"A veces, de manera inconsciente, sois referentes”, repitió Ainara Arranz, responsable del Museo de las Encartaciones durante el homenaje a las amamas influencer entrevistadas por sus nietos adolescentes recientemente en Sodupe. Los testimonios de mujeres que empezaron a trabajar siendo apenas unas niñas, se vieron obligadas a dejarlo al casarse atándolas a la dependencia económica, han cargado con las labores domésticas y del campo sin reconocimiento alguno y peleado por sus vocaciones contra viento y marea, frente a la dictadura y el machismo, se han consagrado como modelos que inspiran no sólo a sus allegados.

Se debe, en gran parte, a los reconocimientos que se estén tributando en Enkarterri en los últimos años. Empleadas de la factoría Garsa de Gordexola honradas en 2019 por el Ayuntamiento, las mujeres de Sopuerta distinguidas en los premios de la asociación Gaurko Emakumeak, agricultoras en 2021, trabajadoras de las fábricas en 2022 y maestras en 2023 aplaudidas en Zalla en sendos libros, así como pioneras y luchadoras de Galdames inmortalizadas en otra publicación en 2021, una muestra en el Museo de las Encartaciones sobre los motores de la industria en la cuenca del Cadagua con perspectiva femenina, las representaciones con motivo del 8M que narraban la realidad de las empleadas de la fábrica La Encartada y ferias de nuevo cuño, como la comarcal de mujeres rurales y la que organiza Güeñes a nivel local ensalzan historias duras y al mismo tiempo de superación por fin valoradas como merecen.

Al escuchar sus vivencias “nos hemos reído y alguna que otra lágrima ha caído”, confesó Ainara Arranz en el emotivo acto que puso el broche de oro al fin de curso en cuarto de ESO del instituto Eretzaberri de Sodupe, en la segunda edición del proyecto amama influencer. “Sois unos privilegiados porque ellas pelearon por los derechos y la libertad que disfrutáis para decidir sobre vuestras vidas”, aseguró dirigiéndose a la juventud, recordando que, por desgracia, las realidades femeninas “han pasado siglos condenadas al silencio social” hasta que ha reparado esa asignatura pendiente “escuchando vuestra eterna voz”.

Guerra y dictadura

Desde Salamanca, Burgos, Ecuador, Alonsotegi, Zamora, Palencia, Bulgaria… Sus vidas se cruzaron en algún momento en el núcleo Sodupe, perteneciente a Güeñes, aunque muchas no han llegado a conocerse hasta ahora. “Mi padre estaba exiliado después de la Guerra Civil, me contaban pocas cosas porque él tenía miedo”. “No pasábamos hambre, pero fueron años complicados. Mi padre estuvo medio escondido, fusilaron a uno de mis tíos y a otros dos los dieron por desaparecidos”. “A mi padre lo condenaron a muerte por matar al entonces alcalde de Gordexola, que fijaos, murió más tarde que él”. A pesar de circunstancias tan delicadas y hasta surrealistas como estas que las protagonistas narraron en un vídeo proyectado en la kultur etxea, atesoran bonitos recuerdos de sus infancias, en las que “jugábamos en la calle: al escondite, a las tabas, sin salir fuera del pueblo”. Las fiestas, en las que “por la verbena de San Lorenzo nos echaba la Guardia Civil” o “rompí la punta de las alpargatas de tanto bailar”.

Las industrias de la comarca fueron un destino laboral frecuente en la adolescencia: Garsa “hasta que di a luz a mi segundo hijo a los 29 años, porque como las mujeres casadas no trabajaban, quisieron despedirme”. La Conchita, en Sodupe, “a los 18 años”. La Conchita “a los 14 años, la Papelera de Aranguren “a los 15 años”...

Coinciden en “el machismo” empujaba a las mujeres a “aprender a coser y cocinar”, mientras que los hombres “podían estudiar y sacar el carné de conducir, con nosotras ni siquiera se planteaba”. Por eso, aconsejan a la juventud “que estudien, que se preparen, ya que sin eso no son nada, a menudo existen dificultades incluso estudiando…”, reflexionó una de las amamas. “Nos sacrificamos para que ustedes puedan formarse”, coincidía otra. “Respetaos, obrad con cabeza para todo”, recomendó una tercera. A las chicas, en particular: “¡no perdáis por nada vuestra independencia!”.