Vivir con una discapacidad orgánica –variante que proviene de de una pérdida en la funcionalidad en uno o varios sistemas corporales– no es un asunto baladí. Según Fekoor, la entidad de la discapacidad en Bizkaia, todas estas patologías tienen un elemento común: no se perciben a simple vista. Y lo que no se ve, no existe. Así se tajante fue el presidente de la Federación, Marcelino Fernández, en el acto celebrado ayer en Azkuna Zentroa con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

El evento, de carácter reivindicativo, se desarrolló bajo el lema somos harrijasotzailes de la vida y tuvo como objetivo reclamar a las administraciones el reconocimiento de las discapacidades orgánicas. “Dolor, fatiga, niebla mental, dificultad para realizar algunos movimientos o lentitud en reaccionar ante determinados estímulos no se perciben en la sociedad como una discapacidad y por ello, son invisibles”, reprochó Fernández.

Señaló, que esa falta de reconocimiento perjudica la calidad de vida de los pacientes. Y es que hasta el 30% de las personas que enfrentan esta situación tardaron más de 10 años en obtener un diagnóstico. Además, más de la mitad de las personas tuvieron que abandonar trabajos que no se adaptaban a su situación, y otro 50% no tenía sus puestos de trabajo adaptados.

Como consecuencia de todo ello, las personas que padecen algún tipo de discapacidad orgánica observan que esa falta de reconocimiento y cobertura de servicios se traduce en “empobrecimiento personal y del entorno próximo”, viéndose así abgadas, en los casos más graves, al aislamiento social. Por todo ello, Fekoor reclama el reconocimiento de esta realidad para construir una sociedad “más justa e inclusiva”.

Por otro lado, la entidad premió en el acto a María Jesús Suárez, técnica de Radiología del hospital de Galdakao y del Programa de Detección Precoz de Cáncer de Mama, por incluir en los cribados un protocolo para adaptar las mamografgías a lasmujeres con movilidad reducida, mejorando así la consulta.