El 29 de diciembre se presentó el libro Pagasarri gurea, que es un recuerdo al último guarda del Paga, donde estuvo 35 años implicado en cualesquiera de las muchas actividades y trabajos de un puesto que se amortizó con él. El acto se celebró en el refugio del Paga –¿dónde mejor? –en compañía de familiares y amistades de Rafael. El 28 de enero tuvo lugar otra presentación, ésta más formal. Estuvieron 70 personas en el Hika Ateneo de Atxuri, en Bilbao, siendo el sociólogo Imanol Zubero –profesor de EHU/UPV– junto a Mikel Toral, hermano de Rafa, y Txapu, un referente de Ekologistak Martxan, quienes oficiaron el encuentro que, a su vez, fue un debate abierto.

El domingo 9 de febrero ascendimos al Pagasarri para tirarnos la fotografía que manda en este artículo y conocer, por mi parte, algo más de la historia de este bilbaino que dejó marca imborrable en el lugar. No hay más que preguntar a los pagasarristas y no hay duda de que Rafa fue una extraordinaria persona.

Desde la página 22 hasta la 80 contiene fotografías. Es un bonito recorrido por las cuatro estaciones de esta bella montaña

Vayamos con el libro. Son 100 páginas coescritas por cinco personas. Vamos a ver quiénes son y qué nos cuentan. Pero antes, decir que el interior de la portada y su página paralela es una noticia de DEIA, del 10 de marzo de 2002, firmada por Ruth Manzano, y titulada Mil setecientos árboles más para el Pagasarri. En la fotografía se ve al por aquel entonces diputado general de Bizkaia, mi buen amigo deustuarra Josu Bergara, entre montañeros, en la fuente del Tarín. En 14 páginas y en tipo de letra muy reducido estamos las 5.525 personas que pusimos dinero para comprar los terrenos del Tarín. Aita y yo nos encontramos en esas páginas... Pagasarri gurea se llamó la iniciativa y así se titula el libro.

El final del trabajo, dado que desde la página 22 hasta la 80 contiene fotografías, es un bonito recorrido por las cuatro estaciones de esta bella montaña bilbaina. Se titula Lecturas en la cima del Paga. Es Imanol Zubero quien explica de una manera especialmente bonita por qué decimos con el diminutivo Paga acortando y omitiendo -sarri. Idem con Ganeko sin su -gorta. Son dos hipocorísticos –ni idea del palabro–. Es un término griego que significa acariciador y que como bien anota el montañero de Alonsotegi, es forma diminutiva usada como designación cariñosa. Durante su exposición de motivos, Imanol se muestra preocupado por la posible instalación de un parque eólico en el lugar.

Mikel Toral, Iñaki García Uribe e Imanol Zubero. Iñaki G.U.

Luego, la periodista Solange Vázquez, titula sus dos páginas como El jardín secreto de Bilbao. Es una loa a la riqueza natural del entorno con 500 plantas diferentes catalogadas por Pagasarri gurea; entre ellas cuatro orquídeas, casi nada. También las hay carnívoras y frutosas.

Carlos Benito, otro periodista, con el que me une amistad, en su capítulo Esa especie invasora da lugar a la falsa interpretación de lo que escribe. Nos cuenta la relación de los pagasarristas con el origen del excursionismo en la villa. Cómo estos recuperaron la romería de San Roque, perdida, con el popular dulzainero Drogas que hacía las delicias de los bilbainos.

El poeta vasco, dicen, más importante en lengua española, José Fernández de la Sota, titula lo suyo como Pequeña montaña mágica. Se nota su pluma de escritor por lo bonito de su redacción y nos cuenta que el Paga ha sido el patio de recreo para muchas generaciones de bilbainos. De cómo Unamuno a Blas de Otero eran asiduos a la montaña. También destaca la importancia de las neveras (elurzulos).

Para los que amamos el Paga es un recuerdo de una de las personas más interesantes que ha vivido en el lugar

Otro buen amigo y maestro, el alpinista Juanjo San Sebastián –que triplica el espacio escrito por los demás– hace una preciosa explicación de lo que le dio el Paga, que fue todo, como montañero. Le contaba su aita que subió él solo con 3 años por vez primera; y también su primera vez esquiando en Arnotegi... Bueno, se deslizó con unas tablas de madera atadas a sus chirucas. Introduce el dato de cómo en el siglo XVI se masacraron los bosques de hayas (pago-pagasarri) para la construcción naval de los viajes a América. Y otro dato: a fines del XIX la mortalidad infantil en Bilbao era, tras San Petersburgo, la mayor de Europa con el 60% de niños fallecidos. El montañismo llegó al Pagasarri de la mano del higienismo y eso ayudó a parar los contagios. Termina con la histórica Copa del Pagasarri de 1912.

Por último, Mikel Toral cierra el libro con un pequeño capítulo fenomenalmente resumido en formato biográfico de su hermano que titula: Rafa Toral (1958-2018) El guardián del Pagasarri.

El libro cuesta 15 euros y se puede adquirir en el propio refugio del Paga, así como en el bar El Esquinazo de San Adrián, la taberna Quintana de la plaza el Gas o en el Asador Mendipe de la capital vizcaina. Para los que amamos Pagasarri, es un recuerdo, un álbum fotográfico y una memoria de una de las personas más interesantes que ha vivido en el lugar.