Aunque Karrantza es “enorme geográficamente”, resultaba “imposible” aislarse de la Guerra Civil que “alcanzaba a todos los sitios” y se cobró las vidas de “al menos 91 personas”. En los años treinta, el valle contaba con “alrededor de 4.500 habitantes, casi el doble que ahora: 2.700”. Vecinos que se dedicaban en gran parte a “agricultura y ganadería”, por lo que “no se sufrió tanto el hambre como en las ciudades”, explicó el historiador Fernando Obregón en una charla. La iniciativa se enmarca en el proyecto de recuperación de la memoria histórica, que contempla también la señalización de una ruta por lugares relacionados con acontecimientos acaecidos entre 1931 y 1946 y la creación de un apartado específico en la web del Ayuntamiento.

Karrantza acogió a “soldados de batallones vascos, de Santander y asturianos” en el verano de 1937, cuando el frente se desplegaba “desde El Haya de Ontón, Mello, Las Muñecas, Alén encima de Sopuerta, Traslaviña y La Garbea y El Berrón en el límite con el Valle de Mena, que permanecía bajo control republicano”. En los montes Kolitza y Alén “se libró un combate fuerte a finales de julio con muchos muertos, los libros mencionan la ermita de San Roque; en el terreno se pueden distinguir las trincheras y de vez en cuando aparecen obuses y balas”.

Al valle las escaramuzas le afectaron “más indirectamente”. Se acondicionó el balneario de Molinar como hospital de sangre integrado en una “red militar”, en el que fallecieron “cerca de cien personas por heridas de guerra o enfermedades, defunciones recogidas en el registro civil de Karrantza”.

En ese contexto se produjo “una avalancha de refugiados procedentes de Bizkaia y Gipuzkoa que huían de la guerra”. Los vecinos “tuvieron que meterlos en las casas, en todos los edificios, donde podían, porque necesitaban techo y comida”. Hubo que reaccionar ante una “emergencia igual a la que se vive en Ucrania”. Incluso varios ayuntamientos “trasladaron su sede a Enkarterri porque los habían ocupado; el de Bakio se reunía en Zalla”, por ejemplo.

Finalmente, “en la entrada del valle, el ejército republicano se retiró a Santoña y Santander, y las tropas de Franco entraron sin combates el 24 de agosto con varios batallones de las brigadas de Navarra”. “Fue un paseo militar”, resumió Obregón. Otro de sus principales objetivos ha sido “intentar realizar una hacer una estadística de muertos en la guerra”. Ha documentado “un mínimo de 91” vecinos y vecinas de Karrantza, que representan “más del 2% de la población” de la época. En comparación con los “horrorosos” bombardeos en otras localidades, el valle no padeció los ataques aéreos con tanta intensidad.

Entrevistas

Hace quince años, Fernando Obregón entrevistó a vecinos de Karrantza, Lanestosa, Turtzioz y Artzentales mientras investigaba la Guerra Civil en la zona cántabra del Asón y Ramales, y llegó a hablar con “algunas personas que combatieron”. “Era muy habitual en el norte que el primer año formaran parte del bando republicano en batallones del ejército de Euskadi o Santander, pero desde el verano de 1937 los volvieron a movilizar y siguieron con el ejército franquista. Negarte suponía que te fusilaran si te pillaban”, detalló durante su charla ante numerosos vecinos en un acto que contó también con familiares de represaliados.

Memoria histórica

Ruta. El Ayuntamiento y la oficina de turismo presentaron la semana pasada un itinerario por lugares clave para Karrantza entre 1931 y 1946, marcados con placas y códigos QR.

Investigación. El coloquio en la Kultur Etxea forma parte de la investigación del historiador Fernando Obregón sobre la contienda en Karrantza. Una de sus prioridades era poner cifras a las víctimas mortales en el valle.