El durangarra Kimetz López de Etxezarreta, la mejor nota de la EBAU de Euskadi
A sus 18 años recién cumplidos, el durangarra reflexiona sobre su elección para el próximo curso
Con naturalidad reconoce que, poco a poco, intenta asimilar que ha logrado la mejor nota de la Evaluación del Bachillerato de Acceso a la Universidad (EBAU) con un 9,94 sobre 10. El durangarra Kimetz López de Etxezarreta, estudiante del Instituto Fray Juan de Zumarraga, abordó los exámenes con los nervios lógicos, pero sin imponerse presiones excesivas. “Pensaba que lo había hecho bastante peor. De hecho, en cuanto a exámenes suelo ser bastante pesimista y la verdad que no salí a gusto de alguno de ellos. Soy autocrítico y para nada vislumbraba la opción de que pasase esto”, valora, orgulloso del resultado.
El joven se enteró de la gran noticia justo cuando estaba haciendo otro examen en Bilbao. A la salida del mismo, una amiga le avisó de que su padre estaba intentando localizarlo sin éxito y que era urgente. “Me preocupé porque pensaba que pasaba algo malo. Tenía el teléfono apagado y me querían decir lo de la nota. Recuerdo que me emocioné un montón, sentí escalofríos porque no me lo esperaba”, rememora sobre ese agobio puntual y felicidad máxima al conocer la noticia añadiendo que “fue muy especial al vernos el abrazo con mis aitas y mis hermanos pequeños, Danel y Katalin”.
Como ocurre en estos caos, en cuanto se dio a conocer la noticia de que el durangarra había cosechado la mejor nota de selectividad de Euskadi, los medios querían entrevistar al gran protagonista de la jornada. Y es que todos deseaban saber de primera mano quién era el joven con semejantes resultados académicos. “Me vino todo de sopetón y me costó un poco situarme, pero lo viví con mucha ilusión. Uno no está acostumbrado a ponerse en el foco mediático; como experiencia interesante, pero como algo prolongado no lo vería”, admite entre risas.
Preguntado por sus intenciones a partir de ahora, Kimetz no lo tiene claro. Marketing, Periodismo, Publicidad o Economía son algunas de las opciones que baraja, pero de momento no se ha decantado por ninguna de ellas. “Me queda poco tiempo para decidir y estoy en un periodo de reflexión. No lo estoy gestionando como si fuera un agobio; no tengo miedo tampoco a equivocarme porque siempre queda la posibilidad de cambiar y dedicarme a otra cosa”, explica con madurez.
Con los 18 años recién cumplidos, a Kimetz le gusta aprovechar al máximo cada día. Muestra de ello, tiene tiempo para estudiar, tocar el violín, entrenar a un equipo de baloncesto de niñas en Nevers, dar clases particulares, ir al gimnasio y salir con sus amigos. Mirando al futuro universitario, “el tiempo es limitado y no da para todo”. “Empiezo desde cero y toca renovarse. Siempre estoy intentando involucrarme en nuevos proyectos, quiero aprender y aprovechar al máximo las opciones que vayan saliendo”, apunta, deseoso de seguir viviendo experiencias.
Errar es de humanos
A pesar de juventud, Kimetz demuestra una madurez poco habitual para su edad. Siempre se lo han dicho y es algo que asume con naturalidad. Y es que sus reflexiones corroboran esa madurez que viene transmitiendo desde niño. “Dentro de dar la mejor versión de una mismo siempre entra el errar porque es lo único que te va a hacer progresar”, defiende el joven.
Antes de decidir como muy tarde el 1 de julio lo que estudiará, le apetece disfrutar del verano. “Aprovecharé para relajarme en Apellániz, iré a un festival en Valencia y algún viaje más con los amigos. Toca desconectar para afrontar con ilusión todo lo que venga por delante”, desde septiembre, señala ilusionado.