Han pasado 35 años. Desde 1988 hasta 2023. De seis actividades culturales en Leioa durante todo el año a decenas y decenas. De una oficina en los bajos del polideportivo Sakoneta (pionera entonces en Bizkaia, eso sí) al acristalado Kultur Leioa resplandeciente en José Ramón Aketxe. “He visto una transformación urbanística, social y cultural”, afirma Alberto García al rebobinar en su trayectoria como coordinador del Área de Cultura del Ayuntamiento de Leioa. “Yo he conocido todo esto lleno de huertas”, exclama. Y también vio fiestas de Leioa que estaban nutridas únicamente de actos institucionales. Y asistió al nacimiento de la comisión de fiestas después. Y luego, a la explosión de las cuadrillas de San Juan. Muchos cambios… También de la Umore Azoka, de la genial Umore Azoka que empezó a revolotear en su cabeza. “¡Es una locura!”, decían… La próxima semana será la última función de esta feria para él; pues al final del año saluda la jubilación.

¿Qué se siente cuando quedan unos meses para la retirada?

Se siente una mezcla de todo. Alegría porque ya has cumplido y te quieres jubilar y echas la mirada atrás y vas viendo cómo a lo largo de 35 años se han movilizado tantas cosas... La gente que trabaja en cultura o por lo menos, algunos, más que trabajadores somos militantes y entonces el cortar del todo es difícil. Pero realmente no tengo intención de quedarme en nada porque si no, no pasas página y hay que hacerlo porque tiene que entrar savia nueva con sus ideas y además llega un momento en el que ni mental ni físicamente puedes mantener el ritmo que requiere.

Última Umore Azoka desde dentro.

¡Sí! Me acuerdo de cuando nació. Una persona me dijo que era mejor no beber por la mañana para que no se me ocurriesen este tipo de ideas: ¡crear una feria de calle! En estos momentos, nos hemos convertido en la única feria que existe en el Estado exclusivamente de calle. Decidimos hacerla porque en Euskadi había un gran número de compañías vascas de artes callejeras, pese al clima que tenemos, y tenían muchos problemas para exponer su trabajo. Y la idea fue crear un escaparate donde pudieran hacerlo y donde profesionales les pudieran ver y ser contratados, porque entre las muchas cosas que es Umore Azoka es un mercado.

Hay quien lo entendió como una locura.

Sí, sí. Porque además hace casi treinta años no había tantos espacios públicos donde pudiéramos ejecutar la feria. Pero fue una idea que salió, funcionó y sigue funcionando.

Una feria que recibe más de 500 propuestas y de sitios dispares como Japón, Kenia…

La selección es una de las partes más duras. Como organización, tú te puedes mover en un número determinado de compañías y tienes que exponer el máximo abanico de técnicas, tiene que haber un equilibrio entre las distintas comunidades del Estado, desde el punto de vista de la participación y para que se pueda ver lo que se está creando en diferentes sitios. Del apartado internacional solemos traer cosas muy concretas que normalmente no se han presentado en el Estado y así también las propias compañías pueden ver lo que se está creando fuera porque muchas veces no pueden conocerlo si no.

Hablando de cultura en general, ¿cuál ha sido la principal evolución que ha percibido en estos años?

Cuando yo entré, la cultura no era un objetivo principal porque había otros problemas de urbanismo, de acción social... Hace 35 años, el Ayuntamiento tenía seis actividades culturales durante todo el año, por lo que ahora ves el enorme desarrollo que se ha producido. También porque en un momento determinado, el Ayuntamiento tuvo la opción clara de que la cultura era fundamental, pensando en los vecinos y en todo lo que hay alrededor. La cultura no es que unas personas vayan a ver un espectáculo, hay ramificaciones hacia establecimientos comerciales, por ejemplo.

Quedará en el recuerdo de su trayectoria profesional la pandemia y las repercusiones en su trabajo.

El objetivo fue hacer lo posible como pudiéramos. Fue una locura porque hoy había una norma y preparabas todo con esa norma y al día siguiente te la habían cambiado… Cuando tú programas lo haces a dos, tres, cuatro meses vista y, en este caso, pasó a ser de dos o tres semanas… Ahora, estamos trabajando incluso a seis meses, pero entonces no se podía hacer así. Quisimos seguir adelante con producciones vascas. Luego, de 250 localidades en el auditorio de Kultur Leioa, hubo momentos en los que solo pudimos meter 80 personas.

Los espectáculos de luces y sonidos de los últimos dos años han tenido una gran acogida.

Son otras de esas ideas que, cuando la sueltas en la mesa, la gente te mira como a un bicho raro. Son proyectos a trabajar casi a un año vista. Hay que abordarlos con mucha gente. Son muy bonitos, aunque igual no son para hacer todos los años. Hemos estado trabajando con la temática de deseos y seguramente este año volvamos sobre ello, pero totalmente diferente a lo anterior.