En 2006, el Ayuntamiento de Galdakao recibió la inesperada noticia de que su vecino, Esteban Loroño Oleaga, propietario de un taller de reparación de coches en la curva Ibaizabal, y fallecido un año antes, había puesto toda su herencia a disposición del Consistorio, un legado económico valorado en 634.000 euros. También dejó claro que su deseo era que ese dinero se destinara a la construcción de una nueva residencia para personas mayores. Sin embargo, casi dos décadas después, esa última voluntad de Loroño Oleaga no se ha hecho aún realidad, a pesar de los intentos y pasos dados desde entonces.

En concreto, en 2008 el Ayuntamiento puso a disposición de la Diputación Foral de Bizkaia 7.800 metros cuadrados de terreno de su propiedad en Olabarrieta, junto con los bienes de Loroño, para la edificación de esa deseada residencia para personas mayores y el compromiso, entonces, de la administración foral fue llevar a cabo el proyecto en un plazo máximo de 5 años. En 2013, y ante la falta de avances en la ejecución de la iniciativa, el Consistorio y la Diputación acordaron una prórroga de otros cuatro años, pero los trabajos tampoco se llevaron a cabo. Más tarde, el ente foral planteó la posibilidad de levantar otro tipo de infraestructuras en esa parcela, alternativas que tampoco se materializaron.

Ampliar la residencia

Ha sido ahora cuando los albaceas de Loroño Oleaga y el Ayuntamiento de Galdakao han llegado a un acuerdo satisfactorio para ambas partes y el legado del galdakoztarra se destinará, finalmente, a la ampliación, adecuación y mejora de la residencia San Andrés de Zuhatzu con la construcción de un nuevo edificio que llevará el nombre de Esteban Loroño Oleaga. El objetivo es que las obras den comienzo a lo largo de 2024 y la parte del presupuesto que no alcance a financiar el legado del difunto será asumida por la administración local.