Le encantaría preguntar a los visitantes que no salgan ensimismados subiendo fotografías a las redes sociales qué les sugiere el foro romano. Su aspecto actual “ayuda a que la gente mire y diga: los bárbaros dejaron esto hecho un erial, pero trazando su biografía comprendes que no tocaron prácticamente nada, sino que ha experimentado una transformación lentísima” sostiene el historiador Igor Santos Salazar.

Profesor en la Universidad de Trento que se trasladó a Italia hace veinte años para cursar el doctorado, explicó en una charla organizada por la Sociedad Cultural Clinex de Balmaseda por qué contemplamos lo que define como “la invención de un espacio arruinado”. Sus vínculos con la localidad provienen “de la familia de mi aita y aquí residen buena parte de mis afectos e intereses”. De hecho, en 2021 publicó el libro Balmaseda, una villa en la frontera.

¿De qué época datan los primeros vestigios?

—Se trata de un valle enclavado en el centro de tres colinas habitadas desde el siglo VIII Antes de Cristo. A medida que transcurren los años de la república se va cargando de significado porque ahí se ubica el Senado. Además se encuentra a los pies de la colina del Capitolio, donde se hallaba el más importante de los templos: el de Júpiter Capitolino.

¿Qué significaba la palabra foro en la vida cotidiana?

—En general, el centro administrativo de la vida política de una ciudad, romana fundamentalmente. La zona más o menos central donde se juntan los principales edificios públicos: las basílicas donde se imparte justicia, donde están los jueces, o el mercado. Es el área más sagrada, que concentra el mayor conjunto de espacios sacros, con templos, espacios cívicos, las magistraturas y donde se da lo que se llama la vida civil, que de ahí viene la ciudad. A veces denomina a la ciudad en sí: por ejemplo, Forli, en Italia. Luego la palabra evoluciona para hablar también del sentido figurado. Por ejemplo, el príncipe del foro, que puede aludir a un abogado o un juez porque ahí se emplazaban las magistraturas, jueces y tribunales.

Concretamente el de Roma, ¿abarca también el Coliseo?

—En Roma existen varios foros. Aunque están más o menos juntos, el Coliseo quedaría justo al margen de todos ellos. Tenemos desde el Coliseo hasta el Capitolio, lo que es conocido como el foro romano, pero dentro de él vemos un cachito pequeño: el foro de la paz. Más allá de la calle de la actual Vía de los Foros Imperiales están el foro de Nerva, el foro de Augusto, el foro de César y al final ya el foro de Trajano, muy famoso por los mercados de y la columna, llegando casi hasta plaza Venecia.

Basílica, Capitolio, Palatino, curia... Observamos cantidad de palabras relacionadas que utilizamos, aunque hayan cambiado de significado.

—El Palatino se asoma al foro. Es una de las siete colinas de Roma que dio nombre a la residencia de los emperadores. De la residencia de los emperadores deriva el nombre de las residencias aristocráticas que hoy conocemos como palacios. Es más, en Italia, a cualquier construcción le llaman palazzo, no sólo designa algo señorial.

¿Qué acontecimientos históricos se desarrollaron en este entorno?

—En la época republicana muchos porque es el lugar en el que se mostraban los rostra: las partes delanteras de las quillas de los barcos de los derrotados. Por ahí discurría una procesión que mostraba las victorias. A César no le mataron en el foro. Se piensa que ocurriría en la zona del Largo Argentina, donde podría estar la basílica en la que le asesinaron, aunque no se sabe con certeza. Por otro lado, en el foro se erigió en el principal sitio en el que levantar arcos de triunfo: el de Tito (conmemora la victoria sobre los judíos en Jerusalén), el de Septimio Severo, el de Constantino entre el arco de Tito y el Coliseo. Abunda la celebración militar, exaltación del poder de un emperador. También están, claro, la Vía Sacra, que luego gozará de importancia en la Edad Media y la Edad Moderna y algunos de los templos principales, además del que he mencionado antes en el Capitolio.

¿Cuáles serían?

—Allí se asienta el templo de la Concordia, que construyó Julio César cuando acabó la guerra civil: he ganado la guerra, he matado a mis enemigos, voy a llamarlo templo de la Concordia… Todo muy retórico y propagandístico. Y encontramos, sobre todo, el templete y la casa de las Vestales.

¿Se las puede considerar precursoras de las monjas?

—De alguna manera sí porque debían ser vírgenes, están completamente dadas a la divinidad, son sacras (nadie las puede tocar), se encargan de que se mantenga siempre un fuego encendido en el templo. De ese fuego depende la fortuna de Roma. Si se apagase, Roma acabaría. Conforman un colegio de sacerdotisas muy prestigioso. Hijas de buena parte de la aristocracia terminan como vestales.

¿Hasta qué época se utiliza el foro, coincide con la caída del imperio?

—No. De hecho, el foro constituye un excepcional punto de vista para observar cómo Roma no cae.

¿En qué sentido?

