Txutxi Balentziaga caminaba por una zona impracticable incluso para un experimentado mendizale como él, una de las personas que más conoce Kolitza. No en vano, “subo casi todos los días”. Precisamente por eso, en aquella ocasión hace quince años prefirió no arriesgar y avisó a su perro: “Ar-tzain, vamos para casa”. Sin embargo, él no activó su agudo sentido de la orientación, sino que “de repente se detuvo; si no se llega a parar yo no la habría visto...”.

No habría localizado la prueba de que la campana de la ermita que corona el monte (a más de 800 metros de altitud), que daban por robada, en realidad se había fragmentado y precipitado al vacío, seguramente por una tormenta. “Me costó sacarla, ¡pesaba más de quince kilos” y, más adelante, cuando Orexinal apostó por fabricar una nueva “me pidieron el fragmento para reproducir las medidas exactas”.

El campanero cántabro Abel Portilla dio forma a la bautizada como San Roque gracias a las contribuciones de una campaña de crowdfunding que la asociación puso en marcha en verano en colaboración con la parroquia de Balmaseda. La recaudación total ha ascendido a “más de 6.000 euros” en un proyecto que hermana para la posteridad el patrimonio con sus benefactores. Y es que Bego Viñuela, de Caligrafía Bilbao, grabó más de 200 identidades sobre el bronce, como pudieron comprobar en la exposición de la campana el día de Nochevieja en la plaza de San Severino antes de alzarla su casa definitiva a tiempo para la presentación oficial durante la romería de San Sebastián. Tal y como habían prometido, sus repiques saludaron a quienes se congregaron ayer a mediodía en la cima más emblemática de la villa.

Entre ellos, un emocionado Txutxi Balentziaga, uno de los mecenas. Eligió honrar a su querido amigo Artzain, cuyo nombre luce “en el centro de la campana y encima con letras de mayor tamaño”, señaló orgulloso. Porque “si alguien ha aportado fama a Kolitza fue él. Desde que empecé a colgar sus fotografías en las redes sociales me cruzaba con gente que me abordaba y me decía: ¡es el perro que sale en Facebook! Le tengo en miles y miles de imágenes”, evocaba sobre su fiel compañero, fallecido a los doce años y medio, y que reposa “cerca”.

Como él, han contribuido donantes, por supuesto, de Balmaseda, “de otros puntos de Enkarterri como Zalla, Karrantza y Sopuerta, así como de Bilbao y Cantabria; e internacionales desde Perú, México, Estados Unidos, Irlanda, Malta y Bélgica”, repasaron desde Orexinal. La San Roque parece gozar de plenas bendiciones, a tenor del radiante cielo azul con el que amaneció Kolitza para su puesta de largo, en contraste con las fuerzas de la naturaleza que aniquilaron a su predecesora.

Viento al colocarla

Antes, la asociación cultural de Balmaseda superó una prueba de fuego mientras la izaban por las rachas de viento que soplaron la semana pasada, tan intensas que amenazaron con abortar la operación el sábado, 13 de enero. La jornada comenzó a las 09.30 horas y se prolongó “hasta las 16.30 o 17.00”. Tras acoplar el primer cuerpo del andamio, “cuando procedimos a colocar el segundo casi tira a la persona que estaba arriba”. Optaron por “esperar a que amainara” y aprovecharon la tregua para completar la tarea, pero “estuvimos a punto de marcharnos”. Así que el esfuerzo multiplica la “alegría que sentimos al contemplarla en su sitio y poder compartirlo. Nos gusta que se escuche cómo la tocan al subir”.

Ese día a los integrantes de Orexinal les alcanzó el eco de lo que Abel Portilla les narró cuando recogieron la San Roque en su taller de Gajano: “De viaje para instalar una campana en la iglesia de San Martín de Láncara de Luna (León), encaramada en un cerro, debí meterme por el pantano que había sepultado el pueblo porque el agua anegaba el acceso por carretera. En un sitio en el que en veinte kilómetros a la redonda no encuentras nada... ¡claro que te asaltan las dudas! Además, el cerebro te advierte de que no lances las campanas al vuelo antes de tiempo”, nunca mejor traído.

Cumplida satisfactoriamente la misión, el párroco Fran Pinilla, dedicó ayer palabras de agradecimiento durante la misa de San Sebastián “a todos los que habéis colaborado con una iniciativa histórica que nos enlaza con nuestras raíces, con algo más profundo que lo que una campana pueda dar a entender a priori”. Basta con rebobinar a siglos precedentes en los que “encarnaban una finalidad social y testimoniaban cualquier otro suceso con repiques diferentes”.

Confían en que el tañido signifique ocasiones para confraternizar en un paisaje que desean proteger a fin de que siga presenciando esos placeres de la vida en abundantes dosis. Como los paseos de Txutxi Balentziaga con su inseparable Sultán, que posa con soltura para sus fotografías en Kolitza. Al igual que su antecesor, un border collie. Artzain. Su olfato arrancó la aventura de la San Roque.