En la portada, el escudo de armas de Igorre: en un campo de gules, un aspa de oro, acompañada de cuatro lobos, andantes, también de oro, con la cabeza vuelta hacia atrás. Y para ilustrar los meses del año, en enero la singularidad de la casa Zubizarreta (Elexalde), una edificación que sigue los dictados de la moda neopopular de comienzos del siglo XX y que destaca por un cuerpo torneado de mayor altura que se alza en uno de sus ángulos con miradores abalconados y galerías; en febrero la serenidad y belleza natural del merendero y área recreativa de Larraga; en marzo el apacible núcleo rural de Urkuzu representado a través de su plaza; en abril la calle céntrica Lehendakari Agirre del casco urbano; en mayo un guiño al patrimonio y a los oficios del pasado con el molino de Olabarri; en junio el frescor del agua cristalina de la presa de San Juan; en julio la pequeña ermita del Sagrado Corazón, en Gezala; en agosto un punto de encuentro en torno a la buena gastronomía como es el txoko de San Cristóbal; en septiembre Beheko plaza de Sabino Arana; en octubre la hospitalidad de hotel y restaurante Arantza, en Garbe; en noviembre la tranquilidad del barrio Mikele; y en diciembre un destacado ejemplo de arquitectura rural en Garamendi.
Son los doce rincones elegidos para representar en imágenes al municipio arratiarra de Igorre en el calendario de 2025 que el Consistorio ha hecho llegar a cada uno de los hogares de la localidad. Lo singular en esta edición de la iniciativa es que esos espacios públicos, naturales o edificaciones del pueblo aparecen reflejados en forma de ilustraciones digitales, un trabajo artístico encargado a Aideac y diseñado con delicadeza y profesionalidad por Bea trigo (@triguete). “La propuesta nos llegó en octubre. La alcaldesa, Olatz Urkiza, quería mimar un poco más este detalle que tienen cada año con la población de Igorre y se puso en contacto con nosotros porque había visto algunos trabajos míos”, explica la ilustradora y diseñadora.
El siguiente paso fue una reunión con la regidora y con la concejala de Cultura, Ainara Uribe, para definir las líneas básicas del almanaque. “A ellas les hacía ilusión que todo Igorre se viera reflejado en el calendario a través de sus barrios y sus espacios o edificios más representativos”. Una vez decididos los doce rincones específicos a representar “hicimos una visita 'in situ' a todos esos lugares para que yo pudiera sacar fotos y tomar notas de cara a diseñar las ilustraciones”, explica Bea Trigo.
Captar la esencia de Igorre
Ese recorrido guiado fue fundamental para que la ilustradora captara la verdadera esencia y significado de esas localizaciones. “Me encantó esa experiencia. Olatz Urkiza iba contando cosas del pueblo o de cada uno de esos lugares, como de la plaza antigua que antes era la principal y allí se celebraban las fiestas, la conocida como casa del médico o la ermita donde muchos habitantes jugaban de pequeños...”
A partir de ahí, y ya en su mesa de trabajo, Bea Trigo, dibujó los bocetos de las láminas con un estilo y trazo concretos y, tras obtener el visto bueno del Ayuntamiento, “me pongo a dar color a las ilustraciones con la gama cromática que caracteriza mis trabajos y que es bastante suave y de tonos pastel”. A pesar de la experiencia, siempre hay pequeñas cosas que se resisten y suponen un reto para la artista.
En el caso del calendario de Igorre recuerda la ilustración del molino de Olabarri “que me resultó un poco más ardua porque había mucha vegetación con sus diferentes gamas de verde. Además, parte de la edificación estaba tapada por ramas y hojarasca, así que tuve que hacer limpieza visual sin romper el encanto y la esencia del lugar”. Algo parecido le pasó con la ermita del Santo Cristo. “Me peleé mucho con el sauce llorón que hay detrás”. Muy satisfecha se ha quedado, sin embargo, con la ilustración de la presa de San Juan. “Pensé que me iba a pasar lo mismo que con el molino y que iba a sufrir con el diseño, porque es un paraje natural y supone mucho detalle o mucho juego de color para conseguir reflejar su grandeza y su diversidad. Pero, al final, creo que es la que más me gusta. Ha quedado muy vistosa de colores”, afirma. Los edificios para Bea son más fáciles. “Son más conocidos, puedes jugar mejor con las luces y las sombras y me resultan más sencillo”, resume.
El calendario con ilustraciones de parajes y lugares emblemáticos de Igorre ha sido ya repartido por todos los domicilios, algo que hace especialmente ilusión a Bea Trigo. “Me siento muy afortunada por haber podido hacer este trabajo. Es más que un calendario, es algo que luego la gente puede guardar como recuerdo porque muestra lugares mágicos o bonitos de su pueblo. Pensar en eso me ha hecho realizar estas ilustraciones con más mimo. Espero que haya gustado y que los igorretarras se sientan más orgullosos, si cabe, de su pueblo”.