PAGAR 160 euros y hospedarse en 25 lugares diferentes en un año es posible, aunque no lo parezca. Karla Vitoria y su mujer Corina lo han hecho, y en un año han viajado a Berria, Santoña, Benidorm, Valencia, Noja, Barcelona, Mallorca, Sitges y este próximo diciembre se irán de vacaciones hasta Lanzarote. Y todos estos viajes los han hecho yendo a casa de gente que, a su vez, se ha hospedado en su piso de Lutxana. “Mucha gente es reacia a intercambiar su casa porque la dejas con todas tus cosas pero al final todos tenemos lo mismo”, relata esta vizcaina.

“Cuando viene gente a mi casa a pasar las vacaciones lo único que me llevo son las escrituras del piso, nada más ¿Quién tiene joyas hoy en día? Prácticamente nadie, y si tienes algo de valor, lo dejas en casa de tus padres o en un camarote”, argumenta. Durante su experiencia, asegura que “todas los intercambios han sido muy buenos” y han recibido en su casa a gente de todas partes, desde canadienses y franceses hasta gente de dentro del Estado como valencianos y sevillanos.

La existencia de la posibilidad de realizar intercambios vacacionales la conoció a través de su tía, quien ya había viajado de esta manera con anterioridad y al saber de sus experiencias, se animó a realizarlo. Al igual que Karla, Covadonga Peralta, también conoció la plataforma HomeExchange a través de terceros. “Mi hermana es la arquitecta que ha hecho la reforma de mi casa y al estar metida en el mundo de la arquitectura me habló de que había descubierto una nueva forma de viajar que apostaba por los viajes sostenibles”, cuenta esta bilbaina.

“Me abrí un perfil para ver el tipo de destinos a los que podía ir, qué perfil tenía al gente que utilizaba la plataforma y desde el pasado año ya he ido a un montón de sitios”, explica. Mánchester, Ámsterdam, Zahara de los Atunes, Ibiza y Menorca son algunos de los destinos a los que ha acudido Covadonga, y próximamente se intercambiará la casa con familias de Las Vegas y San Francisco. “Es una experiencia maravillosa que te da la oportunidad de viajar lugares a los que no irías por lo que supone económicamente”, relata.

Gracias al intercambio de casa, Covadonga asegura que ha hecho “verdaderas amistades” y que hay con quien se cambia la casa “como con una amiga”. “Hay una chica en Madrid con la que me he cambiado tantas veces la casa que ya es como si lo hiciera como con una amiga; lo mismo me pasa con una familia de Menorca, que hablamos a final de año para organizar las vacaciones del que viene y saben, que si puedo, mi casa está abierta para ellos”, relata.

“Al principio da un poco de apuro intercambiar tu casa y dejar que desconocidos entren en ella, pero se dejan comentarios y si alguien pone que ha tenido un problema con otra persona, andas con ojo, pero yo personalmente nunca he tenido ningún problema”, indica. “Yo intento hacer intercambios recíprocos, es decir, yo voy a su casa y ellos vienen a la mía, entonces alguien que te va a recibir en su casa, en principio, no te la va a liar en la tuya. La gente, en general, es superrespetuosa”, explica.

Sin embargo, apunta que “si quieres irte de vacaciones a una casa donde poder guardar la ropa en los armarios, no es tu experiencia”. “Hay quien intercambia las segundas residencias, pero en mi caso lo hago con la casa donde vivo habitualmente y por ello, no hay armarios vacíos”, señala.