No están en las antípodas pero casi. La nueva ordenanza de terrazas que está elaborando el Ayuntamiento de Bilbao cuenta con un ring de boxeo que tiene a un lado a los vecinos y al otro a los hosteleros. “Nosotros abogamos por mantener los criterios actuales, si bien hay algunos que se pueden optimizar”, afirma Héctor Sánchez, gerente de la Asociación de Hostelería de Bizkaia, quien considera que hay ciertos puntos que no son negociables. ¿Cerrar media hora antes? “No tiene ningún sentido”.

Actualmente hay 1.440 terrazas en la ciudad, ¿son muchas, pocas o las justas y necesarias?

Desde antes de la pandemia los usos y gustos de la clientela han ido variando. En Bilbao hace unos años no había tantas terrazas porque los clientes buscaban otro tipo de servicio y ahora la gente quiere ver el cielo, socializar fuera… Y luego está la climatología: cada vez llueve menos y hace más calor. ¿Si son muchas o son pocas? Si hay las que hay es porque la gente lo reclama y la hostelería lo emplea como un complemento. 

¿El covid fue la excusa perfecta para la proliferación indiscriminada de terrazas?

Hubo un periodo con mayor permisividad cuando la actividad hostelera estaba muy limitada en los interiores. Es verdad que los ayuntamientos abrieron la mano, pero esa mano volvió a la situación anterior. A día de hoy no hay más terrazas que en la época precovid. El boom coincidió con la prohibición de fumar. La única alternativa que tenía el fumador era dejar dentro la consumición y salir a fumar fuera. Es ahí cuando el número de terrazas sufre un incremento. 

¿Son hipócritas quienes ven con buenos ojos los bares siempre que no estén bajo su domicilio?

Tenemos que ser honestos y coherentes. Hay situaciones en las cuales los hosteleros y los clientes tienen que ser comprensivos con situaciones que viven los vecinos. Las calles son para transitar y hay que permitir el tránsito. A veces somos bastante egoístas. Si yo no quiero que me griten y canten debajo de casa tampoco lo debo de hacer en otras ubicaciones.

“Estamos equivocados si pensamos que cuando un local de hostelería pide una terraza el Ayuntamiento se lo da de manera automática”

La Federación de Asociaciones Vecinales ha afeado al Consistorio que no haya tomado medidas más restrictivas en zonas que consideran saturadas, como con los pisos turísticos. ¿Comparten esta visión?

A diferencia de lo que sucede con las viviendas turísticas, que está habiendo una proliferación de las mismas, uno va a las zonas que podemos pensar saturadas de terrazas y no están aumentando. Es una diferencia notable. Estamos equivocados si pensamos que cuando un local de hostelería pide una terraza el Ayuntamiento se lo da de manera automática: no es así. Hay que cumplir con unas condiciones concretas.

Además de las zonas habituales, como Ledesma o la Plaza Nueva, los vecinos han puesto en el disparadero el muelle de Marzana.

Habría que ver lo que era el muelle de Marzana cuando no había hostelería y terrazas y ver lo que es ahora. Hay un establecimiento que fue precursor de la revitalización de toda esa zona: el restaurante Mina. Cuando se instaló no era una zona de tránsito agradable. Ese espacio ha ganado en cuanto a seguridad, presencia… y ha sido gracias a la actividad hostelera. Es una zona de tardeo alternativa, porque no son locales que cierren tarde.

La prohibición de estufas y calentadores de gas, ¿alejaría a los clientes de las terrazas los días más fríos?

Su uso no es algo mayoritario, pero habría que hacer un análisis sobre qué es lo que más contamina. ¿Un kilovatio de gas o un kilovatio de electricidad? Si uno va al origen, ve que el kilovatio de electricidad genera más emisiones. En ese sentido, ni estamos a favor ni en contra. Simplemente creemos que se tiene que hacer un debate con datos reales y científicos.

Porque luego llegan las sentencias...

Tenemos un ejemplo a nivel estatal en Madrid, que prohibió las estufas de gas, lo que se llevó a los tribunales, donde les han dado la razón porque no ha quedado demostrado que las estufas de gas sean un foco más contaminante que otros.

Otro punto contempla que las terrazas se adapten al tránsito peatonal y no al revés. ¿Es lógico, no?

Sí, por supuesto, ahí no tenemos ninguna duda. Pero ya se hace. La ordenanza no va a instalar obligaciones que en este momento no haya; puede modular distancias, pero ya hay unos pasos mínimos que la terraza debe dejar con respecto al tránsito. 

Los vecinos apuntan también a las terrazas formadas por mesas altas en aceras estrechas.

El problema no viene de la terraza en sí, porque la mesa tendrá solo dos taburetes, el problema es la gente que se pone alrededor. Si queremos seguir socializando de la manera en la que lo hacemos, tenemos que ser conscientes de que hay otras personas que tienen derecho a transitar. 

A nivel de facturación, ¿qué reducción puede suponer para un local cerrar media hora antes?

La cuenta es sencilla, sin entrar en euros. La reducción de media hora, con la que estamos totalmente en contra porque creemos que no soluciona ninguno de los problemas que señalan los vecinos, supone una media de 200 horas menos de actividad por terraza. Si nos vamos a las 1.440 terrazas de Bilbao y las multiplicamos, da casi 300.000 horas menos de actividad. Una restricción así, cuando Bilbao no es la ciudad más permisiva del entorno, no tiene ningún sentido.

“Si a las cuatro de la mañana me pongo a cantar el himno del Athletic la culpa no es del hostelero, lo que sucede es un problema de orden público”

Uno de los argumentos esgrimidos por los vecinos es que el ruido no se soluciona con la ordenanza.

El mayor foco de ruido que hay en la ciudad es el tráfico. Y si no quiero oír el ruido de tráfico, tendré que vivir en un caserío, pero sin la posibilidad de ir a comprar el pan andando. Estamos hablando de las terrazas como si fueran las únicas fuentes de ruido. Las ciudades son ruidosas y, en la medida de lo posible, tenemos que tratar de mitigarlo. Hay otras fuentes de ruido que ahí están, como el botellón. Es algo que no se tiene que permitir pero es difícil de perseguir. Si a las cuatro de la mañana me pongo a cantar el himno del Athletic la culpa no es del hostelero, lo que sucede en la calle es un problema de orden público. 

¿En qué punto está ahora la negociación a tres entre el Ayuntamiento, vecinos y hosteleros?

En estos momentos cada parte está dando su punto de vista. Los intereses de una parte y de otra son difícilmente conciliables. Mal que pese, será el Ayuntamiento el que tendrá que hacer de árbitro. Detrás de estas horas de actividad que quieren quitar hay muchos puestos de trabajo. Tenemos que mostrarnos como el modelo de ciudad que queremos: una ciudad de servicios con mucha población flotante y un turismo incipiente.

¿Es posible encontrar una solución que satisfaga a ambas partes?

Nosotros abogamos por mantener los criterios actuales, si bien hay algunos que se pueden optimizar. Los que están dando un salto importante en sus reclamaciones son los vecinos, pidiendo un cambio absoluto de paradigma. Hay micropymes, con economías familiares que dependen de ellas, con inversiones y endeudamiento en base a una parte de su negocio, que es la terraza.