El pasado 20 de diciembre nos dejó Dolores a los 101 años. Se fue apagando suavemente rodeada de toda su familia y en paz. No logro imaginarme lo duro que ha sido para toda su familia pasar las primeras fiestas navideñas sin ella.

Dolores ha sido vecina toda mi vida; he crecido a la par de algunos de sus nietos, pero quizás el momento que tengo más presente y uno de los recuerdos más entrañables fue la pequeña celebración de su centenario el 11 de marzo de 2023. Aquel día recordaba con una lucidez espléndida esos fragmentos de su vida que quedan grabados en la retina ya que son los que de verdad importan. Al fin y al cabo, la vida se resume en los recuerdos enlazados que nos han hecho felices. En aquel momento, Dolores me pareció una heroína anónima en cuyo testimonio nos sentimos reflejados la mayoría de las personas y cuyos logros, vivencias y actitud ante la vida invitan a ser más luchadores, optimistas, solidarios y tolerantes, pero sobre todo a ser mejores personas.

Cuando le pregunté por el secreto de su larga y plena vida, no sabía cuál era la fórmula, pero estoy seguro de que ha sido el amor que ha dedicado a toda su familia y el trabajo duro para sacarla adelante ya que se quedó viuda muy joven con cinco hijas. Dolores trabajó en la fábrica Hilados y Tejidos de Rica, S. A., en el barrio de Arbuio de Alonsotegi, compartiendo centro de trabajo con tantas vecinas que en aquella época trabajaban de 7 de la mañana hasta las dos de la tarde y de tres a diez de la noche. Como suele decirse, de sol a sol.

Dolores ha vivido por y para su familia, por sus hijas y por sus nietos, pero cualquier vecino de Alonsotegi que ha tenido la oportunidad de conocerla ha podido disfrutar de esa sencillez y dulzura que desprendía, de su sonrisa al saludar y de su discreción.

Mientras la salud la ha acompañado, acudía a misa de 19.00 si era entre semana y los domingos a misa de 12.00 en la iglesia de San Bartolomé.

He tenido la suerte de compartir momentos muy especiales con varias vecinas centenarias de nuestro Alonsotegi y todas ellas tenían algo en común: han sido mujeres fuertes a las que les ha tocado vivir momentos muy duros. Mujeres luchadoras que han trabajado dentro y fuera de sus casas para sacar adelante a sus familias. Mujeres cuya vida ha girado en torno a su familia y sobre todo mujeres buenas que han derrochado amor a todos los que las rodeaban en casa y en la calle.

Dolores nos ha dejado de forma inesperada, pero nos regaló bonitos recuerdos. Por eso siempre nos acompañará en el pensamiento a todos aquellos que compartimos con ella algunos momentos inolvidables. Con ella se va también una parte de los recurso de Alonsotegi. A toda su familia mi más sincero pésame, y a Dolores solo le pido que nos siga sonriendo desde el cielo. Goian bego.