Francisca Inchausti Azarola (01-IV-1885) fue la histórica y querida regente del refugio del Paga, llegada a Bilbao con 22 años desde Antzuola, Gipuzkoa. La Paca estuvo casada con el barbero y también montañero José Herrán Álvarez, este nacido en El Ferrol (15-III-1879). Se conocieron tres años antes de casarse en una romería en Plentzia donde él le sacó a bailar. Sabemos que en 1920 vivieron en la calle Cortes; que tuvieron seis hijos y uno de ellos cogió el testigo del refugio.

El 2 de noviembre de 1919 se abre este pionero refugio que ella atendió tantos años y 35 años después, uno antes de las fotografías de aita que reproduzco hoy en este artículo de Historias Montañeras en DEIA, y que son inéditas, se inaugura con 200 volúmenes la primera biblioteca en un refugio de montaña. Eran estanterías corridas y un fichero para que aquella persona que retirase un libro apuntara su nombre. Sólo para federados y fue el mismísimo Esteban Calle Iturrino, del Club Deportivo Bilbao (CDB), quien hizo la selección de aquellos ejemplares.

Momento de la misa montañera en el refugio del Paga (1955). Javier García Rodrigo

Dos años después de su apertura es cuando regenta La Paca el refugio: en 1921 y hasta 1961. Dicen que ni una sola noche en 40 años dejó de dormir en él. Pero vayámonos más atrás en el tiempo. En 1906, con 21 años, trabaja de dependienta en una tienda de la calle Sombrerería esquina Correo, del Casco Viejo de Bilbao, propiedad del socio del CDB Francisco Larracoechea, gran aficionado a la lírica. Al año siguiente solicitan ampliar el refugio los del CDB, porque cada vez sube más gente.

Esta mujer ha sido lo mejor que les podía haber pasado a miles de montañeros durante décadas en el refugio más visitado de Euskadi. No tiene mucha bibliografía, pero se merece más. Estornes nos cuenta en su blog El rincón de César que “Paca ha sido la luz que siempre estaba encendida en las tinieblas de los montañeros perdidos”.

Javier García Rodrigo, aita de Iñaki G.U., autor de las fotos, posa el 29 de mayo de 1955 en el refugio.

Aita, todavía sin botas de monte, sube con abarcas y cachaba telescópica al Pagasarri. Era 1955. Contaba 18 primaveras mi progenitor. Tiró las fotos que, por supuesto, él mismo reveló en Miraballes. Un documento gráfico elegante que Javi Fotos inmortalizó. En las imágenes vemos el homenaje que le hicieron a Paca en 1955, hace 70 años.

En 1961 se instala la luz eléctrica en el refugio, con un costo de obra de 44.000 pesetas (264,5 euros de hoy en día) y tres años más tarde llega el teléfono, algo que era necesario para poder atender emergencias dada la creciente querencia ciudadana por esta cumbre. Era normal en el Bilbao de aquella época escuchar, en cualquier rincón, la siguiente pregunta cuando llegaba el sábado: ¿Qué, mañana al Pagasarri?

El 29 de mayo de 1955 es cuando celebran el homenaje. Ella está tremendamente agradecida y emocionada. Comienzan con una misa montañera a las 11.30 horas y a las doce del mediodía le otorgan el título de este artículo. Le entregaron una fotografía dedicada por las autoridades civiles y personalidades deportivas de Bilbao. Estuvo el gobernador civil y el alcalde de la villa. El Ayuntamiento le hizo otro regalo. Convirtieron la campa del Paga en una manifestación de cariño. Dicen que hasta la hierba vibró con aquel tributo. También le entregaron una placa en recuerdo de ese día, de manos de Arenzana y Calle Iturrino, tomando la palabra este último y cerrando el acto con un aurresku en su honor.

Sabemos que desde ese día le costaba pensar en volver a subir al Everest de Bilbao. Decía: “A veces viene mi hijo Esteban y medio en bromas o medio en serio me dice: ¿Ama, subimos?... me emocionaría mucho…”.

Montañeros llegados al homenaje. Javier García Rodrigo

Paca una mañana dejó su casa y echó a andar. Se acostumbró a ver marcados los pasos de sus hijos en la nieve, cuando bajaban por el camino a la escuela de Torre Urizar. Decía que los montañeros son “auténticos hombres, verdaderos caballeros, nunca me han faltado al respeto y la puerta de mi casa se habría sin ningún miedo hacia ellos”. Dejó las riendas del negocio a José María y estando él se produjo un curioso suceso. Subía al refugio como cada día y al entrar observó que las cosas no estaban en su sitio y faltaban algunas cajas de cerveza vacías, refrescos amontonados en otro sitio junto a una ventana trasera…

Vamos a dejarlo aquí, pero ya les anuncio que tengo previsto publicar en formato cronológico diversas referencias pagasarristas que he ido anotando tras la búsqueda de información de la princesa del lugar. Feliz domingo montañero, amigos.