Prometí en el artículo número 149 publicado el 21 de enero de este 2024 en estas páginas de Historias Montañeras en DEIA que contaría esto de que años atrás –hablamos sólo de cien millones de años– el macizo kárstico de Itzina, en Orozko, fue un mar de corales. Por donde tantos montañeros andamos, estaba bajo el mar.

Así dicho cuesta entenderlo. Recurro a mi geodivulgador de guardia para despejar dudas. En el artículo que cito –titulado Las morrenas de Gatzarrieta en Gorbeia–, contaba Iñaki García Pascual aquello de la glaciación que hubo, y hoy nos relata que Itzina fue producto de una sucesión de diferentes mares.

Con el título de este artículo y subtitulado Un archipiélago vasco en Orozko (Gorbeia) el 2 de marzo de 2018 Iñaki García Pascual ofreció una conferencia en el Aretoa de Orozko. Habló sobre las capas estratigráficas de la geología vasca y concretamente del hoyo de Itzina y sus recovecos. Geología divulgativa e instructiva fue lo que Iñaki nos regaló.

Arrecife varado de Gorbeia

¿Se puede caminar y trepar por un arrecife fósil de hace unos cien millones de años? Sí, y no hace falta desplazarse hasta ningún Parque Jurásico. Basta con acercarse a Urigoiti (como su propio nombre indica el barrio alto del municipio de Orozko) buscar con la vista la muralla de rocas claras que se interpone ante Gorbeia, ponerse las botas, coger la mochila y afinar la atención. Para resolver mis dudas y hacerlas públicas, le pregunto a García Pascual por esto y nos dice:

“Esta gran muralla caliza de 1.309 metros de altura (cumbre de Lekanda) que se alza sobre Urigoiti y que parece proteger la cima de Gorbeia, no es una casualidad geológica o un capricho del paisaje. Está formada por gruesas capas sucesivas de rocas calizas en las que se reconocen auténticos arrecifes coralinos de hace más de 100 millones de años...

Aproximadamente entre 103 y 107 millones de años. Este verdadero atolón fósil formaba parte de un archipiélago vasco del Cretácico y, al contrario que otros cercanos de la misma época, ha permanecido en su posición casi horizontal dándonos la oportunidad de reconocerlo hoy como si fuese un arca de Noé pétrea, con su fauna extinta a bordo”.

A medida que nos acercamos a la base del macizo y andamos por los roquedos, ante nosotros aparece el registro en roca del arrecife de corales, algas y moluscos (como los atolones que podemos visitar hoy día, por ejemplo, en las Bahamas). Pero este arcaico entorno privilegiado también tenía fecha de caducidad.

Delta de Balmaseda

Sigue explicando el geólogo: “Fue a su vez afectado por las fluctuaciones del nivel del mar y, finalmente, asfixiado por un delta arenoso procedente de un continente situado al sur y sobre el que hoy se asienta todo el valle de Aiara. Como testigo de este a veces llamado Delta de Balmaseda, –asesino silencioso que lentamente terminó con la vida tropical de aquel antiguo archipiélago vasco–, quedan las enormes capas de arenisca de la cima del propio Gorbeia.

En este entorno de Itzina podremos ver el cañón submarino de Aldabide, que no es ningún tipo de lanzatorpedos, sino una gran depresión excavada por los derrumbes del propio arrecife. Y también el Paleo-karst de Askorrigane, una especie de karst antes que el karst actual”.

Hielo en erosión

Pero no acaba aquí la historia. Después de estos avatares, todo el conjunto de deltas y arrecifes superpuestos quedaron enterrados por kilómetros de espesor de sedimentos y terminaron por convertirse en una roca, tal como hoy la vemos. Finalmente, los movimientos tectónicos y los choques de placas, junto con la erosión y la karstificación, acabaron por desenterrar los arrecifes levantándolos hasta la posición actual de las capas y exponiéndolos a la erosión del hielo y a la disolución de la lluvia. Y hoy en día esta situación propicia que las aguas, las nieblas y nieves, acaricien de nuevo el antiguo y agrietado arrecife como para sacarlo de su letargo de ballena varada. Y el antiguo atolón tropical despertará para mostrarnos sus secretos si sabemos percibir los delicados detalles fósiles con la mirada adecuada.

¿Ciencia ficción? ¿Fantasía? Acercaos a Orozko y lo veréis con vuestros propios ojos. Quiero agradecer de nuevo a mi colega Iñaki García Pascual, especialista en Patrimonio Geológico, por su amabilidad y conocimiento. Posiblemente a partir de ahora algunos montañeros que lean esta entrega, cuando suban a Altipitatz, Txiritxakoatxa, Lekanda, Igalarrintza, o vayan en busca de la nevera de Zaratate-Neberabarri en Itxingote, cruzando Atxulo (el ojo que todo lo ve en Gorbeia), mirarán la cubeta de Itzina como si fuera una antigua arca que conserva infinidad de moluscos y corales pétreos.