Los restos de Adolfo Cengotitabengoa, un soldado republicano que cambió su próspera gestión de una cantera en Ortuella por defender la legitimidad de un gobierno republicano elegido por el pueblo, por fin descansarán en su querido Muskiz. Será esta tarde en una ceremonia de carácter familiar en el cementerio de Gerrolada en La Casería a la que seguirá un homenaje institucional a este hijo de Muskiz, nacido en las casa del “aguaducho” y que, a pesar de su cojera de batallas previas, no dudó en acudir al frente de la batalla del alto de Barazar donde a la postre perdería la vida con 31 años sin cumplir por 20 días y dejando tras de sí a una viuda con cuatro hijos de los que a día de hoy le recuerdan sus hijas Elena, de 94 años (7 cuando desapareció su aita) y Bittori de 92 al igual que sus nietos José Antonio, José Ángel y Araceli, que ayer tomaron parte en la presentación del acto de recuperación de su deudo.

Lágrimas

El hallazgo del cadáver de Adolfo, junto con otros 86 soldados del bando republicano ha sido fruto del trabajo de la Sociedad Aranzadi en una fosa común de Amorebieta. Así se ha podido conocer que Cengotitabengoa falleció a punto de cumplir los 31 años en el frente de Barazar el 7 de abril de 1937 (él nació el 27 de abril de 1906). En el momento de su muerte en la contienda –a la que se incorporó después de haber sido herido anteriormente generándole un cojera– Adolfo tenía cuatro hijos, dos de la cuales sus dos hijas mayores –Elena y Bittori–, han podido saber con certeza dónde perdió la vida su padre.

“Han vuelto a brotar unas lágrimas que ya estaban secas”, describía José Ángel Cengotitabengoa, nieto de este muskiztarra propietario de una cantera en la cercana localidad de Ortuella que al final de la guerra le fue expropiada a su viuda con una indemnización de 500 pesetas con las que salir adelante con cuatro vástagos. José Ángel, José Antonio y Araceli describieron con sano orgullo la valentía de su abuelo que se alistó “por convicción ideológica”. “Hubo familiares que después de volver del frente herido y cojo le preguntaban por qué se alistaba de nuevo para ir a la guerra. Su respuesta fue que prefería morir luchando a esperar en casa a que lo mataran”, relataba José Ángel, quien en nombre de la familia agradeció la labor desarrollada por las diferentes entidades, asociaciones y departamentos institucionales que han hecho posible la recuperación de este nuevo fragmento de la memoria histórica que, en el caso del cementerio de Amorebieta puede hacerse extensiva a unas 200 familias.

“Nuestro aitite estaba desaparecido y aunque el orgullo de lo que hizo ha estado siempre en nuestra familia, no sabíamos dónde reflejar ese orgullo. Ahora ya le hemos puesto ubicación y partir de mañana [por hoy a partir de las 18.00 horas] sus restos vuelven a Muskiz”, reseñó José Ángel, quien no dudó en hacer un llamamiento a todas las personas que crean que sus familiares pudieron haber perdido la vida durante la Guerra Civil y desconozcan su paradero. “Hay mucha gente que piensa que es remover, pero esto es historia y ahora hay que parar a quienes intentan adueñarse de la misma”.