La feria de ganado es una de las tradiciones más arraigadas de Mungia. Un evento que el Ayuntamiento apoya y promociona con el objetivo de mantener vivas sus raíces y tradiciones. No en vano, es el único municipio en Bizkaia que mantiene de forma permanente la feria de ganado durante todo el año. Un símbolo de identidad del municipio, que regresó ayer después del parón del verano. De esta forma, en el recinto ferial mungiarra se exhibieron varias decenas de reses para su compraventa. Uno de los ganaderos que acudió con una decena de reses fue Jesús Mari González, de la ganadería Marcial de Turtzioz. A media mañana ya había conseguido vender cinco ejemplares de la raza Limusina, a pesar de que el negocio ya no es como antes, según explicó. “La gente que se dedica a las explotaciones ganaderas va envejeciendo y no hay relevo generacional. Antes se vendía mucho mejor el ganado”, destacó.

No obstante, además de vacas, la feria ofreció puestos con productos locales y del entorno. Precisamente, una de esas productoras que guardan una estrecha relación con Mungia es Marga Revuelta, que asiste puntual a su cita cada mes desde Cabezón de la Sal, en Cantabria. “Es una feria de referencia para mí. Un punto de venta habitual al que acudo siempre desde 2007 incluso cuando se celebraba dos veces al mes. Tengo una clientela muy fiel que me compra desde hace años”, apuntó desde su puesto de exquisitos quesos, embutido, pan, quesadas y sobaos procedentes de diversos rincones de Asturias y Cantabria. “Ahora nos toca comenzar el curso a nosotros”, señaló sobre el regreso de esta feria coincidiendo con el inicio del colegio y que, a partir de ahora, se celebrará cada tercer domingo de mes.

Bacalao de Islandia

De la misma forma, otro de los habituales de esta cita es el vallisoletano Juan Carlos Valle. Desde hace más de una década acude a Mungia con su camión para despachar bacalao de Islandia. No le importan los casi 300 kilómetros de distancia ni el madrugón que se pega cada vez que acude. Es su rutina desde hace años. “Un amigo vendía embutido en esta feria y me dijo que viniera, así empecé hace doce o trece años”, recuerda. Ayer domingo el despertador le sonó a las 2.30 horas de la madrugada y después de cargar la mercancía en el almacén, puso rumbo a Mungia. “Se vende bien y tengo clientes de hace años”, sostiene.

Su vida transcurre prácticamente en la carretera puesto que acude habitualmente a numerosas ferias y mercados y ferias en Espinosa de los Monteros, Lerma, Madrid o Salamanca, lo que le lleva a recorrer alrededor de 65.000 kilómetros al año. “Lo tengo asumido. Es mi trabajo y lo hago con gusto”, reconoce.

En este sentido, tras el parón del verano, el recinto ferial mungiarra volverá a dar cobijo a esta actividad, organizada por el Ayuntamiento de Mungia, en colaboración con la Agencia de Desarrollo Rural Jata-Ondo. Precisamente, la alcaldesa de Mungia, Alaitz Erkoreka, faltó y aprovechó para adquirir algunos productos.

Juegos de temática rural

“Esta feria es un claro ejemplo de nuestra apuesta por mantener nuestras raíces y costumbres. Mungia es un municipio con una gran tradición ganadera y agrícola. La última feria que celebramos fue en mayo y ahora regresa habitualmente cada mes”, indicó. Asimismo, la regidora manifestó que las ferias de ganado se complementarán hasta final de año con novedades como juegos de temática rural y actividades con animales con el objetivo de que las y los más pequeños se acerquen al mundo rural y a las raíces de Mungia. A este respecto, los txikis se lo pasaron en grande ayer paseando en poni de la mano de la explotación agroganadera familiar Itturbaltza. En total, una decena de ponis de la raza Shetland hicieron las delicias de los txikis.

Sobre esta línea, esta feria es un ejemplo perfecto de la filosofía cittaslow a la que pertenece Mungia. La localidad se unió a este selecto grupo de ciudades que ostentan esta distinción por ser un municipio que ha conseguido crear espacios que permitan vivir de la mejor forma posible el presente, mirando siempre el futuro pero sin olvidar el pasado.

El movimiento slow city, surgido en Italia, promulga la filosofía de conservar y recuperar antiguas tradiciones y costumbres que hacen la vida más confortable y sana. Uno de sus pilares es el de la alimentación slow food (comida tradicional, natural) frente al fast food (comida procesada). Se trata de primar alimentos de calidad, algo que en Mungia siempre tienen muy presente en su mercado tradicional.