se lleva la droga a destruir. “Está todo muy tasado y hay un control constante tanto por parte de la adjudicatura como por la parte policial”, justifica Molero. De esta manera, la droga que se ha ocupado en las calles cuenta con filtros que hacen que se evite cualquier tipo de desaparición o que se pueda manipular esa droga. “Está todo controlado”, apostilla el jefe del Grupo de Drogas de la Ertzain-etxea de Bilbao.