Sea de lugares lejanos –se vieron cuadrillas de orientales cámara en mano– o los pueblos de las inmediaciones, hay algunas jornadas de año en las que Gernika-Lumo se convierte en punto de confluencia. El Último Lunes de Octubre es ejemplo de ello. Y ayer, nuevamente, acudieron visitantes con ganas de llenar la cesta de la compra, productores con ansias de abarrotar su cartera, jóvenes deseosos de juerga, cocineros afanados en probar nuevos alimentos o familias que buscaban pasar un estupendo día de asueto. Entre su decenas de miles de asistentes, y sus circunstancias, la localidad foral fue punto de encuentro de todos ellos.

Compradores habituales, Iñaki, Sonia, Javier y Eva nunca faltan al Último Lunes de Octubre. Ayer no fue menos. “Es un sitio excelente para llenar la nevera de productos de nuestra tierra”. José Mari Martínez

Desde bien pronto por la mañana, son los habituales de las compras quienes suelen acaparar los puestos. Son los más madrugadores, los que desde las 9.00 horas copan las ventas. Fue el caso del gernikarra Iñaki Basterretxea, quien iba guiando con experiencia acumulada a sus amigos bilbainos Sonia, Javier y Eva de puesto en puesto. “No pasa nada, por un día Gernika se convierte en la capital de Bilbao y yo les llevo de un lado para otro”, señalaba irónico para las risas de sus acompañantes. “Venir a Gernika es cumplir con una tradición. Lo hacemos todos los años”, afirmaban. “Pero si venimos es por algo; es para comprar los mejores productos de la tierra”, apostillaban casi al unísono Eva y Sonia. Que ello no equivale a que luego “no vaya a caer algún talo con chorizo, algún txakoli... Pero formales, eso sí. Lo principal para nosotros es la compra”. Solo había que verlos, con amplias bolsas e infinidad de productos... Eran la imagen perfecta de los compradores.

Otros que nunca fallan a la cita gernikarra, “una de las mejores ferias en cuanto a ventas”. Ayer no fue diferente, “pero hay que tener en cuenta que detrás de esto hay muchas horas de trabajo”, afirmaban. José Mari Martínez

Más jóvenes que nuestros primeros protagonistas, hay quien acude a Gernika –como a otras grandes ferias en Euskadi– a vender lo que producen sus tierras. Fue el caso de Goreko, de Mungia, y su colorido puesto tras el que se afanaban Gorka y Nerea Irazabal, junto a Jule. De sus amplias instalaciones – 6.000 m2 de invernaderos y cerca de dos hectáreas de huerta al aire libre, 70 frutales variados, 50 gallinas camperas, 24 cabras azpigorri y 10 colmenas de abejas...– salen multitud de productos que ayer lunes se vendían como churros. Con numeroso público congregado frente a su expositor, Gorka apenas podía dedicar unos minutos a los medios de comunicación. Pero, conciso y rápido, aseguraba “que en Gernika hay que estar sí o sí. Nosotros siempre tratamos de acudir a las ferias buenas. Y el Último Lunes lo es. Siempre se nos da muy bien. Es una cita en la que vendemos mucho”, incidía. Pero esas positivas ventas no caen del cielo, antes “hay que currar duro”, indicaba. Y currar duro equivale a llegar a la localidad foral a las 6.00 horas de la mañana y preparar todo a conciencia. El mundo del baserri no es coser y cantar.

Hay quien acude a Gernika con ganas de fiesta... y otros van a trabajar. No en vano, la feria puede suponer buena parte del presupuesto de un año de una entidad deportiva, como es el caso de Arkupe Pelota Taldea. José Mari Martínez

Tampoco es moco de pavo poner a multitud de chavales a elaborar talos a golpe de puño. Pero un fin de semana de incesante trabajo puede suponer cubrir los gastos de todo un año. Que se lo digan a Arkupe Pelota Taldea... “Conseguimos unos fondos que nos son de gran ayuda”, comentaba Joseba Etxebarria. “Somos unos 30 y ya ves, todos currando sin parar. Los chavales con los talos, los más mayores con la barra. Y sin parar”, agregaba sobre el reparto de tareas, preasignado de antemano al igual que el montaje de la txozna –“que comenzamos durante el sábado”–, el llenado de bebidas... “La verdad es que curro hay de sobra” –no había más que ver la kilométrica cola que había para hacerse con un talo–, pero “lo bonito es ver cómo todo el club se implica. Vamos todos a una”, valoraba.

No escondían que acudían a Gernika a pasárselo bien. “A tomar unos tragos por la mañana, comer un talo... Y de noche ya veremos. Hay mucho ambiente y es un día bonito para vivirlo”, agregaban a este periódico. José Mari Martínez

A escasos metros de los pelotaris del futuro y ya disfrutando de un buen txakoli se encontraban Haritz, Jon, Maitane y Anne, una cuadrilla de diferentes procedencias –Gernika, Muxika, Lekeitio...– que disfrutaban de algún trago. “Venimos de fiesta, para que te vamos a engañar... Unos traguitos desde la mañana y llenar el estómago con algún talo. Hay muy buen ambiente”, apuntaban sobre lo que iba a ser su jornada. “Después de cinco años detrás de una barra en el Último Lunes ya me tocaba librar y disfrutar un poco, ¿no?”, se cuestionaba Haritz. Por supuesto que sí, el Último Lunes da para que sus miles de visitantes disfruten, sea cual sea la forma en la que lo hagan.

9

Los precios en la feria del Último Lunes de Gernika Deia