Hace un año, Carlos Vilar y su familia afrontaron con mucha ilusión y esfuerzo la remodelación de su hogar ubicado en la calle Nafarroa de Barakaldo. Con muy buen gusto y con mucho detalle, hicieron de su casa un lugar confortable, coqueto y muy bonito, pero no podían ni imaginar lo que comenzaría a ocurrir cinco meses después. ”Empezó a caernos agua por el foco del baño y lo arreglaron, pero al de dos días volvió a empezar a tirar agua y hasta hoy. Llevamos siete meses viendo y soportando cómo cae agua en nuestra casa”, explica Carlos Vilar. La esperada obra que debe de hacer su vecino de arriba no solo no llega, sino que el problema no hace más que agravarse y ante la situación de que el vecino a ejecuta los trabajos, han tenido que recurrir a los tribunales.

Al entrar al hogar, el panorama es, simplemente, desolador. El olor a humedad es fortísimo y en la sala un paraguas abierto busca amortiguar la caída de agua. Allí, han tenido que colocar un arcón abierto para que el daño ocasionado por el agua sea el menor posible. Han tenido que ir levantando capas de suelo llegando a tener ya solo el cemento en alguno de los puntos del salón. “Como este hombre no tiene la casa asegurada nadie se responsabiliza del daño que está ocasionando. Calculo que los daños económicos que está ocasionando en nuestra casa ascienden ya a unos 100.000 euros cuando, la avería inicial sería de unos 300 o 400 euros. Es incomprensible esta situación”, desarrolla Carlos.

El techo del baño se ha caído totalmente por el agua. M. A. PARDO

Pasa el tiempo y la situación no hace más que agravarse porque, según los cálculos realizados por Carlos, en estos siete meses de goteo constante han podido caer a su casa en torno a “50.000 litros de agua”. Mientras está DEIA en el hogar, los inquilinos del piso superior, tienen el suministro de agua cerrado, pero eso no impide que, por pura acumulación anterior, sigan cayendo algunas gotas de vez en cuando a lo largo de la charla. “Es que aquí, cuando tienen el agua abierta cae muchísima agua. Es una auténtica pasada”, apunta Carlos. Si uno va al baño, lugar en el que comenzó la avería, se encuentra en que ya no hay techo y que, pese a que los vecinos han cortado el agua, hay un pequeño charco en la parte central de la estancia.

Los peritos aconsejaron a esta familia que abandonase su hogar, pero no se lo pueden permitir, de entrada, por cuestiones económicas. “Si dejamos esta casa y correr el agua, la avería va a ser aún mayor porque el suelo de mi casa se vendría abajo”, reconoce Carlos. El agua no solo ha llegado al cuarto, la casa de Carlos, sino que ya causa estragos en el tercer piso, donde vive una mujer de avanzada edad. “No sabemos el motivo por el que a esta persona no le interesa arreglar la avería. Sabemos que es una persona pudiente, que tiene varias propiedades en alquiler . El no coge el teléfono a nadie. Ni al seguro, ni a la policía... Un día entró a esta casa y dijo que no iba a dar parte al seguro porque le iba a subir la cuota”, narra Carlos.

Él y su familia han recurrido a la justicia, pero el proceso puede dilatarse en el tiempo y, con ello, el problema puede seguir agravándose en esta casa en la que, actualmente, viven cinco personas. Los daños económicos, físicos y psicológicos que está creando este goteo constante de agua sobre su casa es grande porque están padeciendo una auténtica gota malaya.