El humo y las cenizas se han vuelto parte del paisaje cotidiano en el skyline de Los Ángeles, donde los incendios se suceden desde hace varias semanas mientras la población, en vilo, intenta retomar su día a día. Miriam Díaz López, sopeloztarra de 30 años, relata que un nuevo foco los mantiene en tensión desde el miércoles. “Se han quemado 10.000 hectáreas en menos de 24 horas. Tenemos las maletas hechas en la puerta, por si acaso”, explica la joven, afincada en la ciudad californiana desde hace siete años. “Dicen que es una de las catástrofes más caras de la historia de Estados Unidos. Llega a ocurrir en Arkansas y sería otra cosa, pero aquí las casas son tan caras...”, asevera la joven, quien, sin embargo, no quiere alimentar una de las creencias más extendidas. “Aunque la mayoría de los fuegos han sido en zonas ricas, ahí no solo vive gente rica”, matiza sobre el perfil de aquellos que lo han perdido todo.

“Ha habido momentos en los que hemos pasado mucho miedo”, relata la peluquera canina que reside entre Inglewood y Los Ángeles junto a su marido texano. “La calidad del aire era horrorosa, no se podía respirar, teníamos vómitos y migrañas”, indica sobre las consecuencias que padecieron con los primeros focos. Pero la alarma fue a peor. “Empezó un fuego muy cerca de casa, no se sabe si porque fue provocado o porque había mucho viento. Justo vivimos frente a un campo de petróleo. Podía haber saltado todo por los aires”, expone esta vizcaina, que finalmente optó por salir de casa hasta que el peligro se redujo. “Te van cortando la electricidad, escuchas sirenas y helicópteros pero no sabes dónde están los incendios... Aquello parecía la guerra”, indica, a través de una llamada telefónica, sobre la situación de incertidumbre e impotencia vivida: “No sabes qué hacer: me voy, me quedo, ayudo, no ayudo... Te llegan alarmas al teléfono que primero te dicen que evacues y luego que no”, añade.

Mientras tanto, Miriam Díaz López evidencia que hay una sensación de enfado entre la población por la precariedad con la que están actuando los servicios de emergencias. “Recientemente se ha recortado el presupuesto de los bomberos en 17 millones de dólares. Están trabajando sin el material apropiado, no tienen agua, ni gente suficiente...”, enumera la vizcaina, quien indica que están llegando profesionales desde Canadá para ayudar. “Está siendo vergonzoso”, lamenta la peluquera canina que, además, menciona otro motivo de indignación. “Justo antes de los incendios todas las pólizas de seguros empezaron a cancelar los seguros de incendios y muchos seguros en general. Y después de los incendios han subido todos los precios, incluso los seguros de coches”, asevera Díaz López.

Un incendio sobre las montañas de Los Ángeles.

La otra cara de la moneda la protagoniza la solidaridad que está emergiendo entre la población anónima. “Sorprendentemente la gente ha respondido muy bien, todos están ayudan en lo que pueden”, afirma la joven, quien menciona cómo la plataforma Airbnb está permitiendo que los afectados duerman gratuitamente en las viviendas que ofertan o cómo los restaurantes están sirviendo comidas de forma altruista para llegar a donde los servicios sociales no están llegando. “Estoy contenta con el apoyo que estoy viendo por parte de la comunidad, no me lo esperaba”, confiesa la sopeloztarra, consciente de que la estadounidense tiene fama de ser una sociedad muy individualista. “Y eso que California es un pequeño Edén dentro de Estados Unidos...”, apostilla.

Teorías conspirativas

La catástrofe originada en La Meca del cine ha dado pasto a la generación de teorías conspirativas dignas de película hollywoodiense. Algunas decían que los incendios en Los Ángeles eran parte de un plan para convertir la ciudad en una smart city antes de los Juegos Olímpicos de 2028. Sin embargo, las autoridades han desmentido esta fake news alegando que no planean invertir en nuevas infraestructuras para el evento deportivo. No obstante, hay algunas cuestiones que han propiciado, con certeza, que las llamas se hayan propagado con tanta rapidez como los bulos. “Aquí no es común, pero en los años anteriores ha llovido mucho, por lo que había mucha vegetación. Y ahora no llovía desde mayo”, puntualiza Miriam Díaz López, quien expone que “California se quema todos los años, aunque no como esta vez”.

Igual que las llamas y los bulos, la identidad de aquellas celebridades que han visto cómo sus mansiones ardían también se ha extendido con velocidad: Anthony Hopkins, Paris Hilton, Jamie Lee Curtis, Mel Gibson, Ben Affleck, Miley Cirus, Guillermo del Toro... son algunos de los miles de afectados. “Hay zonas que se han quemado que son de millonarios. Lo que la gente no sabe es que muchas de esas casas son heredadas”, apunta la sopeloztarra, quien revela que tiene amigos cuyos bisabuelos compraron mansiones cuando costaban “cuatro duros”. Ahora lo han perdido todo. “Es gente de clase media baja que se ha quedado con una mano delante y otra detrás”, afirma la peluquera canina, antes de concretar que, además, en esas zonas vive mucha gente humilde –jardineros, chóferes, cocineros...– que trabajan para los propietarios de las mansiones.

“Llevamos más de dos semanas con todo esto y siguen apareciendo nuevos incendios”, se duele la joven, quien apunta que están pendientes de todas las novedades: “Amaneces con cuatro alarmas en relación a diferentes focos por la ciudad”. A pesar de ello, Miriam Díaz López intenta agarrarse a la cotidianidad. “Trabajo en Santa Mónica y tenemos muchos clientes que lo han perdido todo. Llegas a trabajar y no sabes qué va a pasar: algunos nos dejan a sus perros mientras intentan averiguar cómo solucionar los problemas derivados de los incendios”, explica la vizcaina, quien reconoce que se pasará el fin de semana alzando la mirada al cielo: “Se supone que por fin llueve”.