Estas últimas semanas son las más importantes para las comuniones, en donde los pequeños de entre ocho y diez años se preparan para recibir el primer sacramento de la eucaristía. Las niñas y niños se preparan durante cuatro años, de acuerdo con la catequista de la iglesia de San Francisco de Asís (La Quinta Parroquia), Begoña Villamor. “Durante la pandemia elaboramos unos libritos, hablamos con los padres y les dimos material para que ellos hicieran la formación y el seguimiento. Al final, las comuniones se hicieron en octubre”, relata Villamor. Una de sus comuniones más recientes fue con un grupo de siete niños y niñas. “Ellos están nerviosos y los padres también”, dice.

Trajes de comunión de ambos sexos en la tienda Nanos. | FOTO: O. GONZÁLEZ

Pero, la baja natalidad es un hecho que se hace notar en el ámbito de una tradición secular y los días de comuniones en los templos suman cada vez menos infantes y allegados. No solo porque muchos familiares de avanzada edad ya no pueden participar o incluso tienen miedo de exponerse a multitudes en espacios cerrados, sino porque hay menos niños de los que había hace una o dos décadas. También puede deberse a un cambio generacional en los padres y madres del momento. En varias familias los eventos como el bautizo o la comunión son un requerimiento religioso más que una celebración tradicional y, por ende, deciden realizarlas a menor escala. Sin embargo, eso no quita la relevancia que pueda tener tal festejo para muchos, como es el caso de las familias que ayer celebraron la primera comunión de sus pequeños en la iglesia San Vicente Mártir de Abando.

Varios txikis ayer en el altar de San Vicente. | FOTO: JUAN LAZKANO

Las previsiones auguraban lluvia, pero eso no infirió en los ánimos de todos los asistentes. Las madres, padres, abuelos y demás familiares y amigos estaban más que contentos durante la ceremonia, al igual que quienes participaron en ella. “Hemos intentado volver a la normalidad y no paramos con la catequesis. Les hablamos de cómo será la celebración y cómo saldrán después con una vela con su nombre y la fecha grabada”, comenta la encargada de las comuniones en la iglesia San Vicente Mártir de Abando, Ana Belén Aguirrebeitia.

Para las parroquias, también es algo obvio la disminución de los peques que van a comulgar y el hecho de que las cifras de natalidad van continuamente a la baja no ayuda. “Nosotros estamos para oír y ayudar”, agrega.

En el caso de Ainara, madre de una de las pequeñas que ayer tomó la primera comunión, era importante que su hija pasara por todo el proceso. “Estoy muy ilusionada de que haya recibido su primera comunión. Es mucho tiempo, pero merece la pena. Para mí era muy importante que conociera, fuera a catequesis y que le hablaran de lo que es esto, para que a partir de ahí ella pueda elegir lo que quiere en su vida”, comenta. Otros familiares también conmemoran alegremente estas fechas, como es el caso de las amamas Mari Carmen y María Dolores. “Nos sentimos muy bien y claro que queríamos que hiciera la comunión porque somos cristianos”, señalan. Por su parte, la tía de uno de los niños recién comulgados, María Luisa, no deja de destacar que no fueron meses, sino “años” de preparación.

Los datos de natalidad en Euskadi del pasado 2022 reflejan una bajada de nacimientos del 4,5% con solo 13.613 bebés. Es el número más bajo que ha tenido el territorio histórico, de acuerdo a el Instituto Vasco de Estadística (Eustat), el cual guarda registro de estas cifras a partir de 1975. Hace 48 años el número de nacimientos se remontaba a 39.646, más de cuatro décadas después, se redujo a menos de catorce mil.

En cuanto a los comercios que viven de estas fechas de comuniones, sigue siendo una época agitada. En la hostelería, esto sólo se aplica en selectos establecimientos que ofrecen el espacio para estas celebraciones, puesto que involucran a un número considerable de personas. Uno de los responsables del Asador Arraiz, José Antonio Vaz, indica que la media de invitados es de entre 20 y 30 personas. “Seguimos funcionando igual”, dice el gerente respecto a las reservas en épocas pospandémicas. Uno de los sectores con más movimiento es el de diseño y venta de trajes de primera comunión. Así lo confirma Inés Meneses, encargada de la tienda Nanos. “Aquí tienen los modelos expuestos, escogen el diseño y se les toman las medidas correspondientes”, aclara Meneses.

“Estamos recuperando las cifras previas a la pandemia, pero la gente lo mira distinto –dice–. Hay personas que cogen del outlet de otras temporadas o que reciclan trajes y vestidos para hermanos o amigas”.

Y, a pesar de que para esta fecha todas sus entregas ya estaban más que enviadas, no pasa desapercibido el hecho de que cada vez menos niños y niñas están (o estarán en un futuro), adquiriendo estas vestimentas, aunque las celebraciones continúen.