“Es la ópera de las óperas; la más importante y la más bonita, quizás”, suspira Lucía Astigarraga. Ella cogió esta inmensidad con valentía, como siempre acostumbra a hacer, de hecho; y venga, adelante. Miró a La Bohème de frente, a su manera, y la subió al escenario del teatro de Lucerna, en Suiza. Allí sigue. Allí continúa enlazando funciones desde el pasado 10 de marzo y hasta el 18 de junio. Anoche volvió a triunfar. Su Bohème. “Es raro poder reír y llorar tanto al mismo tiempo”, recogía en su crítica tras el estreno el periódico Luzerner Zeitung. “Gran ovación para la nueva producción de La Bohème de Puccini en el teatro de Lucerna”, aseguraba el medio digital Seniorweb.

En efecto, la directora de escena getxotarra, la polifacética e inquieta artista, miró a La Bohème. “Piensas: si esta ópera se ha hecho tan bien tantas veces, ¿qué vamos a hacer nosotros distinto?”, reflexionó. “Con toda la humildad del mundo, lo que hago es contarlo desde mi experiencia, desde mí. Es el libreto literal pero visto por mis ojos”, describe. Este enorme trabajo de Puccini narra las aventuras y desventuras de cuatro jóvenes bohemios que viven juntos en una buhardilla: el pintor Marcello, el poeta Rodolfo, el filósofo Colline y el músico Schaunard, quienes tienen que soportar los caprichos de su vecina Mimi y los escándalos de su amiga Musetta. Soportan con arrojo la pobreza, el hambre y el frío.

“Yo estudié Teatro en plena crisis del ladrillo, cuando estalló la burbuja inmobiliaria y los jóvenes no tenían trabajo”, indica. Esa situación, vista realmente por ella, le sirvió para mirar a su Bohème y traerla a los tiempos modernos. Por eso, los cantantes llevan vaqueros, chaquetas de pelo o zapatillas rojas. “Estuve ensayando en Lucerna desde mediados de enero hasta el estreno del 10 de marzo con un elenco internacional, con gente de Lituania, Ucrania, Islandia… En un escenario bonito y en un país precioso”, sonríe Lucía, “muy contenta” con esta nueva aventura lejos de casa, una más en su trayectoria por allá y más allá; por ejemplo, ya voló a Alemania con la versión que ella imaginó de la ópera Carmen.

En estos momentos, se encuentra un poco más cerca: en Barcelona. Allí capitanea de nuevo una función. “Ahora estoy en el Liceu con la reposición de Orgía, que es una ópera basada en la obra de teatro de Pasolini que se estrenó en el Teatro Arriaga el año pasado. La dirección de escena es de Calixto Bieito; yo le hice la asistencia a dirección en su día, y ahora dirijo la reposición”, explica Lucía.

Orgía es una obra trágica sobre la dominación, el sadomasoquismo, la insatisfacción y la represión. Se adentra en la historia de una pareja de mediana edad con dos hijos perteneciente a la alta burguesía. Ambos se preparan para consumar una relación de extremo sadomasoquismo, en la que el hombre es el verdugo que somete a la mujer, pero a la vez es explotado por ella. Es una pieza coproducida por el Teatro Arriaga, junto al Gran Teatre del Liceu de Barcelona y al Festival Castell Peralada. Los próximos días 11 y el 13, se alzará el telón del teatro de la ciudad condal para esta Orgía.

EN CASA

Y luego, el “frenético año” de esta getxotarra seguirá su curso en Bilbao. Con emoción y con más ingredientes asombrosos. Al frente de una creación lírica, de nuevo. “Voy a hacer Saturraran, una ópera contemporánea que cierra la temporada del Arriaga en junio. Dirijo yo la escena y es un estreno absoluto; una obra con música de Juan Carlos Pérez, de Itoiz, y con libreto de Kirmen Uribe. Así que es algo muy especial”, avanza. La vida artística de Lucía, luz y chispas, no para. “Vivimos en un momento en el que hay que reinventarse constantemente. Va todo muy rápido y hay que estar abiertos y receptivos a aprender constantemente y a reinventarse, no solo a nivel tecnológico sino artístico, porque actualmente alguien hace algo y al día siguiente ya todo el mundo está escuchando la canción, viendo la foto…”, considera. Cultura del XXI. El siglo de todo al instante. “Estamos acostumbrados a vídeos cortos, a muchos estímulos por minuto… El público joven demanda muchos impulsos para mantener la atención y la concentración. Hay que adaptarse a eso. Por ejemplo, yo en La Bohème lo he tenido muy presente y diría que es muy dinámica y lo han destacado en las críticas, dicen que es una Bohème para gente joven y puede ser por eso: hay mucho gag, comedia, no decae el ritmo…”, señala Lucía en su vorágine diaria, también con mucho estímulo por minuto.