“Si yo me quedara en la calle, no acabaría en un albergue. Montaría una chabola en el monte y algo muy bueno me tendrían que ofrecer los servicios sociales para que cambiara eso”, confiesa Pablo Ruiz, coordinador técnico de Bizitegi.

Algunas personas sin hogar dicen que ir a un albergue es muy duro, que hay conflictos, que tienen que someterse a unos horarios…

No es solo eso. Yo voy de la calle, entro a una hora y tengo que salir a otra. Me puedo sentir como parte de un rebaño porque entro junto con otro montón de personas que van solo a dormir y eso un día, otro y otro. Encima percibo que todo lo que tengo no lo he conseguido yo, sino que me lo están dando otros. Esto hay que soportarlo a diario y hay un momento en que necesito tener también un respiro de esto. Me imagino teniendo que ir yo a dormir a un albergue todos los días. Habría un momento en que diría: Tengo que dejar de ir para poder encontrarme conmigo mismo y no con esta versión de mí que no quiero ver.

A veces se juzga a estar personas por no querer acogerse al sistema.

A veces nos disgustamos porque un hijo penca una asignatura. Eso marca nuestro estado de ánimo mucho y es una tontería. Pues imagínate a alguien que de verdad tiene problemas, que está en la calle desde hace mucho tiempo porque no puede acceder a otras cosas, que siente un fracaso personal terrible o muchas otras circunstancias. Pedirles a esas personas que en cada momento hagan lo que tienen que hacer... Si no somos capaces de hacerlo nosotros cuando penca nuestro hijo una asignatura.

¿Se les pide que se adapten a unas normas cuando quizás debería ser la sociedad la que se adaptara a ellos hasta que se recuperen?

Vivimos en una sociedad en la que cada vez hacemos menos cosas por otros. Antes había unas dinámicas más comunitarias en las que para conseguir cosas las personas nos juntábamos. Ahora si necesitas algo, miras a la administración pública y esperas a que te lo dé. Es una dinámica mucho más individualista.

¿Hay personas a las que se les da por perdidas, que están abocadas a terminar sus días en la calle?

“Todo el mundo puede tener un proyecto de vida feliz, otra cosa es meterlos en nuestro carril e intentar que tengan mi misma vida”

No, aunque a veces sí te invade ese pensamiento, pero luego ves que siempre hay posibilidades, que siempre la vida puede mejorar. Todo el mundo puede tener un proyecto de vida feliz, lo cual no significa que sea el mismo para todas las personas. Eso también tiene que ver con el ajuste entre las expectativas y lo que tengo. A veces veo a las personas que están en la calle y pienso: “Jo, si yo estuviera en su situación, estaría siempre totalmente deprimido” y ellas no lo están, pero seguramente porque no esperan tener el contexto vital que tengo yo. Mi felicidad es ese ajuste entre lo que espero de la vida y lo que tengo. Si consigo ajustar eso, puedo tener un proyecto de vida feliz. Otra cosa es meterlos en nuestro carril, intentar que tengan mi misma vida. No, la mía no, la suya.

¿Es frecuente que sufran enfermedades mentales?

Sí, hay situaciones de enfermedades mentales graves que son previas a estar en la calle y también la calle genera enfermedad mental porque genera desesperanza, depresión y situaciones límites que a veces consiguen que enfermemos.

¿Se podría llegar a incapacitar a estas personas para internarlas?

Se las podría incapacitar, pero ¿qué hacemos luego si las incapacitamos? Para hacer un ingreso involuntario, por ejemplo, no hace falta incapacitar, sino que un psiquiatra diga que esa persona no es capaz de protegerse a sí misma. Ahora, si una persona entra en un hospital y se estabiliza, sería atentar contra su libertad no dejarla salir para que no se dañe. Es una herramienta que no sirve.