El desperdicio alimentario está a la orden del día. A lo largo de un año, kilos y kilos de comida compradas en los supermercados acaban en bolsas de basura, ya sea por caducidad o por ser sobras no comestibles. Mientras llenar la cesta de la compra se vuelve cada vez más caro, el despilfarro de comida de los hogares vizcainos continúa siendo una realidad que se debe controlar, dando una segunda vida a aquellos sustentos que se tiran a la basura.

Bilbao está al tanto del desperdicio alimentario y trabaja diariamente para evitar que el derroche de comida aumente, promoviendo la economía circular. En los últimos años, han surgido movimientos con el objetivo de divulgar la importancia de luchar contra el desperdicio alimentario, como el programa de Bilbao Circular, centrado en los comerciantes y la hostelería de la capital vizcaina. No podía ser de otra manera con las pescaderías vizcainas y las toneladas que se podrían llegar a reutilizar y darles una segunda vida.

La iniciativa del servicio puerta a puerta comenzó en septiembre de 2019. Desde entonces, el Ayuntamiento de Bilbao, de la mano de la empresa Barna, se encarga de gestionar las toneladas de residuos de pescado que se recogen diariamente durante todo el año. En la actualidad, el servicio puerta a puerta abarca a todas las pescaderías de Bilbao –unas 70–, además de las del Mercado de La Ribera. Los años en los que el servicio ha estado operativo, se han recogido un total de 1.420 toneladas de sobras de pescado que ya tienen una segunda vida. “Con las toneladas de sobras de pescado que recogemos elaboramos aceites y harinas de pescado”, indicado la responsable de Medio Ambiente de Barna, Itxasne Agirre.

Por iniciativa de pescadores y conserveros, Barna comenzó la actividad antes de 2019. Fue en el año 1961 cuando comenzaron a dar salida a los excedentes de pesca y a los subproductos generados por la industria pesquera ayudando a reducir el impacto de la industria pesquera y favoreciendo la sostenibilidad de los recursos marinos. Con los residuos recogidos elaboran aceites y harinas de pescado. “Nosotros aportamos un valor añadido a las sobras a la vez que ofrecemos diferentes productos, sin mezclar los restos de salmón con los de la trucha, los elaboramos de forma independiente”, añade Agirre. No podrían llegar a recopilarse cientos de toneladas sin la colaboración de todas las pescaderías que están repartidas por Bilbao. Juan Carlos Rúa, desde el centro de Zorrotza, cuenta que la iniciativa le parece “muy buena”. Al día “estamos generando entre 120 y 150 kilos de residuos reutilizables”. Eso significa un total de sobras marítimas, de entre 43.800 y 54.750 kilos, a lo largo de un año. Además, Rúa agradece la recogida de los residuos porque al negocio le ahorra problemas. “Nosotros no podemos tirar los residuos en cualquier lado”, explica el propietario de la pescadería Ruamar.

Entre las sobras diarias que la pescadería de Juan Carlos Rúa entrega se pueden encontrar cabezas, vísceras, espinas y pieles que ahora tienen una segunda utilidad. “Antiguamente se tiraban a cualquier sitio generando todo tipo de olores”, ilustra. Además, “matamos dos pájaros de un tiro, porque nos quitamos más de 120 kilos de residuos diarios y contribuimos a que tengan una segunda vida”. La recogida en Bilbao –sin tener en cuenta 2019 por su inicio en septiembre– se sitúa por encima de las 325 toneladas de media anual. Es un dato que asusta y que debe servir para concienciar a vizcainas y vizcainos a la hora de desperdiciar alimentos caducados sin pensar en la reutilización mediante una segunda vida.