El cocinero Iñigo Kortabitarte, del restaurante Kobika de Durango, sorprendió, deleitó e incluso llegó a asustar a los presentes con sus pintxos en el Líbano. No en vano, seis bandejas de sus famosos huevos carbonizados hicieron saltar la alarma de incendios en plena base militar donde dio a conocer su exitosa creación. Organizado por la Academia de la Tapa y el Pintxo, asociación integrada por prestigiosos chefs de moda y referentes de la cocina en miniatura del Estado, el viaje tuvo lugar a principios de este mes de agosto y Kortabitarte estuvo acompañado por José Antonio Guerrero, de Gastrobar Sabores de Valladolid, y Ramón Lapuyade, del Hostal Restaurante El Portal de Alcolea de Cinca en Huesca. “Imagina la que lié con los huevos carbonizados y el humo en plena base militar del Líbano. Recuerdo que de repente saltó la alarma y sonaba muy fuerte. Alguno se llevó un buen susto, pero todo quedó en una anécdota; los pintxos que preparé gustaron mucho”, repasa entre risas el durangarra que guarda muy buen recuerdo de la experiencia.

No hay nada más gratificante para un cocinero que dejarle dar a conocer sus platos lejos de casa. Iñigo Kortabitarte no quiso desaprovechar la oportunidad de viajar hasta el Líbano para ello. Se trataba de una actividad enmarcada dentro del Programa Sancho Panza iniciado en 2013, para fomentar la cultura española a través de la gastronomía. “Ha sido una experiencia muy enriquecedora. Al principio por el tema de la seguridad que hacía que estuviera escoltado en todo momento por soldados armados, te impacta porque parece que estás en una película. Al final te acostumbras y te quedas con la confluencia de culturas donde conviven catorce religiones en una zona de frontera entre Líbano e Israel, dando a conocer los pintxos, una seña de identidad de nuestra gastronomía”, valora Kortabitarte.

El chef durangarra explicó en la base militar española de Líbano sus técnicas culinarias

La iniciativa se desarrolló en la base española Miguel de Cervantes en el Líbano. Durante su estancia, Iñigo pudo participar en dos jornadas de formación en la Escuela Técnica de la localidad Marjayoun (ubicada al sur del Líbano), contando con la colaboración de la compañía Black Bull-AMG, empresa de logística y catering que actualmente presta el servicio de restauración en la base militar. En cuanto a la comida libanesa, “no la conocía, nos llevaron a conocer a varios sitios y me gustó. Cocinan con mucha especia, picante y fuerza en los platos. Uno siempre ve cosas aprovechables, que te gustan y que las puedes utilizar en tus platos”, reconoce el responsable del restaurante Kobika en Durango.

El chef durangarra junto a sus compañeros ofreció también una cena de pintxos a militares españoles y autoridades destacadas en la zona. Se decantó por tres de sus premiadas creaciones: el pintxo Green Bilbao (elaborado con pan de pistacho relleno de ahumados y guacamole), el Codwich (un delicioso pintxo a base a bacalao y txangurro, centollo y pilpil) y los huevos carbonizados (huevo escalfado sobre una crema de jabugo con crujiente de jamón y cubierto con una fina crema de patata de trufa blanca. Sobre todo ello un falso carbón ahumado con virutas de haya).

La Academia de la Tapa y el Pintxo organiza este tipo de iniciativas con el propósito fundamental de presentar, compartir y difundir la riqueza de la cocina y la gastronomía en miniatura. Su apuesta por estos bocados seguirá vigente en próximas fechas porque tal y como hace desde hace 17 años, Iñigo Kortabitarte junto a su inseparable hermano Koldo volverá a tomar parte en los prestigiosos certámenes de pintxos de Euskadi, que se celebrará en octubre en Hondarribia, y el de España, en enero en Madrid. “Los pintxos te mantienen enganchado, motivado y entretenido. A nosotros nos saca de la zona de confort, nos mantiene vivos y nos obliga a estar a la última en todo momento; aquí no te puedes dormir porque enseguida te quedas obsoleto”, zanja el durangarra.