Moda en cápsulas en La Encartada
El café o las peladuras de cebolla confeccionan looks de alfombra roja efímeros y sostenibles. La inteligencia artificial ayuda, pero sin suplir a los diseñadores, reflexionan en la cumbre del sector
Desprende un olor a cuero mezclado con otro aroma familiar. “Acércate, puedes tocarlo”, invitó Eduardo Loreto, director de Innovación del Basque Bio Design Center. ¿Quizás café? Afirmativo, en el centro formativo de Güeñes han trabajado en un vestido de alta costura”. El filamento de plástico reciclado se ciñe al maniquí como una segunda piel reproduciendo una fina tela de araña en color negro, reforzada por un corsé confeccionado a base de “cuero, kombucha y cuero de café”. Ya lo reclaman pretendientes con intención de pasearlo por la alfombra roja. Y es que este modelo, presentado ayer en el encuentro La Encartada Moda que acogió Balmaseda, representa hacia dónde puede encaminarse el sector en busca de la sostenibilidad: en su elaboración se han empleado biomateriales e inteligencia artificial.
Si el objetivo del sector es reducir la polución –“la moda es la segunda industria más contaminante”– y avanzar hacia la sostenibilidad una propuesta “que puede convertirse en efímera al readaptarse con otras formas” sostenida con elementos naturales parece destinada a cosechar una ovación en los desfiles. Sin embargo, ¿amenaza la tecnología el talento humano? “No le resta valor, todos nos inspiramos en alguna creación que intentamos replicar. Además, la IA nos ayuda únicamente en las primeras fases del proceso”, defiende Eduardo Loreto.
Sin contar el cultivo de los materiales ni la cristalización, poner el vestido a punto para el museo de Balmaseda llevó al equipo “entre sesenta y ochenta horas”. Escanear el cuerpo humano permitió obtener las medidas exactas para imprimir en tres dimensiones el corsé, que “imita las formas de la naturaleza”.
Añadieron tul que facilita la reutilización. Porque “si la moda es efímera también se pueden introducir los materiales efímeros” para evitar el despilfarro en una sociedad acostumbrada a los productos de usar y tirar.
Un mensaje de concienciación en el que también incidió la arquitecta y diseñadora jordana Batoul Al-Rashdan durante la clase magistral que impartió. Esta semana ha participado en el primer bootcamp de verano del Basque Bio Design Center, en el que orientó al alumnado al fabricar un top que refleja la topografía de Güeñes y el propio edificio del centro. La labor no se limita “a las formas, sino que también integro en los diseños la cultura local”. “Me encantaría incluir algún elemento de Enkarterri en mis creaciones, pero necesitaría colaboración para entender en profundidad la idiosincrasia de la zona y trasladarla a la moda a través de la tecnología”, indicó.
Lo que ya hace con su país. Reproducciones de monedas tradicionales logradas utilizando cápsulas de café y peladuras de cebolla, arena del Wadi Rum, “una de las maravillas del mundo” y sal del mar Muerto, cultivada y transformada en delicados cristales que sensibilizan contra el cambio climático que se deja sentir en “este lugar, punto más bajo del planeta” conforman algunos de los distintivos de su estudio. También recupera y actualiza técnicas de bordados ancestrales, como el punto de cruz, “cambiando sus formas para que se adapten a las prendas en cuestión”.
A partir de materias primas como estas prepara paletas de colores naturales que emplea para teñir ropa y complementos y dar lugar a nuevos biomateriales. Ya que “la ciencia imita a la naturaleza” ideó, por ejemplo, una coraza biodegradable que envuelve a una bailarina y muta “con sus movimientos”, expuso en la misma sala que acoge una exposición de Eulalia Abaitua.
Ganar un premio que lleva el nombre de la reina de Jordania abrió las puertas a una expansión internacional en colaboración con varios diseñadores, como Tony Ward. Así, ha participado en las semanas de la moda de París, Nueva York o Dubái y, apenas unas semanas, la gala MET en la ciudad de los rascacielos y la gala Amfar del festival de Cannes, donde sorprendió con un vestido que incluía un filamento extraído de la mazorca de maíz. Asimismo, en el World Economic Forum demostró que “los residuos pueden generar moda” y vistió a Kylie Minogue con “filamentos de plástico biodegradables” en el reportaje que certificó que había alcanzado cien veces el número uno en la lista de éxitos Billboard.
La impresión en tres dimensiones “puede armar estructuras muy orgánicas y más intrincadas que se integran a la perfección en los vestidos”, así como producir elementos “de una sola pieza”. Batoul Al-Rashan experimenta también con los wearables: dispositivos integrados en el cuerpo, “escaneando mi propia mano y colocando unos sensores que simulan movimiento”.
Aprovechar residuos
Su actividad “crece gradualmente”. Aunque no descarta plantearse una producción más en serie, de momento apuesta por lanzar “colaboraciones” con empresas y creadores a lo largo y ancho del planeta. “Sería como tener varias sedes”, bromeó en Balmaseda. Y es que invierte en cada prenda “desde cuatro días a seis meses”.
A preguntas de la audiencia, reveló que trabaja prácticamente sola. “La pregunta debería ir hacia con cuántas máquinas”, recondujo Eduardo Loreto. Una de los temores que se han esgrimido contra la inteligencia artificial, su impacto en los puestos de trabajo. Con todo, “nunca podrá superar al ser humano”, tranquilizó la diseñadora.