La abadiñarra Elena Carro del Río ha visto cumplido un sueño que perseguía desde niña: escribir y publicar un libro. Bajo el título Cosas que escribí cuando nadie miraba, “eran cosas que he ido escribiendo sola casi siempre en momentos muy íntimos y personales”, reconoce orgullosa.

Hay que remontarse a 2018 cuando la escritora comenzó a publicar pequeños textos en Facebook que comenzaron a despertar interés en las redes. Fue entonces cuando Elena propuso un juego a sus seguidores. Les animó a que le plantearán una palabra y ella se encargaría de escribirles una pequeña historia o cuento a cada uno de ellos. “Muchas de esas historias que fui dedicando a esa gente las he recogido en el libro. Si te habían dicho esa palabra lo habían hecho porque era especial para ellos. Algunos temas escritos trataban sobre la muerte de un padre, el amor, la anorexia; palabras que eran muy fuertes por lo que este libro antes de publicarlo ya era de todo ellos”, asegura.

El pasado diciembre Elena presentó su primera publicación en la Mediateka de Abadiño. Presentación marcada en todo momento por una fuerte carga emocional “porque estuvieron personas para las que yo había escrito y existía un vínculo muy especial con ellas. Este libro ya era suyo de antemano”, insiste la escritora.

Echando la vista atrás, Elena repasa una infancia donde la lectura siempre estuvo presente en su día a día. Y es que desde niña, los libros eran su principal pasatiempo. A medida que crecía se fue dando cuenta de que la lectura jugaba un papel fundamental en su vida. “Mi madre me enseñó a leer cuando era muy chiquitina y desde entonces he sido de las que he llegado a hacer gaupasas leyendo. A la lectura le debo muchísimo; con ella he podido viajar a sitios que la vida no me ha llevado todavía. Como mucha gente, yo he tenido una vida difícil. En los momentos malos la lectura me ha cobijado y en los buenos también; leer me ha salvado la vida. Recuerdo que hubo un momento que no fui capaz de leer. No me concentraba; me sentí superperdida porque ese cobijo que me daban las palabras y los escritores de repente ya no estaban. Fue entonces cuando empecé a escribir; me alivió muchísimo”, repasa sobre su experiencia. Reconociendo que “escribirlo y publicarlo ha sido terapéutico”, el hecho de que su libro sea una realidad es algo increíble para ella. Y es que cuando era pequeña soñaba ya con esta posibilidad. “El proceso ha sido súper bonito. Las editoriales tampoco publican cualquier cosa y miman muchísimo sus proyectos. La relación con Míriam, mi editora, ha sido bestial. Me ha dejado ir eligiendo absolutamente todo y lo hemos cocinado a fuego lento”, agradece la escritora.

Con el propósito de contagiar su pasión por la lectura entre los jóvenes, a Elena le propusieron organizar alguna actividad dirigida a la juventud. En este sentido, ha comenzado a impartir un taller en el colegio de Matiena. “Deberían de leer más y no perder el tiempo. El hecho de que cojan un libro que les atrape y sean capaces de dar la vuelta al mundo en 80 días o de estar un rato con Harry Potter, me parece alucinante. A veces se nos olvida meterles esto porque todos los niños tienen un libro adecuado. Una vez que se enganchen, no van a salir de ahí. Me encantaría ayudar a que encuentren ese camino, con lo míos ya lo he hecho”, reconoce Elena, madre de tres hijos.

Fisioterapeuta de profesión, sigue escribiendo, casi siempre a mano, en soledad y lo hace habitualmente de noche en pijama, con su inseparable manta y la comodidad de hacerse un moño buscando ese cobijo que le dan las palabras. “Tengo claro de que no voy a vivir de ser escritora, pero tampoco es mi objetivo. Necesitaba este regalo y como digo en la dedicatoria del libro, y por una vez para mí, ¡joder!”, zanja.