Fernando y Rosa (nombres ficticios) habían convivido siempre con una relación muy estrecha. Ella fue su madrina de bautizo, y también de boda. Se veían prácticamente cada día, sin embargo, la llegada de la pandemia les alejó por un tiempo. Fernando nunca pensó que aquello pudiera afectar, no solo a su relación, si no también al deterioro cognitivo de Rosa. Aquello supuso un antes y un después, ya que fue en la época en la que un vecino aprovechó la situación de Rosa para empezar a gestar una estafa por la que casi pierde su patrimonio de más de un millón de euros.
Fernando cuenta que la disminución de las relaciones sociales durante el covid hizo que Rosa “fuera perdiendo la cabeza a pasos agigantados”. Al principio pensaron que era un problema de falta de audición, sin embargo, era más que eso. Rosa estaba sufriendo demencia con cuerpos de Lewy, algo que la dejaba en una situación “completamente vulnerable”. Y es que, aunque todos los médicos le recomendaban ingresarla en una residencia, al no ser familiar directo, Fernando tuvo que empezar un largo proceso judicial para ordenar su ingreso. Dificultando así, el bienestar de Rosa.
Primera fase de la estafa: préstamo de 20.000 euros
Fernando se percató de que algo ocurría cuando encontró los documentos que señalaban la venta de unas acciones y su madrina le trasladó que ella no había vendido nada. Acudieron al banco y allí, la directora del mismo señaló que Rosa había acudido días atrás porque necesitaba 20.000 euros para prestarle a una mujer que había tenido un accidente con el coche. Pero ella no se acordaba.
Este suceso estuvo acompañado de muchos otros en los que tanto la policía como los bomberos tuvieron que interceder por los delirios que la enfermedad provocaba en Rosa. En una de las ocasiones en la que Fernando también estuvo presente, se cruzo con un vecino que mostró una actitud “muy desconcertante” al preguntar de forma muy insistente sobre su parentesco. “Le conté que no era su hijo, sino su ahijado y que por eso no podía incapacitarla y que ya había comenzado el proceso judicial para internarla, y eso, creo, hizo que la estafa se acelerara”, se lamenta.
La notificación del juzgado: un antes y un después
A Rosa le llegó una notificación del juzgado del proceso que Fernando había empezado, y esa fue la oportunidad que este vecino aprovechó para ponerla contra su ahijado. “La llamé un día y me dijo llorando que había escrito un libro en el que supuestamente yo decía que ella estaba loca, que lo habían dado con el periódico y que todo el barrio se reía de ella”, cuenta apenado, e intuye que esa notificación fue la que utilizó el vecino para contarle “esa película”. Tras esto, el vecino le negó constantemente la entrada a casa de Rosa.
Pocos días después acudieron al banco para tratar de poner todo el dinero a nombre del vecino, pero la directora se negó. Entonces, acudieron a una notaría donde Rosa le nombró como heredero, ya que ella pensaba que estaba ayudando a un joven artista que estaba empezando en el mundo del espectáculo. “Ni siquiera le reconocía como su vecino”, afirma sorprendido Fernando.
"Al no ser familiar directo, no se la pudo ingresar antes porque habría que realizar un largo proceso judicial"
Todo comenzó a resolverse tras la entrevista de la jueza con Rosa, en la que los desvaríos y las paranoias de Rosa dejaron patente la situación. La jueza dictó sentencia sobre su ingreso a los pocos días, "y menos mal que así fue", cuenta, ya que tenían pedida otra cita en el notario para que Rosa le diera al vecino un poder con el que hubiera podido hacer y deshacer con total libertad.
El traslado a la residencia: el último escollo
Llevarla hasta la residencia tampoco fue tarea fácil, ya que el estafador se interponía una y otra vez en la operación de traslado. Una vez Rosa ingresó en la residencia, empezó el proceso judicial a este hombre, que tras ser declarado culpable ha sido condenado a un año y seis meses de cárcel y a al pago de una multa de cuatro meses y 15 días a razón de 12 euros al día por aprovecharse del deterioro cognitivo de su vecina octogenaria para tratar de quedarse con su patrimonio.
Fernando lamenta que lo ocurrido podía haberse evitado si Rosa no se hubiera encontrado en tal situación de vulnerabilidad al dificultarse el proceso de incapacidad e ingreso en una residencia por no contar con ningún familiar directo. “Esto deja a muchos ancianos en una situación total de desprotección”, indica. "Me gustaría que est historia que tanto daño nos ha hecho sirviera para que otras familias no pasen por lo mismo y que se reflexione sobre las dificultades que presentan estas situaciones", indica.