Carmen Barbero rompe moldes. Porque nadie se imaginaría que la instructora en el uso del móvil de un grupo de personas mayores fuese una mujer de 82 años. Pero eso es lo que hace precisamente esta vizcaina afincada desde hace 54 años en Logroño. Allí es donde, como voluntaria, Carmen imparte clases de nuevas tecnologías a los usuarios del Centro de Participación Activa (CPA) de Lobete. “Me da mucha satisfacción”, reconoce.

Natural de Erandio Goikoa, Carmen es incombustible. E incansable. “Tengo la agenda apretada, pero estoy muy a gusto”, dice. No exagera. “De tecnología doy clases los lunes, martes y jueves por la tarde en Lobete. Y también voy los miércoles y los viernes de 17.30 a 19.30 horas a dos parroquias que me han pedido que les enseñe”, explica. Pero no acaba ahí la cosa. “Los viernes por la mañana doy clases de francés de hora y media cada una a dos grupos: uno de inicio y otro de avanzado”. En total, pasan por su manos en torno a 120 alumnos.

Pese a este trajín, para nada se siente estresada. Al contrario. “Los días que no hay clase me aburro. Voy a dar algún paseo con los amigos, pero por lo demás en casa, ¿qué vas a hacer? Estudio un poco, me pongo al ordenador para trabajar sobre lo que voy a dar el día siguiente…”, señala. Lo peor es cuando llegan las vacaciones, tan esperadas por otros: “En Semana Santa, verano y Navidad se para toda la actividad. El resto de los días tenemos ocupaciones y esto es algo que me gusta. Además, la familia está orgullosa de tener una persona mayor dando estas clases”.

Reconoce esta erandiotarra que siempre se ha manejado bien con las tecnologías. “Y siempre me ha gustado enseñar a las personas”, añade. Cuando vivía en Bizkaia, trabajó como secretaria en una empresa y como interprete de francés en El Corte Inglés. Pasó después un tiempo en París y a su vuelta se casó con un riojano, Aurelio Jorge, con quien vive en Logroño desde hace más de medio siglo. Y en la capital riojana desarrolló esa vocación por la enseñanza. “Siempre me ha gustado transmitir mis conocimientos”, remarca. Así, en 1995 empezó a ejercer como voluntaria en el CPA de Lobete, por entonces denominado Hogar de Personas Mayores. Entonces impartía conocimientos del uso de programas informáticos como Word, Power Point o Photoshop, así como sobre una por entonces incipiente tecnología sin la que hoy resulta imposible entender nuestro día a día: Internet.

Desde hace algo más de una década, cuando se popularizó el uso de los smartphones, Carmen también se dedica a instruir a las personas mayores en el manejo de estos dispositivos. “Les doy lo que necesitan. Les pregunto para qué van a usar el móvil y les enseño lo que quieren aprender”. Las dudas suelen centrarse en la utilización del Whatsapp, del correo electrónico y de aplicaciones como Google Maps. “Sobre todo quieren saber cómo activar el GPS y mandar una ubicación, porque son personas mayores que cuando van de viaje o excursión a un sitio igual se distraen. Por ello, quieren saber mandar dónde están ubicadas para que les vayan a buscar y poder reencontrarse con el grupo”, explica.

Carmen muestra su teléfono en un aula del CPA de Lobete. Efe

CHATGPT

A Carmen le gusta estar al tanto de las novedades en el campo de las tecnologías de la comunicación, que son constantes. “Investigo y lo que no sé, lo pregunto. Hay una persona que es ingeniera informática, residente en Catalunya, a la que cuando tengo dudas le consulto, pero por regla general soy autodidacta”, confiesa. Cómo no, la vizcaina está familiarizada con el manejo de herramientas de Inteligencia Artificial (IA) como el ChatGPT y se las acerca también a sus alumnos: “En clase hemos hecho el ejercicio de pedir a la IA que haga un poema para felicitar a tal persona, con tal nombre, que es un maestro jubilado… Me lo crea al momento y yo les explico cómo se hace”. Y está expectante por poder conocer más a fondo DeepSeek, la nueva herramienta de IA creada en China: “Habrá que ver cómo funciona”.

Carmen se toma muy en serio su labor y es concienzuda. “En casa tengo dos ordenadores y dos móviles y, por supuesto, ensayo todo antes de dar la clase. A los alumnos les doy papeles con anotaciones paso a paso y con dibujos explicativos, porque la gente mayor en clase igual si lo entienden, pero muchas veces cuando salen ya no se acuerdan”, desvela. En cualquier caso, trata de que sea algo divertido “No estamos en un colegio. Solemos hacer unas risas porque cuando se equivocan me dicen que ellos no han tocado nada. ¡Habré sido yo!, les respondo”, apunta en tono jocoso.

Por si fueran pocas sus ocupaciones, Carmen también es miembro de la Asociación Amigos de los Retablos de Logroño. “Hay un profesor que nos da los martes a la mañana clase de cultura, de gótico, románico… Vamos a visitar museos, iglesias, bodegas…”, explica. Pese a que lleva más de media vida en La Rioja, no ha perdido el contacto con sus raíces. Cuando sus compromisos se lo permiten, viene a Erandio Goikoa a ver a la familia. Lo hace a menudo. Ellos también están encantados con esta afición de Carmen por la tecnología, aunque los más jóvenes le tienen un poco de miedo. “No me dejan que les mire el móvil por si acaso encuentro algo que no quieren que vea”, asegura. Y es que no hay brecha digital que pueda con ella.