—No cae por las invasiones bárbaras, no hay un solo evento bélico que pueda explicarlo y el último edificio o monumento ligado a un emperador romano, aunque de Oriente, procede del siglo VII, no del V: la columna de Focas. Para representar su poder manda al gobernador de Italia levantar una columna conmemorativa.

¿Y después?

—Ya desde el siglo VI los Papas empiezan a fundar iglesias. Por ejemplo, en el templo de Rómulo se crea la iglesia de los santos Cosme y Damián, que contiene uno de los ábsides con mosaico más antiguos de toda Roma y del cristianismo romano. El aula del Senado en el siglo VIII se convierte en la iglesia de San Adriano prácticamente hasta el fascismo. El templo de Antonino Pío y Faustina pasa a ser iglesia de San Lorenzo in Miranda. Se van acometiendo una serie de transformaciones continuas: se añade, se quita, se conserva, todo depende de la elección política de quien gobierna Roma en cada momento. Por eso no se puede asegurar que estamos ante un espacio arruinado.

En tal caso, ¿qué quiere dar a entender con un espacio arruinado?

—A que lo es en un momento histórico posterior. Es decir, con la falsa coartada de la investigación arqueológica, que en cambio no existe, se produce la voluntad de llegar hasta la época imperial y arrojar todo lo demás al río, 1.800 años de historia tirados. Fijémonos en la tierra que han extraído en las excavaciones del Cerro del Castillo de Balmaseda y es pequeñísima. En Roma quitaron toneladas y toneladas.

A menudo se lee la descripción del foro como un campo de vacas como si los monumentos permanecieran enterrados, congelados en el esplendor del imperio, y los animales pastaran encima.

—La idea de campo vaccino apunta a un mercado de ganado, pero no implica que esté abandonado. Significa un espacio a los pies de la colina del Palatino en el que se vendían bueyes, vacas, terneros… En realidad lucía como una enorme plaza del Renacimiento, pero hemos perdido esa idea porque se han inventado unas ruinas.

Profundice en lo de inventado, ¿a qué alude exactamente?

—A dos episodios fundamentales para la historia del foro de Roma en los siglos XIX y XX. En primer lugar, la unificación de Italia. El Risorgimento trae la invención política del reino de Italia como una nación unificada a la que dotar de un pasado. ¿Y cuál mejor que el romano? Usan el pasado de Roma para manipular su presente, es una invención conectar ambas cosas y para eso emprenden las grandes excavaciones en el foro. Luego, con el fascismo, la unificación y el nacionalismo italianos se llevan a sus consecuencias más esquizofrénicas y criminales. Abrieron la Via dei Fori Imperiali hacia el Coliseo. Se aceleraron de forma absoluta estas ideas manipuladoras de invención que piensan: me da igual lo que hay, voy a reventarlo todo porque quiero la Roma imperial. La Roma imperial tal cual la vemos hoy en los foros no ha existido nunca. Vemos despojos de aquel momento.

¿Y en las etapas intermedias?

—Durante el Renacimiento hay noticia de las primeras preocupaciones por parte de los Papas, muy influidos por toda esa corte de artistas (Rafael, Baldasare Castiglione, que es un gran intelectual y embajador) que se ponen en contacto para que se protegieran las antigüedades romanas. También acondicionan espacios de comunicación política, cuando Carlos V en 1536 después de la victoriosa campaña de Túnez regresa a Italia por Messina, Sicilia, va a Roma y el Papa le prepara la Vía Sacra de nuevo, abre un enorme bulevar en el medio de lo que es hoy el foro. Se aprecia en muchas incisiones y pinturas esa vía plagada de árboles y aspecto de plaza del Renacimiento con sus palacios, sus columnas, sus casas, sus torres y también sus iglesias.

¿Casas y torres?

—Desde luego, no lo que vemos hoy excavado a más de diez metros de profundidad. Se trataba de un espacio de Roma vivido. Por eso no describen ruinas tal y como nosotros las entendemos, sino los monumentos, las grandezas de la antigua Roma: algunas en ruinas y otras no, porque es un espacio continuamente en vida. En Italia muchas cosas no están nunca en la historia y sí siempre en el presente porque se usan, se reusan y se vuelven a usar.

Recuerda a la actuación en la Arena de Verona con las gradas vacías que se viralizó al emitirse en toda Europa durante el confinamiento.

—Es como si fuese un estadio hoy y allí lo mismo. En el foro romano en el Renacimiento empiezan las primeras nociones de defensa de esa zona, unas etapas con mayor y otras con menor capacidad. Aunque a veces emplean mármoles para fabricar cal y construir, por influencia del humanismo, la herencia antigua y el rescatar el pasado romano irá calando el sentimiento de protección.

¿Cuándo arrancan las primeras campañas arqueológicas más o menos profesionales?

