Aquellos que piensan que ya no se hacen coches como los de antes encontraron ayer en Mungia un auténtico escaparate de joyas de la automoción de la década de los setenta, ochenta y noventa con motivo de la novena edición del rally de clásicos de la localidad organizada por la escudería Mungia Racing Elkartea en colaboración con el Ayuntamiento de Mungia. Una prueba en la que se dieron cita un total de 47 vehículos de más de 25 años de antigüedad, como un Renault 8 de 1973, un Seat 124 de 1978 o un Morgan de 1982, entre otros. Vehículos de época que hicieron las delicias de los más nostálgicos del motor. “A mí no me pillarás en un coche con una centralita electrónica moderna. Mi Seat 124 no lo cambio por nada. Además, todas las reparaciones y arreglos se los hemos hecho en casa”, destacó Jon Martínez de Aguirre, más conocido como Mecha en el mundo del motor y que adquirió su Seat, el tercero más antiguo de la parrilla mungiarra, hace ya 16 años.
En este sentido, la salida del rally tuvo lugar desde el aparcamiento de Izenaduba y los pilotos recorrieron buena parte de la geografía de Bizkaia pasando por su espectacular litoral costero, lugares con encanto como Maruri-Jatabe o Gamiz-Fika, la comarca de Txorierri e incluso subiendo a El Vivero y llegando hasta Galdakao, Zaratamo, Arrigorriaga, Morga o Gernika. Asimismo, especial mención merece el tramo de la carrera que discurre entre Gamiz-Fika y Lezama junto al Cinturón de Hierro. “Es espectacular porque es un tramo que se pasa de noche y toda la gente que se pone abajo empieza a ver toda la subida de la carretera con los focos de los coches”, destacó Alejandro Ibarra, integrante de la escudería mungiarra.
En concreto, la prueba se dividió en seis tramos por la mañana y otros seis por la tarde. En total, 325 kilómetros “muy intensos”, apuntó. Además, una de las peculiaridades de este rally es que los vehículos no podían sobrepasar los cincuenta kilómetros por hora.
“No podéis pasar de 49,9. Así que id con tranquilidad que queremos que estéis todos aquí de vuelta por la noche. Lo importante es disfrutar del buen ambiente y poder contar luego las anécdotas”, arengó a quienes se disponían a disfrutar de la conducción.
Respeto a los vecinos
Precisamente, una de las peculiaridades de este tipo de pruebas no deportivas es que los participantes deben respetar durante todo el recorrido las normas del reglamento general de circulación y los reglamentos aplicables al evento. “También os pedimos que tengáis cuidado en las zonas de casas marcadas”, agregó.
Antes de la salida, programada para las 11.00 horas, fue el momento de realizar todas las verificaciones. A quienes no les quedó más remedio que ponerle la capota a su precioso Morgan de 1982 fue a Josu Lotina e Irantzu Uriarte. “Lo trajimos de Barcelona, pero es verdad que el tiempo hoy –por ayer– no nos acompaña para lucirlo en todo su esplendor”, reconocieron. Otra de esas joyas que recorrieron ayer las carreteras vizcainas fue un Renault 8 de 1973, el coche más veterano y experimentado del rally, puesto que ha corrido esta prueba nueve veces. “La afición al mundo del motor viene de mi tío, que es mi copiloto, y el coche se compró en la época nuevo de concesionario”, relató Iker Nograro, al que acompañó en el coche Imanol Ibergarai. Una reliquia que miman como oro en paño. “Intento no forzar la máquina mucho, pero en su día alcanzaba los 120-140 kilómetros por hora”, indicó.
Del mismo modo, a los mandos de su precioso Renault 5 Turbo de 1986 estuvo Teo Hernández, junto a su hijo Alejandro Hernández. “Este coche era el más cañero de la época. Tenía más aceleración que el Porsche 911. Se ponía a 200 kilómetros por hora”, explicó. Por eso reconoció que había que “tener cuidado a la hora de conducirlo” debido a su gran potencia para su excesiva ligereza.
Fascinado con el rendimiento que le está dando su Peugeot 309 GT de 1987 se encontraba David Jiménez, acompañado por Sara Martínez. “Lo compré hace año y medio y estoy encantado. Tiene 100 caballos y hago 600 kilómetros con un depósito. Lo uso incluso para ir a trabajar”, reconoció este apasionado del motor al que su afición le viene de familia. “Mi padre es coleccionista de coches”, indicó. Pero, además de la galaxia de vehículos de época, David destacó el buen ambiente que se vive en este tiempo de pruebas y lo que disfruta conduciendo en todo tipo de condiciones. “Me gusta de noche, con lluvia, con niebla, etc.”, concluyó.