"Todos los años hay varios ingresos con sospecha de maltrato”. María del Carmen Pinedo, pediatra del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, estima que “en un hospital terciario, de gran tamaño y con urgencias, puede haber cuatro o cinco casos al año de niños de corta edad hospitalizados con lesiones mayores producidas por malos tratos”. Son aquellos “en los que se da parte al juez en el momento e incluso se llama a veces a un forense para que venga a valorar al niño”, afirma y precisa que las víctimas son “de todas las edades, pero a veces son más graves los de niños que no son capaces de expresarse, lactantes en los que ves las lesiones pero no puedes tener una explicación por su parte”.
No son los únicos que despiertan las sospechas de los pediatras. “Estamos habituados y formados, sin que sea una cosa que veamos todos los días, para detectar lesiones que pueden no ser accidentales o situaciones de riesgo en las familias o en los contextos sociales de los niños”, explica Pinedo, quien detalla qué puede hacer saltar la alarma. “Ante determinados tipos de fracturas o lesiones, si los familiares no nos cuentan una historia congruente con lo que vemos, si han tardado en consultar o hay una reiteración de diversos tipos de accidentes, a veces podemos sospechar que estamos ante un caso de maltrato o de omisión de cuidados de los niños”, expone.
De estos casos, que pueden ser o no fundados y se ponen en conocimiento de los servicios sociales “para ver si hay algo o simplemente ha sido un descuido”, pueden registrarse “uno o dos al mes”, estima. “También puede haber sospechas de uno de los padres en caso de separaciones. Vienen contando algunas cosas, tú las reflejas en la historia y miras bien al niño, pero quizás luego quedan en nada”, dice.
En cuanto a las lesiones que hacen saltar la alarma, cita los hematomas en zonas no convencionales. “Los hematomas son muy habituales en las piernas de los niños que caminan y corren, pero si empiezas a verlos en otros sitios, como la espalda o la zona lumbar, o en un niño que no camina todavía solo, sí que nos llaman la atención”, asegura. Lo mismo que “ver hematomas de distinto tiempo o lesiones en las orejas que puedan ser producidos por un tirón. Hay veces que vemos hasta quemaduras de cigarro”, indica.
Hematomas en espalda, zona lumbar u orejas, quemaduras de cigarro, fracturas en bebés o hemorragias cerebrales ponen en alerta a los médicos
Hay algunos tipos de fracturas que levantan asimismo sospechas, dice, como las que se producen en menores que todavía no andan o “algunos tipos de fracturas de las placas de crecimiento que pueden suceder por zarandeo”. “Por zarandeo –añade– también hay lesiones, que pueden ser hemorragias cerebrales y, cuando hay alguna sospecha de ese tipo, es importante lo que la familia cuente, si te cuentan un mecanismo compatible o no”. En caso de ser necesario, detalla, “se hacen radiografías de todos los huesos, un estudio del fondo de ojo, les ven los oftalmólogos para ver si hay algún tipo de hemorragia en la retina, y se completa un poco hasta lo que parezca sensato”.
Dado que “se tiene mucho en cuenta la protección del menor”, los pediatras muchas veces no conocen el desenlace de los casos sobre los que dan aviso. “El juzgado no tiene por qué informar al hospital de cómo ha terminado eso. Te enteras, por ejemplo, si hay una retirada de custodia mientras el menor está ingresado o si tienes que ir a declarar por haberle atendido. Si tú eres el pediatra del ambulatorio, quizás si sabes si a ese niño le han separado de su familia, pero muchas veces no sabemos en qué queda al final. Se es muy estricto con la información del menor”, recalca Pinedo.
No obstante, explica que en ocasiones “se descubre que el niño tiene algún problema en la coagulación de la sangre o en los huesos que ha favorecido esas lesiones y no ha sido, afortunadamente, un caso de maltrato”. Otras veces, apunta, “son casos leves en los que se ponen dispositivos de servicios sociales, un educador o un trabajador que supervisa o que ayuda un poco a la familia y no vuelve a suceder nada”.
Los padres, a los que informan de que van a dar parte al juzgado, acogen la noticia con “sorpresa, nervios o sin inmutarse”, pero “son colaboradores”, ya que se les explica que “lo fundamental es la protección del menor y que nosotros no estamos juzgando ni valorando nada”, dice.
Por su parte, Leire Ascargorta, vocal de Bizkaia de la Asociación de matronas de Euskadi, explica que, “cuando durante el embarazo hay una sospecha de violencia de género o de que la mujer pueda ser víctima, nos ponemos en contacto con pediatría y atención primaria para proteger a la mujer. Si necesita algo, para que el ambulatorio sea un entorno seguro y, en el momento en que nace la criatura, porque hay un menor que también es víctima antes de nacer”.