—Ya con Napoleón, las hay muy pocas y muy concentradas en la columna de Focas o el arco de Septimio Severo. Pagó de su propio presupuesto las excavaciones en la columna Trajana y el foro de Trajano, pero duró muy poco, lo que se prolongó su gobierno en Roma: cuatro años. Las de verdad se inician en los años ochenta y noventa. Antes se iba siempre a buscar la historia clásica. De hecho, la arqueología medieval empieza a imponerse en los años setenta como disciplina científica autónoma con su marchamo de legitimidad y es en las excavaciones del Palatino donde empieza. A partir de los años noventa y 2000 ya disponemos de libros que nos detallan cómo eran zonas particulares en los siglos IX, XI o cuando los Papas gobernaban la ciudad sin ningún tipo de intromisión exterior, ha habido que esperar muchísimo.

¿Continúa la actividad? Será una fuente inagotable de información.

—No tanto en el foro como en el Palatino que da hacia el foro y el Circo Máximo, en el área de Santa María Antiqua y, sobre todo, en los foros de Nerva, Trajano y Augusto. En los foros imperiales ya has alcanzado el fondo y se ropas con la geología y no con la historia, aparte de que están más abiertos al turismo.

Precisamente, al teclear en Google foros imperiales la primera entrada dirige a la web del parque arqueológico del Coliseo y salta un emoticono para que converses con Nerón. ¿Lo hemos convertido en un Port Aventura o Terra Mítica?

—Es Disneyland en ese aspecto. En la guía turística que reparten en la entrada parece un parque temático del Imperio romano. No era ni una cosa ni la otra. Ambas han contribuido a que se genere esa especie de falsa impresión.

Recientemente saltaron noticias de pintadas en el Coliseo. ¿Es sostenible ese flujo de turismo? ¿Deteriora el patrimonio?

—Acaba afectando. No a la conservación porque no destruyen nada, pero baja la comprensión y se frivoliza de alguna manera. Ya se limita el movimiento de la gente porque no dan abasto y hay que reservar con antelación para comprar entradas. Creo que lo mejor sería, (y en parte ya está hecho al observar cómo era en fotografías antiguas) incidir en explicar el impacto devastador de la manipulación nacionalista del pasado de Roma y, sobre todo, de nuestro conocimiento de las épocas sucesivas.

Resultará complicado que esa reflexión parta del propio país...

—Los arqueólogos la poseen, pero casi nadie escucha porque buscamos lo que pudo haber pisado César o la cabaña de Rómulo. Para eso tienes que destrozar sin estudiarlos casi 2.000 años de historia.

También hay que saber transmitir el mensaje para que cale. ¿Se supervisa el funcionamiento de los guías?

—Sí porque forman una especie de asociación muy cerrada. No obstante, ¿quién supervisa lo que dicen? Hay margen para la manipulación y en gran medida depende también del tipo de preparación e interés de la persona que escucha. Si va porque le han dicho que tiene que estar sin más, le pueden contar que en el siglo XIII había una central nuclear que le va a dar igual. De la otra forma se acercan más a la realidad o la interpretación histórica profesional y bien llevada.

¿Puede la realidad aumentada reemplazar la sensación de acudir en persona?

—Los primeros ejemplos de realidad aumentada los constituían aquellos libros que se compraban con la foto de cómo era y una especie del filmina que girabas y se cubría con el dibujo de su apariencia anterior. Actualmente, pese a que sí que hay proyectos, nos falta siempre el dato. Nunca sabremos exactamente cómo lucía de verdad en el siglo III el aula del Senado, porque desconocemos cómo lucía la fachada decorada incluso disponiendo de descripciones o imágenes en las monedas. De esa imagen o testimonio a la realidad media un salto. Si todos nos pusiésemos a describir el Puente Viejo de Balmaseda saldrían 17 Puentes Viejos. ¿Puede suplir el plantarse allí en persona? No lo creo.

¿Qué podemos encontrar del foro en museos de la ciudad?

—En el Palatino hay algún pequeño museo, en el foro una iglesia que se llama Santa María Antiqua del siglo VIII. Se puede acudir a los Museos Vaticanos, que dependen de las excavaciones de los Papas, al Museo de la Ciudad de Roma en el Capitolio, al Museo Nacional Romano, muy poco conocido y que atesora cosas increíbles. Otras se vendieron en la época de Stendhal o Demidoff, los grandes románticos del siglo XIX.

¿Qué otras invenciones, por así llamarlas, podemos extrapolar a Euskadi o el Estado?

—En Euskadi, la más triste y polémica es la manipulación por motivos políticos de los restos de Iruña Veleia. Podemos decir que el teatro romano de Mérida se lo inventaron en los siglos XIX-XX porque no estaba así. Los arcos inferiores del acueducto de Segovia que servían para pasar de un lado a otro antiguamente estaban tapiados y había bodegas de artesanos… Existe un caso cerca de aquí de una suerte de Pompeya muy poco excavada: Clunia. Si se profundizase sería una ciudad increíble porque es enorme en la meseta, en la provincia de Burgos. También cuenta con un teatro, no tan monumental y retocado como el de Mérida. Cada cual afronta sus obsesiones nacionales y es una pena porque la realidad tal y como es mucho más apasionante que la manipulación ideológica.