Vivir la Semana Santa para que la vivan los demás. Es el sentir mayoritario de un barrio, el de Arkotxa en la localidad de Zaratamo, que desde 1968 se vuelca en la recreación de los principales episodios evangélicos que narran lo acontecido a Jesucristo entre la última cena y su crucifixión y muerte. La arraigada y sentida Pasión Viviente de este núcleo poblacional encara su 55 edición con la participación activa de “alrededor de 120 personas, la mayor parte de un barrio que tiene unos 700 vecinos, pero también con la colaboración de gente de Basauri y pueblos del entorno y la ayuda de la Hermandad de los Cruzados Euscarísticos de Bilbao y de la centuria de la Cohors Carietum et Veniaesum, también de la capital vizcaina”, destaca Aitor Sainz, vicepresidente de la asociación Gaztek-abi, organizadora del evento, y director artístico de los actos.
Tras un 2019 en el que la tradición no se celebró “por falta de compromiso y relevo” y las dos posteriores cancelaciones “a causa de la pandemia”, Arkotxa recuperó en 2022 la celebración de esta arraigada iniciativa cultural y religiosa “con implicación y motivación y, sobre todo, hemos notado que vienen muchos niños. Y es algo que nos hace especial ilusión porque garantiza que pueda haber continuidad en esta tradición de Semana Santa”, apunta con satisfacción. Tras todo un año de gestiones y preparativos y los últimos 6 meses de ensayos “por escenas hasta Navidad y, a partir de ahí, todos juntos”, el barrio de Arkotxa está ya listo para ofrecer, una vez más, la recreación viviente de la Pasión de Jesucristo que tiene como principal seña de identidad su “realismo, autenticidad y cercanía, ya que el público lo puede vivir junto a nosotros y sentirse parte del acto”.
La primera cita será mañana, a las 19.00 horas, en la iglesia con la representación de la Última Cena “que dura, aproximadamente, una hora y que se cierra con un monólogo de Judas Iscariote en el Cenáculo para que la gente entienda los motivos de su traición”.
El realismo del Vía Crucis
El acto más impactante y concurrido es, sin duda, el Vía Crucis del viernes que da inicio a las 11.00 horas con la representación de escenas como la oración en el Huerto de los Olivos, el prendimiento de Jesús tras ser señalado con el beso de Judas, para después en la iglesia poner en escena el juicio de Cristo ante los sumos sacerdotes y el sanedrín “y allí también se hace las negaciones de Pedro y el arrepentimiento de Judas”. La recreación continúa en la plaza que está tras el templo religioso con las escenas del juicio de Pilato y, a partir de ahí, comienza la secuencia de acontecimientos conocida como la Pasión.
“Cogemos las cruces, la de Jesús pesa 80 kilos, y se hace el Vía Crucis por toda la barriada de La Dinamita con las tres caídas y escenas protagonizadas por la Virgen, mujeres de Jesusalén, María Magdalena e Ireneo, hasta el momento de la crucifixión al inicio de la barriada de Upo Mendi”, relata. En total, cerca de 3 horas de una procesión con diálogos que “hablan de sentimientos y con la que pretendemos que el público viva lo que vivimos nosotros, porque lo que nos gusta es que la gente se sienta parte del acto. De hecho, durante el trayecto hacia el Calvario nos metemos entre los espectadores, es un acto muy cercano”, apunta Aitor Sainz. Aunque todos los papeles son vitales e importantes para la Pasión de Arkotxa, la mayor parte de las miradas recaen en la figura de Jesús que, en esta edición, estará representado por Luis Alberto Castellano. “Al igual que yo, ya lo ha hecho en varias ocasiones. Para alguien del barrio, ponerse en la piel de ese personaje es especial. No se puede explicar. Es un orgullo y te empiezas a preparar físicamente un año antes porque hay que dejarse el pelo largo”, indica Sainz . l
Pasión de Arkotxa
Origen. En 1968 a iniciativa del párroco Flavio Bujanda para unir dos comunidades socialmente separadas de un mismo barrio: trabajadores vizcainos de Pradera Hermanos y los inmigrantes empleados en La Dinamita.
Tres años en blanco. Desde entonces, solo se ha suspendido en tres ocasiones: en 2019 por la falta de compromiso de la población y los dos siguientes tuvo que ser cancelada por las restricciones de la pandemia.