El Puesto de Control Fronterizo (PCF) se encuentra ubicado en la zona portuaria de Bilbao junto a la terminal de contenedores. Un total de 24 funcionarios y funcionarias, entre veterinarios, ingenieros agrónomos y técnicos de inspección, desarrollan una labor fundamental: impedir la entrada de enfermedades, sustancias nocivas para la salud y plagas que puedan afectar a personas, ganado, fauna silvestre o plantas.
Durante el recientemente terminado 2024, el PCF de Bilbao ha controlado más de un millón y medio de toneladas de productos. La actividad ha incrementado un 32% respecto a 2023. “Nuestra responsabilidad es proteger de la entrada de enfermedades a las personas, animales y plantas, así como garantizar la salida de productos seguros de nuestros mercados, buscando la eficacia y eficiencia”, describe Patricia Ceberio, jefa del PCF.
El servicio, que depende de la Subdelegación del gobierno español en Bizkaia, engloba un conjunto de instalaciones, designadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y autorizadas por la UE, para la realización de los controles oficiales a productos importados desde terceros países. “En nuestras instalaciones portuarias, las mercancías son sometidas a una serie de controles documentales, de identidad y físicos, incluyendo, si fuera necesario, la toma de muestras para análisis de laboratorio, antes de su puesta a disposición del consumidor final”, detalla Ceberio.
Productos
Por el PCF de Bilbao pasan productos de la pesca y derivados, graneles de aceite de girasol y soja, harinas de trigo para consumo humano, conservas de pimientos y espárragos, bebidas espirituosas y alimentos preparados, que han aumentado considerablemente su entrada por Bilbao desde la culminación del Brexit en 2021, ya que proceden en su mayoría del Reino Unido. También materiales en contacto con los alimentos, como utensilios de cocina y vajillas, así como harinas de pescado para la alimentación animal, residuos de extracción de oleaginosas para la elaboración de piensos y otros productos de origen animal, tipo plumas de relleno o pieles sin curtir.
“Además de lo ya citado es muy importante también el control fitosanitario en la madera de embalaje y trincaje de la mercancía, ya que estos materiales pueden ser portadores de plagas, en concreto determinados insectos xilófagos, virus y bacterias que puede provocar daños en nuestros bosques y cultivos y que adquieren una mayor relevancia, si cabe, en una zona como el País Vasco con una importante silvicultura en su territorio”, recalca la jefa del PCF.